Hablemos de arte contemporáneo

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Interior del Museum of Modern Art (MoMA), Nueva York

En febrero pasado se presentaron distintas ferias de arte en la Ciudad de México, durante lo que ya se ha dado por llamar la Semana del Arte, que congregan a galerías de todo el mundo con un número de visitantes que crece año con año.

Podemos remontarnos al inicio de este fenómeno con el nacimiento del mercado del arte con Rembrandt, quien dejara el mecenazgo del clero y los reyes, optando por los encargos más rentables de la burguesía de Ámsterdam, además de la mayor variedad de temas que le permitían.

La elección del pintor holandés supuso, también, un cambio en el significado de muchas obras artísticas, pasando de ser simples muestras de poder político a volverse patrimonio e inversiones de los ricos comerciantes de la capital neerlandesa.

Museo Universitario Arte Contemporáneo, UNAM, Ciudad de México

El origen de este mercado en el siglo XVII creó intermediarios entre los artistas y compradores que fueron beneficiados por las altas cifras que se pagaban, lo cual  derivó en la aparición de falsificaciones de las piezas más valoradas por los coleccionistas.

Al comienzo, la venta de obras se limitaba al perímetro cercano del artista; sin embargo, con la apertura del intercambio comercial y los regalos diplomáticos, las piezas viajaron mayores distancias, los artistas se volvían reconocidos y la industria del arte fijó elementos básicos como los valuadores, abogados y la creación de ferias y subastas públicas.

Así llegamos hasta nuestros días, donde el arte contemporáneo se ha vuelto un asunto polémico que prácticamente se divide entre los que están a favor y los que están en contra. Los primeros encuentran formas interesantes de abordar lo humano desde perspectivas y técnicas nuevas, mientras que los segundos perciben que contiene elementos simplones que buscan sobrevalorar su significado.

Lo cierto es que siempre que se produce un cambio en el arte, lo nuevo transgrede los cánones de lo anterior, provocando que sea reconocido hasta años después el valor de las obras que muchos rechazaban.

Lo cierto es que siempre que se produce un cambio en el arte, lo nuevo transgrede los cánones de lo anterior.

Sin duda, el acelerado ritmo de producción que exigen los nuevos museos y galerías hace que muchos se muestren escépticos de la calidad de muchas obras. No obstante, generalizar puede privarnos de conocer voces interesantes que reflexionan con temas y medios actuales.

Como ejemplo podemos hablar del artista mexicano Pedro Reyes, quien realizó un proyecto en Culiacán Sinaloa llamado Palas por Pistolas, en el cual se le pedía a la población que donara armas a cambio de cupones para alimentos. Una vez recaudadas 1527 armas, estas fueron fundidas para crear 1527 palas.

Palas por Pistolas, Pedro Reyes, México

Las palas se distribuyeron entre instituciones de arte y escuelas públicas con la encomienda de plantar árboles. Esta fue una pedagógica forma de enseñar cómo un agente de delincuencia y muerte puede ser transformado en uno de vida.

Este pequeño proyecto nos demuestra que en muchas ocasiones el arte contemporáneo guarda conceptos y preguntas pertinentes, que ante una mirada rápida y descuidada en una galería podríamos omitir si no nos detenemos a entender el contexto de la obra.

Como siempre, habrá que abordar cada caso con pensamiento crítico y no meter todo en el saco de lo prescindible o necesario.

Sin duda el arte, como cualquier manifestación de la vida humana, se va moldeando con el tiempo y cambia de acuerdo a las condiciones del momento.

Esto también se refleja en el floreciente turismo del arte. Muchos coleccionistas y aficionados viajan por todo el orbe en busca de piezas interesantes,  con la consiguiente derrama económica que genera a las ciudades.

Hoy, como nunca, las personas disponen de herramientas para crear, desde la tradicional pintura, escultura o fotografía, hasta las obras creadas con las nuevas tecnologías. Una vez que te adentras en este vasto mundo, seguramente encontrarás algo que atraiga tu interés.

Alejandro Robles Segura