Por Alejandro Robles Arias
El árbol ha simbolizado vida en gran parte de las culturas del planeta por su desarrollo en ciclos y estaciones. Quizá pocas veces valoramos tanto la sombra de un árbol como cuando en un día soleado y caluroso nos refugiamos en su sombra.
En la primavera deleitamos nuestra pupila con la transformación de las jacarandas de la Ciudad de México y otros lugares del país, que florecen a un bello violeta y conforme pasan los días también comparten estos tonos con las aceras cuando caen sus pétalos sobre ellas.
Prácticamente cualquiera tiene alguna historia relacionada con un árbol. Algunos plantaron uno pequeñito al lado de sus abuelos y ahora supera a todos por varios metros. Un columpio, el lugar favorito para jugar a las escondidas o para poner los regalos…
Más allá de los recuerdos y la estética, el rol de los árboles en ciudades contemporáneas es único. Por ello, existen cruzadas para conservarlos y darles su valía.
Uno de los mejores ejemplos lo hicieron en Nueva York a través de la dependencia de NYC Parks donde realizaron un mapeo de todos los árboles de Manhattan y las zonas aledañas.
En la base de datos al seleccionar un árbol podemos ver su ubicación, especie y el dinero que le ha permitido ahorrar a la ciudad con base en los galones de agua retenidos en época de lluvias, los contaminantes de aire removidos así como la absorción de dióxido de carbono.
Estas estadísticas dependen de cada árbol, pero es increíble ver como oscilan sus aportes entre los 200 USD hasta los 800 USD anuales. Dándonos de por sí, un argumento más de su gran importancia a nuestro ambiente.
Ante la ola de contaminación atmosférica que las principales ciudades experimentan, además de la evidente necesidad de disminuir las emisiones, siempre tendremos en los árboles aliados inmejorables.
Un plan ecológico-urbano que ha hecho voltear a todo el mundo ha sido el emprendido por la ciudad de Barcelona con miras al 2030 en el cual se plantean el formidable reto de duplicar el número total de árboles en la ciudad.
Uno de los aspectos más interesantes radica en no sólo agregar verde sino distribuirlo por toda la urbe ya que existen diferencias de temperatura notable entre el centro (más arbolado) y la periferia de la ciudad.
Los grandes retos plantean grandes estrategias y por nuestra parte debemos buscar generar estos espacios tan necesarios y agradables para hacer ciudades más habitables.
De este lado del charco, en la CDMX tenemos el ejemplo del Parque La Mexicana recientemente inaugurado en Santa Fe en la zona que fuera una antigua mina a cielo abierto reconvertida en parque urbano donde se plantaron alrededor de 2000 árboles.
Cualquiera que haya tenido la posibilidad de asistir se dará cuenta que se trata de un sitio diseñado que realmente está disfrutando la población de todos los estratos económicos siendo realmente un oasis verde entre las arterias de autos.
Proyectos como este nos recuerdan la urgencia a que se repliquen más y mejores áreas verdes en nuestra ciudad y área metropolitana para transformar de a poco el gris avasallante por un verde optimista.
La conocida frase de Martin Luther King, “si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol” nos habla de la esperanza que es capaz de instaurar un árbol donde sea colocado, ya que siempre albergará el deseo de que florezca un mejor porvenir.