Sabemos que las relaciones de pareja pasan en nuestros días por una profunda transformación. Las hay de toda índole, pero enfoquémonos en la más tradicional de ellas: el matrimonio heterosexual.
¿Qué está pasando con los matrimonios de hoy en día?, ¿cuál es el silencioso asesino de estas relaciones que es más letal que el dinero o el sexo? Una respuesta común para un curso prematrimonial y/o de crisis de pareja podría ser: “comunicación”.
Sin embargo, aquellos en realidad son los síntomas del problema real. El verdadero motivo que lleva a los matrimonios al divorcio son… las expectativas insatisfechas. Ése es el verdadero asesino de un matrimonio. ¿Se ha preguntado cuáles fueron las expectativas que usted tiene de su matrimonio que no han sido satisfechas? Piénselo dos veces antes de planteárselo. Las consecuencias pueden ser disruptivas.
A partir de ese momento, y en otros contextos, he cobrado conciencia del tremendo dolor y frustración que generan las expectativas insatisfechas, no sólo a escala personal sino a escala organizacional o incluso a nivel de políticas publicas, en todo tipo de relaciones. Es como un veneno fluyendo al corazón que genera estragos terribles en lo personal y en lo colectivo.
Pero tener expectativas insatisfechas no es sólo un problema en el matrimonio, es un problema en la vida misma. No importa si usted está soltero, casado, con trabajo, desempleado, viejo, joven o es de cualquier raza. Tener expectativas insatisfechas es mortal para todo el mundo. Nadie es inmune a ello.
¿Cuál es la solución?
Hay al menos tres conceptos clave para tratar de entender el fenómeno: expectativa, experiencia y frustración. Ilustrémoslo con dos situaciones hipotéticas que ocurren en el matrimonio, quizá un poco burdas, pero bastante claras.
Expectativa
Llego a mi hogar después de un largo día de trabajo, espero que mi esposa tenga la cena dispuesta y todo listo para sentarse y comer como una familia. Ella lleva un delantal impecable (porque todo en ella es perfecto) y su cabello cuidadosamente arreglado. Mientras tanto, mi niña de un año y medio de edad está sentada en su silla de bebé y ya sabe usar perfectamente los cubiertos. Después de terminar todos de comer al mismo tiempo, salimos a dar un agradable paseo familiar, mientras el mayordomo limpia todo y prepara la casa para las actividades nocturnas.
Experiencia
Llego a casa del trabajo 30 minutos tarde y la cena no ha sido ni siquiera imaginada, mucho menos realizada. Por lo anterior, mi niña grita desaforada “Por favor aliméntenme”. Cuando busco a mi esposa, la encuentro trabajando en un proyecto de diseño cuya fecha límite de entrega ya, de hecho, pasó. Cuando le pregunto por la cena, echa sobre mí una mirada como la que sólo una esposa-madre-profesionista exhausta y sobresaturada puede generar.
Después de recoger a mi niña, tomo alegremente el camino a la cocina para encontrar que no hay comestibles suficientes para articular algo decente para comer. Entonces como el gran chef que soy, encuentro pan y queso y concibo la posibilidad de “sándwiches de queso asado”; le abro a mi hija un frasco del puré de manzana que tanto le gusta y finalmente todos hemos comido. Por supuesto, la cocina queda hecha un desastre. En fin, ya tienen la imagen.
Frustración
Frustración es la diferencia entre los dos escenarios. Una imagen un poco elaborada, pero se trata de delinear una idea de lo que las expectativas pueden ser en contraste con lo que ocurre realmente en la vida… lo que experimentamos.
La reflexión de fondo es que en la vida frecuentemente tenemos expectativas insatisfechas. Y en consecuencia nos frustramos por ello, pero no tiene por qué ser así.
Aquí está la respuesta
Deja que la realidad arribe antes que tu expectativa. En otras palabras, déjate guiar por los hechos cotidianos de la vida. Esto aplica tanto en la vida matrimonial como en la vida en general.
Algunos proponen no tener expectativa alguna como fórmula. Los monjes budistas predican “Desea poco y lo poco que desees, deséalo poco”. Personalmente pienso que hay algo saludable en la expectativa, sirve para definir un cierto vector de vida.
Sin embargo, cuando estás en una situación donde tu expectativa no es alcanzada; deja que la realidad tome la delantera inmediatamente y trabaja con lo que tienes enfrente.
¿Cansado de estar frustrado?
Entonces pon a un lado tus expectativas no alcanzadas y encara la realidad como viene. Después de aceptar el hecho, ten una conversación con quien sea que esté involucrado sobre qué es lo que esperas y por qué.
Mucho se ha dicho sobre cómo transformar la realidad, pero hemos de trabajar también en transformar las expectativas, sólo así podremos mejorar nuestra calidad de vida y de alguna forma… Vivir con Sentido.
Fuente: El Semanario