Creer que el terrorismo es un fenómeno que sólo afecta Europa o Estados Unidos, además de algunas capitales africanas en situación de guerra, es un error garrafal. No tan solo porque puede haber atentados en cualquier parte del mundo, y los hay, sino porque como blanco el terrorista no busca nacionalidades, busca el horror y el terror en sí mismo. Las nuevas víctimas latinoamericanas de Estado Islámico constatan esa grave realidad.
Nuevamente, como en París, como en Barcelona, se cuentan latinoamericanos entre las víctimas de la irracionalidad asesina de las milicias solitarias de Estado Islámico. Porque entre las víctimas mortales del atentado de Nueva York había cinco amigos argentinos, cinco compañeros de colegio de Rosario que celebraban, con otros amigos más, su trigésimo aniversario de graduación del Instituto Politécnico de Rosario. Celebraban la vigencia de un vínculo indeleble, celebraban la amistad para toda la vida.
El grupo de diez amigos estaba de vacaciones en Nueva York y cumplía una promesa de larga data, visitando además a un miembro del grupo que residía en Bostón. Para que todos puedan viajar, como pasa entre los amigos, hubo entre ellos algunos que pudieron financiar el viaje de otros. Imposible pensar que el dolor teñiría tan ansiado proyecto.
El periodista estadounidense Brian Winter escribió ayer para Americas Quarterly que el encontrar entre las víctimas a un grupo de amigos argentinos le recordó su tiempo en el país sudamericano. Él había llegado a la Argentina a los 22 años, con la idea de sobrevivir como periodista. Y al poco tiempo, las dificultades propias de cualquier migrante y del país en aquel momento, lo enfrentaron ante la posibilidad volver a casa. Pero lo detenían dos cosas: las clases de tango, y una docena de amigos de Temperley que conoció en aquella época, que se conocían entre sí desde los tiempos del secundario, y que semanalmente se juntaban a comer asados y salir hasta bien tarde. En el artículo titulado “These Guys Were Argentina at its Best (Estos muchachos eran Argentina con lo mejor de ella”), Winter concluye:
“Viví en varios países de América Latina estos años, y los vínculos sociales son cercanos en ellos también. Pero, insisto, hay algo especial de la Argentina. Tanto ha ido mal en el país estos años: la brutal dictadura militar de los 70, la hiperinflación de los 80, la crisis de 2001 que pude experimentar en persona. ¿Por qué todos no abandonaron su país? Bueno, muchos lo hicieron. Pero los que se quedaron te van a decir que lo hicieron por los vínculos- familia, sí, pero también sus amigos del Colegio y la Universidad. El talento nacional para la camaradería para toda la vida es Argentina con lo mejor de ella. Verlo ahora en el epicentro de una tragedia internacional, en la ciudad en la que vivo, lo siento… Simplemente me rompe el corazón”.
Entre los actuales alumnos del Instituto Politécnico de Rosario se encuentra la hija de una de las víctimas. Autoridades del colegio lo confirmaron al diario La Nación, y resaltaron que Lina, tal como se llama, cuenta con el apoyo de sus compañeros en este difícil momento, y que incluso, aún en el dolor de estas horas, hasta se acercó al colegio.
Las amistades duraderas forjadas desde los primeros años están siempre entrenadas para acompañar los momentos de mayor dolor…
Ecos de la tragedia
La ciudad de Rosario, y la Argentina en general, está de luto por la conmovedora tragedia. El Arzobispo de Rosario monseñor Eduardo Martín, envió un comunicado expresando su “su pesar y su solidaridad en la oración, para que el Señor Jesús, consuelo y fortaleza del creyente, los conduzca a la alegría de la felicidad eterna y otorgue a sus familiares y amigos el don de la esperanza que reconforta en los momentos más difíciles”.
El Presidente Mauricio Macri visitará la ciudad de Nueva York en sus próximos días e incluirá en su agenda un homenaje a estos amigos, que habían viajado a Estados Unidos, para celebrar su amistad. La amistad.
Fuente: Aleteia