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La generación de los teléfonos inteligentes, ¿nosotros también?

La generación de los teléfonos inteligentes, ¿nosotros también?

La generación de los teléfonos inteligentes, ¿nosotros también?

El video nos invita a «alzar la mirada», para buscar un encuentro y desde allí realizar una reflexión crítica sobre nuestra vida.

¿Será cierto que todo tiempo pasado fue mejor, como dice el eterno tópico literario? El video de hoy nos confronta y nos invita en esta línea a “alzar la mirada”, para buscar un encuentro y desde allí realizar una reflexión crítica sobre nuestra vida, sobre un serio problema que nos incumbe a todos: Las repercusiones de las nuevas tecnología en nuestras vidas (como whatsapp, facebook, twitter, etc.).

Tecnologías que a pasos agigantados generan cambios profundos en nuestros comportamientos y hábitos cotidianos. Comportamientos y hábitos que a su vez tienen la capacidad de facilitar o impedir una serie de dimensiones fundamentales de nuestro desarrollo personal.

No se trata de tomar una postura fundamentalista o tecnófoba ante el asunto (del griego phobos que significa miedo, terror), ni tampoco se trata de caer en el polo opuesto, es decir de adoptar una ingenua tecnofilía (que viene del griego philein  cuyo significado es amar), o en fin, de aceptar el punto intermedio, que sería una apática indiferencia frente al problema.

Más bien buscamos generar una sana postura crítica, que nos permita aprovechar de manera conveniente todo aquello que los grandes avances tecnológicos nos brindan para nuestro desarrollo integral como personas; y también, si es el caso, podamos rechazar todo aquello que nos lleva a traicionar o a sacrificar la auténtica vocación a la que estamos llamados, que en el fondo no es otra que la de amar y ser amados.

 

Es evidente que no todos los vientos que trae consigo el progreso tecnológico son cambios positivos.

Basta notar que muchas de aquellas actividades, costumbres, tradiciones, que menciona el video -esas que antaño hacían parte fundamental de nuestra infancia-, despiertan en no pocos una fuerte añoranza, una especie de nostalgia por querer revivir aquellas experiencias tan cargadas de humanidad.

O por el contrario también nos sentimos tristemente identificados con tantas de esas otras imágenes que en el video representan momentos de soledad, de abandono, de vacío, aun cuando tenemos entre las manos un teléfono o un computador que nos mantiene “conectados” .

Son aquellas experiencias que nos hablan de una serie de anhelos de comunión más profundos, que nos reclaman desde lo hondo de nuestro corazón algo distinto, un cambio. Anhelos que son evocados por una serie realidades pasadas que, sí, podemos decirlo, fueron mejores, y que algunos de nosotros tuvimos la oportunidad de disfrutar, cuando la tecnología aún no insidía de manera tan omniabarcante en nuestras vidas.

Es necesario, pues, desenmascarar desde un inicio el mito del progreso que nos vende que “todo lo nuevo por ser nuevo es mejor (es progreso)”. En realidad muchas de las experiencias humanas más hermosas… de amistad, de amor, de diversión, e incluso de soledad (en el sentido de recogimiento personal), requieren como condición de posibilidad para ser vividas (de manera profunda y auténtica), de una sana desconexión, de un sano un desapego, de una verdadera libertad, frente a la tecnología.

Las nuevas tecnologías que creemos dominar, por el contrario como denuncia el video, en la mayoría de las ocasiones nos han sometido a ritmos y estilos de vida que han falseado, reducido y hasta destruido, en no pocos casos, estas dimensiones fundamentales de la vida.

Artículo originalmente publicado por Catholic Link

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