Dentro de la encíclica Fides Et Ratio, Juan Pablo II establece que todos los ser humanos desean llegar a la verdad y descubrir más allá de lo conocido. Quisiera reflexionar acerca de este tópico en el presente artículo.
Para comenzar diré que el ser humano es el único ser en toda la creación visible que no solo es capaz de saber, sino que sabe también que sabe, y por eso se interesa por la verdad real de lo que se le presenta. Una persona puede discernir, con los propios medios, entre lo que es verdadero, que le satisface; y lo que es falso, lo cual rechaza, formando así un juicio propio sobre la realidad objetiva de las cosas.
Pero, ¿es posible o no alcanzar una verdad universal y absoluta? En sí, toda verdad, incluso parcial, es una verdad universal; pues lo que es verdad, debe ser verdadero para todos siempre. Sin embargo, pese a esta universalidad, el ser humano busca un absoluto que sea capaz de dar respuesta y sentido a toda su búsqueda y existencia. Busca una explicación definitiva, un valor supremo, más allá de lo cual no quepa espacio para dudas.
Se debe tener en cuenta que no siempre la búsqueda de la verdad se presenta de manera trasparente o consecuente. La inconstancia del corazón y el propio límite de la razón humana en ciertos casos oscurecen y desvían la búsqueda personal hacia la verdad. Intereses de todo tipo de orden llegan a condicionar la verdad. Y más aún, el ser humano también suele evitarla a veces cuando comienza a divisarla, porque teme a sus posibles condicionamientos. Pero pese a ello, incluso si se evita, la verdad siempre estará presente influenciando la existencia humana; puesto que es el ser humano aquel que siempre busca la verdad. Ya que en efecto, el mismo nunca podría fundar su vida únicamente sobre la duda, la incertidumbre o la mentira, dado que de esa forma su existencia estaría continuamente amenazada por el miedo y la angustia.
El deseo profundo de llegar hacia la verdad viene dado por la capacidad misma de buscar la verdad y de plantear preguntas, como primer paso en la búsqueda hacia la misma. El ser humano no comenzaría a buscar lo que desconociese del todo o considerase absolutamente inalcanzable. Solo la perspectiva de poder alcanzar una respuesta puede inducirlo a dar el primer paso.
La inquietud por encontrar esa verdad está tan radicada en el corazón del ser humano que tener que prescindir de ella comprometería su existencia. Por lo cual, cada uno de nosotros lleva consigo la necesidad de saber algunas preguntas esenciales y, junto con ello, lleva en su interior al menos un atisbo de las respuestas correspondientes. Son respuestas de cuya verdad se está convencido, incluso porque se experimenta que, en sustancia, no se diferencian de las respuestas a las que ya han llegado antes muchos otros. Y es verdad que no siempre toda la verdad alcanzada poseerá el mismo valor, pero sin embargo, por medio de lo analizado, claramente podemos confirmar la capacidad que el ser humano tiene por llegar de forma esencial hacia la verdad, de tal forma que no se pueda prescindir de ella.
Fuente: comunicacionudlh
Bibliografía: Juan Pablo II. (14 de Septiembre de 1998). Carta Encíclica Fides et Ratio. Obtenido de La Santa Sede: http://w2.vatican.va/content/john-paul-ii/es/encyclicals/documents/hf_jp-ii_enc_14091998_fides-et-ratio.html