Zascandilear por la Red puede convertirse en un verdadero vicio. La razón por la que desarrollamos esa dependencia es que la acción de buscar nos produce placer. Hay una explicación biológica para ello: el cerebro genera una sustancia llamada dopamina al estar buscando.
Ese mismo efecto que nos solía causar el zapping (cambiar constantemente los canales del televisor) ahora nos lo da el perdernos en la línea de tiempo de Facebook y Twitter, o el navegar en Internet. La búsqueda puede agotarnos, pero continuamos porque el sistema opioide que se encarga de decirle al cerebro que pare de buscar es más débil que la dopamina.
El 85% del uso que se le da a Internet en México se dedica a las redes sociales, no al trabajo o al estudio, informó la Asociación Mexicana de Internet (Amipci) en 2015. Dado que nuestro cerebro no está diseñado para ser multitasking, sino para dedicarse a una tarea a la vez, cada vez que un empleado se distrae debe cambiar de contexto, operación que absorbe 28% de su tiempo laboral. Si su jornada es de ocho horas, entonces el trabajador pierde dos horas y media tratando de retomar lo que hacía antes de distraerse, afirma Rodrigo Álvarez, gerente de desarrollo de negocio en Genexus (firma desarrolladora de software).
Según Arturo Solís, reportero Web para Forbes.com.mx., entre más atados estemos a los dispositivos y plataformas digitales, mayor será el riesgo de que perdamos la concentración en la oficina y en la vida personal. En su artículo 10 consejos para que la tecnología no acabe con tu productividad, Solís da algunas alternativas que aquí resumo para equilibrar nuestra vida digital con el universo offline:
- Desactiva las notificaciones. La tecnología permite elegir qué notificaciones quieres recibir y cuáles no. Por ejemplo, puedes bloquear las notificaciones después de las 10:00 de la noche o los avisos sobre comentarios en tu perfil de Facebook.
- Determina en qué plataforma no debes estar. No todas las redes sociales y plataformas digitales te benefician. Elige las indispensables para realizar tus labores cotidianas.
- Aprende a tomar distancia. Deja el teléfono cuando salgas a relajarte, vence la nomofobia (miedo a estar lejos de tu smartphone). Esa sensación de urgencia por revisar el teléfono, hasta hace una década no existía… y sobrevivías.
- Sé claro y resolutivo en tus respuestas. De esta forma evitarás que los mensajes y correos electrónicos regresen varias veces y pierdas tiempo en aclaraciones que pudiste hacer desde el inicio.
- Anota tus pensamientos, no los publiques. Muchas veces llega a tu cabeza alguna idea que genera necesidad de expresarla. Sustituye Twitter o Facebook por una libreta en la que anotes tus ocurrencias e ideas y después consúltalas.
- Define zonas offline. Asigna una habitación de tu casa o lugar de la oficina en donde no haya conexión a Internet. Otro método puede ser un horario sin Internet, la hora de la comida, por ejemplo. Definir estas reglas te ayudará a disminuir la dependencia.
- Enfócate en lo que es realmente importante y necesario en la oficina. Distingue entre lo que es crítico de lo que no es primordial en ese momento.
- Delega los mensajes y peticiones que tienen que ser resueltos por alguien más. Al asumir responsabilidades ajenas puedes descuidar las tuyas.
- Conversa más. En la plática surgen ideas que se pierden al enviar un correo electrónico. Si es posible, en lugar de enviarlo, camina cuatro pasos y conversa con ese compañero de trabajo o familiar. No te quedes sólo con los medios de comunicación electrónicos.
- Hazte preguntas. Puede ser saludable para tu desarrollo profesional y personal que hagas preguntas con cierta profundidad y busques respuestas más allá de Internet, como un libro o un testimonio presencial.