Para algunos (pocos, espero), Anish Kapoor quizás sólo sea sinónimo de selfies espectaculares frente al Cloud Gate de Chicago o ante los multicolores círculos cóncavos que, cada año, provocan filas en Zona MACO.
Pero las superficies reflejantes son sólo una pequeña parte de la obra de este internacional artista, de origen indio y radicado en Inglaterra.
Pese a ser una figura central en el mundo del arte, su propuesta resulta bastante marginal. A diferencia de la mayoría de artistas conceptuales –cuyas obras generalmente exigen conocimientos teóricos previos para ser comprendidas–, Kapoor no requiere textos adjuntos, traducciones ni explicaciones. Sus piezas recorren un trayecto sin escalas: van de la retina al estómago.
Kapoor está en constante búsqueda de materiales, texturas y tecnologías –algunas sutiles y otras abyectas–, que provocan experiencias estéticas para las cuales no tenemos palabras, quizás porque no son necesarias. Su pasión por el pigmento lo llevó, hace décadas, a dar forma sólida a un material volátil. Ahora lo ha llevado a ser el único artista que puede pintar con el pigmento Vantablack, el tono más oscuro de negro jamás creado (absorbe 99.96 % de la luz).
Algunas de sus obras desafían nuestra percepción al colocarnos ante la experiencia del vacío la nada, el vértigo que genera la pérdida total de la relación espacio-tiempo.
Otras plantean binomios radicales: reflejo/opacidad, fuerza/ fragilidad, entre muchas. Incluso el título de la muestra, Arqueología: Biología, nos habla de opuestos: lo muerto / lo vivo y la posibilidad de su unión. La escultura que da nombre a la exposición logró provocarme una extraña sensación, congoja (perdón por la dominguera palabra), ya que padecí el dolor de una herida abierta… infringida a un espacio sin vida (una pared del edificio del museo).
Experimenta un recorrido frente, a través y dentro de las mejores y más emblemáticas obras de Kapoor en el MUAC, hasta el 27 de noviembre.
Cynthia Aguirre, Historiadora del arte
El nombre de esta sección, , es un término griego que significa «mientras, en medio de o entre tanto»; un lugar a mitad de camino. Es un momento: mientras tanto. Es una persona: intermediario; lo próximo, lo adjunto. Simone Weil lo define como un muro que a la vez que separa, comunica. Las exposiciones que invito a ver suceden entre una entrega y otra.
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