Mientras nos convocaban al zócalo a enfrentar al masiosare, el régimen seguía su ruta
Por Pablo Majluf
El periodista, escritor y comentarista mexicano Pablo Majluf advierte cómo avanzan sin freno los planes de Morena, mientras los mexicanos permanecemos distraídos con la lluvia de problemas del mundo sobre los cuales no tenemos manera de incidir:
«En medio de este mundo tan convulso que se dirige hacia una conflagración, los medios y redes sociales y algoritmos cibernéticos luchan por nuestra atención —esa es la mercancía—, y nuestros neurotransmisores responden con angustia. Ucrania, Israel, Taiwan, Europa, Venezuela. Nos cae un aluvión constante de primicias que nos pone en alerta y roba el sueño.
A menudo me preguntan qué hacer para incidir. No se puede mucho, casi nada, lo cual no significa que esos escenarios no terminen influyendo algún día en nosotros. Sólo que es un despropósito entregarles más energía que la testimonial, pues no está en nuestras manos resolverlos, a menos que de veras uno se sienta tan comprometido con una causa, que le nazca donar o acudir, y habrá que ver si eso sirve.
Ni siquiera podemos incidir en la mente inestable y voluble del demagogo estadounidense —apenas si sus pocos asesores sensatos pueden— sobre aquello que sí nos afecta directamente, como los aranceles, el comercio, las remesas y la seguridad.
Por eso, el compromiso ciudadano más responsable es con lo inmediato, donde la voluntad tiene un poco más alcance, aunque también sea limitado. No me refiero al cliché de Gandhi que nos pide cambiarnos a nosotros mismos antes que al mundo. Me refiero a no perder de vista quiénes son nuestros principales enemigos, dónde están nuestras grandes amenazas y cuáles son los posibles preparativos.
Mientras el régimen obradorista nos convocaba a la unidad nacional para enfrentar al extraño enemigo, sus senadores decidían a nuestras espaldas —quiero decir exactamente al mismo tiempo— que de ahora en adelante será el propio gobierno el encargado en asumir las tareas de transparencia y acceso a la información gubernamental, lo cual quiere decir en español callejero que ya no lo podremos investigar como lo hicimos los últimos treinta años, regresándonos a aquel régimen autoritario y subrepticio que sometió a nuestra sociedad durante décadas y en el que sólo nos enterábamos de algunos chismes mediante trascendidos o dimes y diretes.
Al mismo tiempo también, se postergaba la famosa iniciativa del nepotismo, exonerando las rentas parasitarias de no sé cuántos Batres, Taddeis, Alcaldes y Monreales. Y a vuela pluma se imprimían y presumían las boletas electorales para adueñarse definitivamente del Poder Judicial y destruir virtualmente a la república.
Todo lo anterior, esta misma semana. La previa, un atraco desaforado a los ahorros de millones de trabajadores en el Infonavit. Una antes, el abogado del Mayo Zambada se revelaba como parte de la crema y nata del politburó. La anterior, México caía al peor puesto de la historia en el índice de corrupción de Transparencia Internacional. Y así cada semana, en cuenta regresiva, algo hacía el régimen para limitar las libertades políticas y ensanchar su poder hasta llegar a la disolución de la democracia y el pacto con criminales. Todo eclipsado por las convocatorias patrioteras al zócalo.
Pero fíjense: al final se pusieron de acuerdo, como lo hicieron el sexenio anterior, sobre los aranceles. Y previsiblemente ocurrirá lo mismo en seguridad, donde el régimen terminará persiguiendo opositores y entregando cascajo con algún chivo expiatorio a cambio de consolidar su autoritarismo doméstico.
Lo que quiero decirles, para despedirme, es que no nos distraigamos de lo fundamental, aunque seamos pocos. Cualquier preocupación por el mundo, incluido el demente del norte, debe primero considerar qué hará el enemigo interno para aprovechar y qué podemos hacer nosotros para defendernos. Sobra decir que vale empezar no yéndose con la finta y correr la voz.»
Sigue a Pablo Majluf en Disidencia
Foto de portada: Betrayed. Artista: Sorriso