El rey de una comunidad africana tenía diez hienas salvajes. Las usaba para torturar y que se comiera a cualquiera de sus servidores que cometiera un error.
Uno de los criados hizo un dictamen mal y al rey no le gustó en absoluto. Por lo que ordenó que el sirviente debería ser arrojado a las hienas.
El sirviente dijo:
– Yo te serví durante diez años, ¿y tú me haces ésto a mí?.
iPor favor, dame diez días antes de lanzarme a las hienas!
Y el rey se los concedió.
En esos diez días, el criado se dirigió al guardia que se ocupa de los animales y le dijo que le gustaría servir a las hienas durante los próximos diez días.
El guardia estaba desconcertado, pero estuvo de acuerdo, y el criado se dedicó a la alimentación de los animales, la limpieza, a bañarlas y con todo tipo de comodidad para ellos.
Cuando los diez días pasaron, el rey ordenó que el sirviente fuera arrojado a las hienas para su castigo pendiente.
Cuando fue lanzado, todos estaban sorprendidos al ver a las hienas voraces, solamente lamiendo los pies del criado.
El rey, desconcertado ante lo que estaba viendo, dijo:
– ¿Qué es lo que ha sucedido con mis hienas?.
El sirviente respondió:
– Yo serví a las hienas sólo por diez días, y no olvidaron mis servicios.
Sin embargo, le serví a su majestad por diez años y usted se olvidó de todo, en mi primer error.
El rey se dio cuenta de su error y ordenó que el criado fuera puesto en libertad.
Moraleja: Esto va para todos aquellos que se olvidan de las cosas buenas que una persona hizo por ellos y tan pronto como la persona comete un error, lo desprecian.