¿Quién es el psicólogo católico? Es una pregunta que muchos intelectuales y profesionales de la salud mental se han hecho durante décadas.
Partiendo de esta pregunta, la Asociación Católica de Psicología, constituida en 2019, quiere ofrecer su aporte y ensayar algunas respuestas.
Lo hará a través de un congreso que tendrá lugar del 20 al 22 de enero de 2023 en Roma, en el Hotel Villa Aurelia.
Se hablará de tener en cuenta tres dimensiones de la persona -espíritu, alma y cuerpo-, ayudar a diferenciar y a elegir entre el bien y el mal, contar con la rica herencia católica, acudir al Espíritu Santo, acompañar en el descubrimiento del sentido de la vida,…
Utilizamos un enfoque complejo/integrado, que tiene sus raíces en la tridimensionalidad del ser humano, que se compone de espíritu, alma y cuerpo
Están invitados psicólogos y psiquiatras. Pero también otras personas que se ocupan de la «salud del alma». Por ejemplo consejeros, educadores, pedagogos y personas consagradas comprometidas en la pastoral de la salud o el acompañamiento espiritual.
El psicólogo Emiliano Tognetti habla para Aleteia de su experiencia de unir el ejercicio de la psicología con la fe católica:
– ¿Cuáles son las características del psicólogo católico que lo diferencian de otros psicólogos?
El psicólogo católico se destaca porque adopta una psicología católica, o un enfoque integral. El profesional se reconoce en su valores y entorno y se adhiere a ella personal y libremente.
La psicología católica podemos decir que se diferencia de otras corrientes psicológicas por ese patrimonio de valores, identidad y ambientación que deriva de las Sagradas Escrituras y de la tradición de la Iglesia católica, en la que se reconoce plenamente.
Entonces la psicología es una rama de la antropología, es decir, un discurso general del hombre y sobre el hombre.
En este caso nuestra antropología de referencia, la católica, ve al hombre como síntesis única y siempre original de filiación con Dios Padre, redimido por Jesús y dotado de una voluntad libre que le permite discernir, es decir, elegir entre el bien y el mal con la ayuda del Espíritu Santo y la enseñanza de la Iglesia.
– ¿Cuál es su misión?
La misión de este profesional es ayudar a la persona que por algún motivo recurre a un profesional católico areflexionar sobre el problema, sobre lo que lo llevó a pedir ayuda. Y juntos compartir un viaje que la llevará a superar este malestar, señalado por sus propios síntomas.
Para ello, utilizamos un enfoque complejo/integrado, que tiene sus raíces en la tridimensionalidad del ser humano, que se compone de espíritu, alma y cuerpo.
El ser humano se mueve siempre a lo largo de estas tres vías que son inseparables y se reflejan entre sí, tanto en las buenas como en las malas.
– ¿Sobre qué base cristiana mueve su pensamiento un psicólogo católico?
El psicólogo católico se fundamenta en la enseñanza y tradición de la Iglesia. No se trata de una lista de dogmas, sino de una herencia muchas veces olvidada y reducida a estereotipos.
La Iglesia, a partir de las Sagradas Escrituras y de la inteligencia de los santos (entre los que también estamos nosotros para nuestro tiempo), ha desarrollado a lo largo de los siglos un enfoque, una antropología cristiana muy variada, que es imposible resumir en pocas palabras.
Solo pensemos en autores como san Agustín de Hipona, san Ignacio de Loyola, san Benito o el mismo san Francisco.
Ellos han elaborado visiones complementarias del hombre cristiano que aún hoy nos hablan a muchos de nosotros, creyentes y no creyentes.
No me he olvidado de santo Tomás, que merece una discusión aparte, dada su inagotable producción literaria. Él se ha convertido en el punto de partida de la asociación “Psicología Católica” de la que soy miembro.
El psicólogo católico se fundamenta en la enseñanza y tradición de la Iglesia, que no es una lista de dogmas, sino una herencia muchas veces olvidada y reducida a estereotipos.
– ¿Qué le enseña el método ignaciano al psicólogo contemporáneo?
La aportación de San Ignacio ayuda mucho al psicólogo de hoy. En todo caso, para mí, san Ignacio nos deja un método de discernimiento, el llamado “discernimiento de espíritus”.
Además de ser una práctica espiritual, es ciertamente una herramienta útil para distinguir lo que es bueno de lo que no lo es.
El psicólogo contemporáneo, después de haber entrado en la perspectiva cristiana y quizás también de haber hecho un camino espiritual y ejercicios, puede ayudar al paciente y trabajar con él.
Lo puede ayudar en su situación específica a comprender lo que es bueno, y diferenciarlo de lo que no es.
– Matrimonios en crisis: ¿cómo los trata un psicólogo católico?
Es una pregunta difícil de responder en pocas palabras. Resumidamente se podría decir que el psicólogo católico guarda una herramienta extra en el bolsillo, que es la propuesta. La propuesta de una nueva unidad, por redescubrir.
Es posible avanzar en momentos de crisis, cuando parece imposible pero muchos casos nos dicen que no lo es.
Un psicólogo católico es una persona que vive en el mundo y muchas veces también experimenta las tragedias de esta sociedad.
“Estamos en el mundo, pero no somos del mundo”, nos recuerda Jesús, pero no somos ajenos a estos sufrimientos.
Se parte del supuesto de que un profesional católico tiene una adhesión personal y profesional propia de la formación y de la experiencia.
Y una base común es ciertamente partir del sufrimiento traído por la pareja yayudar a las personas a comprender y tomar conciencia de lo sucedido.
– ¿Cuál es su enfoque personal en estos casos?
En lo personal mi enfoque es relacional e interpersonal. Por eso combino la dimensión personal con una mirada a la relación de pareja. Para ayudar a la gente a entender qué en sí y en la relación “ya no funciona”, qué errores, qué falsos mitos tenían cuando se casaron y cómo hacer que funcione.
En la relación obviamente, siendo un profesional católico, no puedo dejar de recomendar una dimensión de oración.
A ambos cónyuges les ayudaría tomar conciencia de la dimensión de la fe. Y por eso yo empezaría por que se reconocieran como hijos de Dios, ambos frágiles, pero redimidos por Jesús.
Y posiblemente, iniciaría un compartir relativo al perdón y a la reconciliación profunda, que partiera de la comprensión y la acogida del otro, como lo hicieron el día de su boda.
– Discapacidades y adolescentes: ¿en qué difiere el enfoque del psicólogo católico?
La discapacidad es más mi campo de actuación profesional. Puedo decir que la mirada que siento que tengo es la de un profesional que acoge a una persona normal con carencias particulares, muchas veces en condiciones de sufrimiento que derivan de algo objetivo o de una situación subjetiva de privación física y psíquica.
El psicólogo católico, en este caso, tiene una larga tradición de «mérito», a mi modo de ver. Porque Jesús fue el primer gran «innovador», en su relación con los más pequeños y marginados.
En este caso diría que el psicólogo católico, adherido al Evangelio, no se distingue de los demás. Es alguien que ayuda a ver a la persona tal como es, en su plena dignidad humana.
– ¿Y para los adolescentes?
Para los adolescentes, basta pensar en la impronta salesiana, que todavía hoy es muy fuerte: los adolescentes son portadores de necesidades y buscadores de sentido.
Y nosotros, que tenemos una herencia a menudo desconocida o ignorada, podemos ayudarlos a comprender que pueden convertirse -y ya lo son- en verdaderos hombres y verdaderas mujeres, porque Dios les ha dado muchos talentos que no deben desperdiciar.
Por lo tanto, no se trata solo de escucharlos o simplemente guiarlos, como además solemos decir hoy, sino de hacer ambas cosas potenciando sus impulsos y notando que, incluso en cosas equivocadas o cuestionables (el trap, el tabaco, la pornografía, el alcohol,…) hay una cuestión de sentido esperando a ser desarrollada.
A los adolescentes podemos ayudarlos a comprender que Dios les ha dado muchos talentos que no deben desperdiciar.
– ¿Cómo trata un psicólogo católico a una persona que tiene que iniciar un camino terapéutico por maltrato?
Con extremo respeto y delicadeza, como nos enseña Jesús, y es lo que Dios hace con cada uno de nosotros.
En este caso, debe resonar la advertencia de Jesús: «no hagáis a los demás lo que no queráis que os hagan a vosotros». En el sentido de que es una dimensión en la que hay que sumergirse profundamente en un sufrimiento que muchas veces desgarra el cuerpo, alma y relación con Dios y con los demás.
Y por ello, a la luz de lo dicho anteriormente, me pondría en el lugar de los que han recibido malos tratos y trataría de acogerlos y comprender su sufrimiento.
Pero sin reducirlos a eso: es y sigue siendo una persona que debe ser amada y debe descubrir que no todo se reduce a su herida, sino que ella es un punto de partida para redescubrir el amor, quizás bajo una forma nueva y diferente.
Son pocas palabras. Cada camino es único y muchas veces con mucho sufrimiento. Pero la dimensión humana, a la luz del cristianismo, es la del amor incondicional de Dios y me gustaría partir de ahí.
Víctimas de abusos: Hay que sumergirse profundamente en un sufrimiento que muchas veces desgarra
– ¿Cómo te acercas a un religioso?
¿Un religioso en crisis? El religioso es una persona con sufrimiento humano que ha elegido entregarse a Dios. Hay que ver para qué viene y con qué motivos.
Ciertamente un punto de partida es su elección de vida, ayudándola a redescubrir qué le llevó a elegirla y qué dimensiones de sufrimiento le llevan a la terapia.
Sabemos también que hay algunas cuestiones temáticas que los sacerdotes y religiosos están llamados a mirar conscientemente hoy: la soledad, las adicciones, la vergüenza, el miedo, etc.”.