Autor: Raúl Espinoza Aguilera
Fue el 22 de enero de 1973 cuando la Suprema Corte de Justicia dictaminó la sentencia “Roe vs. Wade” favorable a la interrupción del embarazo en toda la Unión Americana. Parece increíble, pero tuvieron que pasar 49 largos años para que se abriera de nuevo este caso.
¿Cuántos bebés fueron abortados en este prolongado período? Nada menos que la escalofriante cifra de 63 millones de vidas humanas que fueron destruidas y arrancadas del seno materno.
Para tener una visión más amplia de esta tragedia, esta cifra supera a los 51 millones de habitantes en Colombia; a los 46 millones de Argentina; a los 19,500 millones de Chile; a los 32,670 millones de Perú; a los 38,000 millones de Canadá. Y en Europa: a los 47 millones de España; a los 59 millones de Italia. Incluso superó al número de personas que perecieron -entre militares y civiles- durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918).
¿Cómo se generó esta historia? En1969, una mujer soltera de 25 años, Norma McCorvey (bajo el seudónimo de Jane Roe), del estado de Texas, estaba embarazada de su tercer hijo y sostuvo que había sido violada y presentó su caso ante los Tribunales. Después, se comprobó que esta afirmación era completamente falsa. Lo que ocurrió es que Norma McCorvey (Jane Roe) trató de impresionar a los jueces para conseguir que se aprobara el aborto y ganar su batalla legal contra Henry Wade, Fiscal del Distrito del Condado de Texas que se oponía al aborto. Después de varios intentos, su apelación llegó a la Corte Suprema donde su caso se escuchó junto con el de una mujer de Georgia de 20 años, llamada Sandra Bensing. Finalmente lograron su objetivo y los Magistrados decidieron que el derecho de una mujer a interrumpir su embarazo estaba protegido por la Constitución.
Los abogados de “Americans United for Life” sostienen que este fallo de “Roe vs. Wade” fue decidido erróneamente, además que resultó mal razonado y gravemente equivocado.
Durante todos estos años, las personas que defienden la vida humana cada 22 de enero, en casi todas las ciudades importantes de la Unión Americana, organizaron multitudinarias marchas por la vida. Los creyentes hacían mucha oración y penitencia pidiendo que se derogara esta sentencia tan absurda e injusta.
Lo cierto es que existían muchas presiones por parte de grupos a favor del aborto que querían que se aprobara a nivel nacional, por un supuesto “derecho al aborto”. Pero, sobre todo, porque desde el punto de vista económico es un lucrativo negocio para las clínicas, hospitales, doctores, enfermas y porque implica comprar todo el instrumental médico necesario, más la renta del quirófano, etc. Es decir, entre más abortos se obtiene mayor ganancia que va directamente a parar a los bolsillos de los médicos y hospitales.
Pero en 1995, Norma McCorvey se convirtió al Cristianismo y se unió a los movimientos en favor de la vida humana. Alrededor de esa fecha, Norma comentó: “He cambiado. Lo siento por haber sido terriblemente tonta e ingenua. En 1973 pensé que estaba haciendo lo correcto”. Con el paso de los años, Norma se convenció que el aborto era un abominable crimen y se comprometió a ayudar a las mujeres para salvar a sus bebés.
Hasta que el 24 de junio del 2022, la Corte Suprema de E. U., anuló el fallo “Roe vs. Wade” sosteniendo que ya no existe un supuesto “derecho constitucional federal” al aborto en el país. Como era de esperarse, estalló el júbilo y la alegría de todos los movimientos por la vida, nos sólo de la Unión Americana, sino de todo el mundo. Esta fecha, sin duda, es histórica y marca una nueva tendencia en favor de la vida.
Desde las más antiguas civilizaciones consideraron la vida desde la gestación como un valor superior, que exige la protección del derecho por medio del establecimiento de sanciones ante eventuales ataques. Esto se puede constatar en “El Código de Hamurabí”, en la literatura india del “Veda” o en las leyes de “Manú”. La cultura griega y el Derecho Romano introdujeron nuevos factores y matices.
Para el filósofo Aristóteles le resultaba muy claro que el aborto siempre era un acto criminal. También apoyaba el concepto que en la práctica no se puede olvidar el “Juramento de Hipócrates” que prohibía a los médicos practicar el aborto voluntario.
Este Juramento textualmente dice: “Jamás daré a nadie un veneno mortal, por mucho que me lo soliciten, ni tomaré iniciativa alguna de este tipo. Tampoco administraré abortivo a mujer alguna. Mantendré mi vida y mi arte alejado de esas culpas”.
Por su parte, el Derecho Romano, en su etapa clásica, vino a sentar el principio fundamental de la protección jurídica del concedido y el aborto era considerado como un delito.
En otras palabras, el “Derecho a la Vida” históricamente se comprueba que es de derecho natural, independientemente de la religión que se tenga, o si se es agnóstico o ateo.
Viene a propósito, citar al brillante genetista francés, Doctor Jérome Lejeune (1926-1994) quien escribió este acertado pensamiento: “Abortar es matar, aunque el cadáver sea muy pequeño”. Este médico e investigador fue Pionero de la Genética Moderna. Prefirió perder el Premio Nóbel de Medicina antes que renunciar a sus convicciones éticas en defensa de la vida humana.
Volviendo a esta histórica decisión de Estados Unidos, indudablemente ha producido una señal muy fuerte para que las cosas cambien, comenzando por reconocer al concebido como un ser humano. Se está abriendo un nuevo camino de esperanza y de retorno a la sensatez y objetividad científica. México tiene que reconsiderar su absurda posición de haber aprobado la interrupción del embarazo que está afectando a la vida de miles de bebés mexicanos. Sin duda, es una gravísima e injusta determinación en la que se está atentando contra los ciudadanos más vulnerables e indefensos de nuestra Patria. A la vez constituye un serio aviso para el principal responsable de esta decisión, Lic. Arturo Saldívar, Presidente de la Suprema Corte de Justicia en nuestra nación.