¿Te suele pasar que tu hijo o estudiante no se despega del celular y no sabes qué hacer? ¿Se te dificulta saber cómo establecer acuerdos para regular el uso de Internet en tu hogar?
Te invitamos a leer sobre la importancia de construir acuerdos conjuntamente y cómo son claves en el fortalecimiento de nuestras relaciones familiares.
Es común que en los hogares se presenten diferencias entre los integrantes de la familia. Todos tenemos personalidades y opiniones diferentes que pueden desencadenar en conflictos. Resolver las dificultades familiares es un tema que preocupa a muchos padres y cuidadores, ya que estas situaciones pueden desencadenar problemas sociales agudos.
El uso de Internet en la familia puede ser uno de los temas que generan diferencias. En época navideña, cuando nos reunimos con nuestros familiares y amigos, queremos invitarte a generar acuerdos, pues consideramos que son una herramienta de gran utilidad para enfrentar situaciones en las que todos tenemos opiniones diversas.
Los acuerdos son compromisos que se construyen entre dos o más personas frente a un tema en el que se tienen opiniones diferentes. Para que esto ocurra, todos tienen un espacio para presentar sus puntos de vista y sus propuestas. Con base en la diversidad de argumentos, estas propuestas iniciales se transforman de acuerdo a los puntos de encuentro para así configurarse y aceptarse por todos los integrantes.
¿Qué situaciones se acuerdan en una familia?
Acudimos a un acuerdo cuando vemos la necesidad de intervenir en una situación que puede estar causando malestar en la familia. Así, es normal que busquemos acordar con nuestros hijos algunos aspectos como la hora de llegar a la casa, el tiempo que invierten jugando en el computador y la cantidad de tiempo que dedican a navegar en Internet. En la investigación que realizamos en Tigo con el acompañamiento de la Universidad EAFIT, encontramos que el 41% de los niños y adolescentes encuestados reconocen que hacen un uso excesivo de Internet, y el 31% dice haber descuidado a su familia por estar en Internet. Esta situación, en principio, puede parecer alarmante. Sin embargo, desde Tigo queremos hacer un llamado a padres y cuidadores para que fortalezcan su rol de mediadores proactivos.
Para conocer más sobre lo que podemos hacer en estos casos, hablamos con Clara Tobón, consultora de Capacitación para la Vida, con amplia experiencia en el trabajo con padres de familia y estudiantes. Para Clara el acuerdo es sinónimo de participación, e implica considerar al otro y tenerlo en cuenta, saber que él también tiene una mirada frente a las cosas y es una herramienta necesaria para escuchar la voz de todos los miembros de la familia en la construcción de un objetivo que se quiere para un bien común, en un ambiente de participación cálido, amoroso y seguro.
Preparar el camino: antes del acuerdo
Hacer acuerdos exitosos va más allá de seguir unos pasos e implica cierto grado de preparación. Por eso, a continuación te presentamos algunas recomendaciones que nos da la experta y que pueden ser de gran utilidad en el momento en que nos sentemos a construir acuerdos familiares.
El vínculo y la conversación
Antes de hacer un acuerdo es importante trabajar en el vínculo que tenemos con nuestros niños y adolescentes. Los vínculos son los tejidos que elaboramos entre nosotros y se crean por las interacciones que tenemos con el otro. Cuando nos interesamos por los gustos y necesidades de nuestros niños y adolescentes les demostramos que queremos ser incluidos en sus vidas, que no somos los papás amenazantes a quienes da miedo hablar porque los vamos a regañar, sino que somos los papás con quienes pueden compartir. Esto ayuda a que fortalezcamos un vínculo que nos permitirá hacer un acuerdo que no sea autoritario, sino que, por el contrario, tenga en cuenta las necesidades y momentos que atraviesan todos los participantes.
Crear un vínculo es algo que lleva tiempo. Aunque es un elemento importante, para establecer acuerdos no hay que esperar hasta generarlo. Los vínculos pueden formarse a partir de una conversación tranquila. Si en nuestras familias hay diálogo, nuestros niños van a crecer en un ambiente más tranquilo y de confianza donde se forman los vínculos basados en el acompañamiento y no en el miedo. Cuando generamos una buena conversación y una invitación a que nos sentemos y revisemos cómo podemos convivir mejor y hacer un uso razonable de las cosas, abrimos una ventana a muchos otros temas interesantes. Así pues, antes de generar un acuerdo, lo mínimo que podemos hacer es generar una buena conversación.
La cultura de la pregunta amable
Es significativo crear dentro de la familia una cultura de la pregunta de una manera amable. Esto nos permite abordar a nuestros niños y adolescentes sin que les parezca extraño. En este tema en particular, es importante que los padres y cuidadores tengamos la oportunidad de preguntar a los menores acerca de las cosas que les interesan de Internet, por qué les gusta estar en la pantalla, qué cosas les gusta buscar, qué les gusta jugar. Es fundamental que conozcamos sus gustos e intereses mucho antes de entrar a establecer normas o de decir qué es bueno y qué no es bueno.
La pregunta también es una herramienta que podemos usar antes de corregir alguna conducta indeseada. Preguntar por ejemplo “¿qué fue lo que pasó?, ¿por qué lo hiciste?, ¿qué estabas buscando?” permite que los niños reflexionen sobre sus acciones sin sentir amenazas y formen un criterio a partir de sus errores. Para que los niños desarrollen su criterio es preciso que tengan la oportunidad de ser acompañados en su crecimiento y que puedan reflexionar sobre sus acciones sin sentirse amenazados por nosotros.
Liderazgo vs. Autoridad
La familia es un sistema y, como sistema, hay unos órdenes. Dentro de esos órdenes hay un papá y una mamá o hay un adulto que está encargado de orientar y acompañar a los niños y adolescentes. Dentro de ese orden, cada uno de los que conformamos ese sistema tenemos un rol y unas funciones puntuales y específicas para cumplir. Una de las cosas que más dificultan nuestra vida en familia es que conversamos poco y damos muchas cosas por hecho. De esta manera, esperamos que los otros hagan ciertas cosas porque a nosotros nos parece obvio que las hagan. Una vez más, resaltamos entonces la importancia de la conversación.
En ocasiones, podemos temer a hacer acuerdos con nuestros hijos porque sentimos que es posible perder la autoridad que tenemos ante ellos. Sin embargo, queremos resaltar que la autoridad y el respeto los ganamos mediante el liderazgo que ejercemos. Es importante ver nuestra familia como una empresa donde el papá, la mamá o los adultos cuidadores somos los líderes de la organización, y en esa empresa no necesitamos líderes autoritarios sino líderes inspiradores. La pregunta es entonces ¿qué clase de líderes estamos siendo?
Más tiempo para conversar
En algunas ocasiones, los padres y cuidadores sabemos muy poco sobre lo que les pasa a nuestros niños y sus intereses. Ejercemos una autoridad muy vertical y no los tenemos en cuenta para construir con ellos ciertas cosas que se van a vivir en familia. Cuando trabajamos, el tiempo que tenemos en familia es generalmente para crear los órdenes. Si hacemos unos acuerdos previos de funcionamiento y de responsabilidades mínimas, el tiempo que tendremos para pasar juntos será para -en otras cosas- comer juntos, cocinar, ver una película o conversar un rato.
Hay una conversación muy importante que podemos tener en familia cuando queremos mejorar y tener tiempo de calidad entre nosotros. Muchas veces contamos con pocos espacios para dedicar a nuestra familia porque tenemos mucho trabajo, y los niños y adolescentes ni siquiera saben cuáles son nuestros empleos. En este sentido, es bueno compartirles cómo es nuestro día a día, en qué trabajamos, qué nos gusta de eso, qué contribución hacemos. Cuando tenemos esta conversación abrimos una ventana que nos permite también preguntar a los niños cómo van en el colegio, qué les pasó en el día… Si lo establecemos como un propósito de la familia, siempre tendremos un momento para conversar.
Encontrar el mejor momento
Es fundamental que encontremos el momento oportuno en el que nos vamos a sentar para hacer un acuerdo. Es ideal que sea un momento tranquilo, sin presiones y no después de un regaño o de un episodio molesto. De esta forma, los niños y adolescentes disfrutarán ese momento y no lo vincularán con una experiencia negativa.
Ahora, ¿cómo hacer acuerdos en torno al uso de Internet?
Hemos visto algunos aspectos que podemos tener en cuenta antes de sentarnos a hacer un acuerdo en nuestra familia. Sin embargo, ¿cómo podemos realizar acuerdos sobre el uso que hacemos de Internet? Desde Tigo queremos invitarlos a construir este acuerdo así:
Consideramos que no es recomendable comenzar un acuerdo hablando sobre el uso de los dispositivos y de Internet, porque se puede generar desconfianza por parte de los niños y adolescentes. Es mejor y mucho más significativo si abordamos este objetivo desde otra mirada que tenga un propósito general, como, por ejemplo, un acuerdo para estar más tiempo juntos. Allí podríamos incluir entonces, otras actividades que realizamos y que no necesariamente comprenden el uso de Internet. Así, podemos acordar tanto el tiempo que vamos a navegar como el tiempo que vamos a dedicar a hacer las tareas o a sentarnos a compartir en familia.
Es importante que cuando lleguemos al tema específico del tiempo que pasamos navegando, escuchemos los gustos e intereses de los menores: no es lo mismo regular el tiempo de un niño que tiene una actitud proactiva y dedica su tiempo a aprender cosas nuevas o crear desarrollos gracias a Internet, a regular el tiempo de un niño que dedica su tiempo a ver videos graciosos o que solo quiere permanecer en redes sociales. Sin embargo, también es valioso que los adultos compartamos con los niños y adolescentes cómo disfrutamos Internet. Esto también puede ayudar a regular nuestro uso de Internet y tomar conciencia sobre nuestras propias actividades, la de ellos y cuánto tiempo les estamos dedicando.
Algunas cuestiones sobre las que podemos hacer acuerdos en el uso de Internet pueden ser:
- Lugar de navegación: podemos acordar, por ejemplo, que cuando estemos en el comedor nadie va a estar conectado. Según la edad de los niños también podemos acordar con ellos que naveguen siempre en espacios abiertos en los que podamos hacer presencia, y no encerrados en sus habitaciones.
- Horario de conexión: es posible definir si el tiempo para estar en Internet será durante el día y en qué momentos.
- Tiempo de conexión: también podemos acordar el número de horas que pasaremos conectados a Internet según el tipo de actividades que realizamos.
- Días de la semana: ¿podemos navegar toda la semana? ¿solo durante el fin de semana? ¿o solo durante 3 días? Acuerda con ellos los días de conexión. Ten presente que con los adolescentes habrá que hacer acuerdos más amplios de una manera conciliada.
- Aplicaciones, contenidos y páginas web que visitan: es importante acordar qué contenidos consideramos adecuados para ellos de acuerdo con su edad y sus intereses. Aquí también es muy valioso que lleguemos con propuestas de sitios y herramientas que queremos recomendarles.