Autor: Raúl Espinoza Aguilera
En forma paralela a la “Generación Literaria de 1898”, surge “El Modernismo”, de carácter estético, renovador de temas y de formas. Influye en esos escritores el “Parnasianismo Francés” del poeta Leconte de I’Isle, que cultiva el verso sólo por su perfección formal.
Una de sus figuras más destacadas es el célebre poeta de Nicaragua Rubén Darío. Me parece que casi todos recordamos muchos de sus poemas sonoros y de gran belleza estética.
Según esta corriente literaria el poeta debe buscar temas raros o refinados, que permitan la creación de belleza exquisita, utilizando ritmos y metáforas nuevas. Influye en este aspecto el “Simbolismo francés” de Paul Verlaine que canta a la seducción de las cosas remotas e inefables.
El Modernismo es un fenómeno literario de carácter hispanoamericano, debido al prestigio de Rubén Darío que deslumbró a renombrados escritores de la Literatura Española.
No fue solamente una tendencia literaria; el Modernismo fue una tendencia general. Era el nuevo encuentro con la belleza, pletórica de entusiasmo y libertad.
Rubén Darío nació en Metapa (Nicaragua) en 1867. Su vida transcurrió entre el periodismo y los cargos diplomáticos, lo que le permitió viajar por casi toda Europa y América. Murió en 1916.
Es considerado uno de los poetas más importantes de la poesía del siglo XX. Supo encontrar nuevos tesoros de belleza y comenzó un movimiento de renovación en las tres primeras décadas del siglo pasado.
Hay un bello poema dedicado a “Margarita Debayle”, que podría parecer cursi, pero no hay que perder de vista que está dedicado a una niña pequeña, así que los versos rebosan de ingenuidad y sencillez. Así dice en versión sintetizada: “Margarita está linda la mar y el viento, / lleva esencia de sutil azahar; / yo siento en el alma una alondra cantar” / (…) Y ella dice: Por las olas por el viento fui a la estrella y la corté” (…) / Y el papá dice enojado: un castigo has de tener: vuelve al cielo lo robado/ vas ahora a devolver. / La princesa se entristece/ por su flor de luz, / cuando entonces aparece / sonriendo el Buen Jesús. / Y así dice: “En mis campiñas esa rosa le ofrecí; son mis flores de las niñas / que al soñar piensan en mí”. / (…) Ahora la princesa está bella, / pues ya tiene el prendedor / en que lucen, con la estrella, / verso, perla, pluma y flor. (…) / Margarita, está linda la mar, y el viento / lleva esencia sutil de azahar.” /
Entre los libros más destacados de Rubén Darío, figuran: “Azul” (1888), “Prosas profanas” (1896), “Cantos de Vida y de Esperanza (1905). Tiene otras obras de carácter patriótico en la que se exalta la raza, por ejemplo, “España” (1901). Darío lleva a cabo una verdadera revolución métrica del verso basada en su musicalidad. Como en su tiempo, Paul Valery revolucionó al arte del verso en el que buscaba la poesía pura en contraposición con el romanticismo.
Otras veces se exalta ante los abusos del gobierno yanqui, como en su poema: “A Roosevelt” (1904), que causó gran polémica por su carácter socio-político. En este poema denuncia que Theodore Roosevelt atropella la libertad de los pueblos latinoamericanos, como fue la invasión a Cuba en 1898 por una guerra que los mismos yanquis se inventaron, pero todos sabían que, en su afán imperialista, querían apoderarse de esta isla caribeña. Lo mismo sucedió con Puerto Rico y Filipinas.
Escribe en sus versos: “Eres los Estados Unidos, / eres el futuro invasor / de la América ingenua que tiene sangre indígena, / que aún reza a Jesucristo y aún habla español”. (…) (Eres) el riflero terrible y el grande cazador / para poder tenernos en vuestras férreas garras / Y, pues contáis con todo, pero falta una cosa: ¡Dios! /
Otro escritor destacado del Modernismo fue Don Ramón María del Valle Inclán (1869-1936) un fiel discípulo del poeta de Nicaragua. Fue periodista y soldado. En 1892 estuvo viviendo en México. Dentro de su obra poética destacan: “Aromas de Leyenda” y “El Pasajero”. También escribe en tono humorístico y caricaturesco, como en “La pipa de Kif.
Dentro de su obra en prosa figuran: “Sonatas”, “Comedias Bárbaras, “Novelas de la guerra carlista”, con evocaciones de carácter legendario que el escritor recuerda con nostalgia.
Hay una obra con un tono francamente satírico cuya lectura resulta muy divertida y amena, titulada: “El Tirano Banderas”. Se trata de una caricatura de algunos gobiernos latinoamericanos que persisten hasta nuestros días.
Otro inolvidable escritor fue Juan Ramón Jiménez (1881-1958). Sus primeros libros son de tono modernista, donde palpita un espíritu doliente y sentimental. Como prosista destaca su delicioso libro “Platero y yo”, recomendable para todo público. En 1956 recibió el Premio Nobel de Literatura por su cuidada y elegante prosa.
La obra de Juan Ramón Jiménez marca el tránsito entre el Modernismo y las escuelas poéticas posteriores.
Otros destacados escritores son: Manuel Machado (1874-1947), hermano del Antonio, el gran poeta de Castilla; Francisco Villaespesa (1877-1935) que alcanzó gran popularidad con sus evocaciones históricas; y Emilio Carrere (1880-1947) quien recibe una notable influencia del francés Paul Verlaine y traslada la vida bohemia y sentimental al ambiente madrileño.