Muchos tenemos la impresión de que sino forzamos a los niños o no les motivamos o no les hacemos trabajar duro no llegaran a ser «alguien» en la vida o en un futuro. Para muchos adultos la vida quizás sea dura o quizás, simplemente, es que la ven y la viven como dura por que la miran desde esa prespectiva. Aún teniendo o viviendo una vida difícil no es suficiente razón ni excusa valida para hacerles a ellos (los niños) la vida imposible o difícil. Si les forzamos dejan de tener interés por tanto pierden toda motivación intrínseca (la que viene de dentro, de nuestro corazón) .
He oído alguna vez decir a algún padre/madre: «Yo tengo que madrugar e ir a trabajar todos los días, hacer cosas que no me gustan…, pues ellos también tienen que prepararse para lo que les tocará vivir en esta vida». Alguien que habla y piensa así ya da por sentado que su hijo/a también va a tener un trabajo que no le guste, que madrugar es «malo», y lo peor de todo es la imagen que proyecta de infelicidad y negatividad hacia su hijo/a. Lo único que le esta enseñando este/a padre/madre a su hijo es que hacerse mayor no es algo agradable y que uno debe esperar de antemano no ser muy feliz y deber hacer cosas que no nos gusten.
Si queremos adultos felices, que vivan la vida que quieren vivir, enamorados, que amen aprender y que sean realmente ellos mismos y no lo que sus padres un día planearon para ellos debemos dejar que los niños sean niños de niños: AHORA, y dejar de prepararlos para algo que quizás no llegue nunca. Una necesidad futura no es en si una necesidad autentica. No podemos saber de ninguna manera que va a necesitar una persona a los 15, 20, 30 o incluso 40 años. Es absolutamente imposible saberlo.
Vivamos nuestra vida lo más felizmente posible. Que nos vean felices y con ganas de hacer cosas. Si amamos nuestro trabajo y ellos lo ven y lo sienten así no pensaran jamás que trabajar es algo malo, monótono, aburrido, pesado… Trabajar podría llegar a ser, si nos lo proponemos, algo por lo que sentirnos útiles: hago algo por alguien, ayudo… Aunque tengamos un trabajo considerado «inferior» por otras personas, bien seguro que ellas no lo haría pues aquí estamos nosotros para servirles y hacerlo por ellas con ilusión. Bien seguro que ellos con su trabajo también nos sirven directa o indirectamente. Hay muchos doctores, abogados, ingenieros… (por citar algunos trabajos considerados superiores) muy infelices y tristes y por el contrario somos muchas las mamás que educamos en casa felices y contentas (por citar una profesión considerada inferior: ama de casa). De nosotros depende. Ese es el mejor mensaje que les podemos mandar a nuestros hijos hoy. Que hagan lo que hagan lo importante es cómo se sienten al hacerlo y no lo que otros puedan pensar.
No podemos cambiar el mundo pero si podemos cambiar la visión que tenemos de el. Y también podemos cambiar «nuestro» mundo y así atraer hacia nosotros más de lo que deseamos, necesitamos y queremos.
No es tan difícil soltarnos. Lo primero y más importante, en mi opinión, es confiar en ellos. No ciegamente sino con total certeza de que ellos saben mejor que nadie lo que necesitan en cada momento de su vida tanto a nivel emocional (caricias, contacto, brazos, mirada, besos, palabras de amor: TE QUIERO…) como cognitivo (letras, números, conocimientos varios…). Casi siempre vamos a tener la sensación, impresión… de que algo no va del todo bien, o que esto con mi hijo no funciona por que es tan… o tiene tal… o cual… pero, sinceramente, pienso que no tenemos ni la más remota idea de lo que es SER siendo niño. A ninguno de nosotros (quizás alguno) se nos dejó SER plenamente de niños por lo tanto es muy difícil que nosotros podamos saber que es eso y poder soltarnos y confiar. Es más fácil repetir los mismos patrones que hacerlos de nuevo (continuar agarrados). Salirse del rebaño es muy difícil, a menos que estemos dispuestos a cuestionar todo, todo el tiempo. Dentro del rebaño nos sentimos más protegidos y seguros que fuera de el. Pero, y los niños, ¿dónde se sienten mejor? ¿Qué queremos realmente para ellos? ¿Qué continúen siento replicas nuestras y nosotros de nuestros padres y nuestros padres de nuestros abuelos…? o dejarlos SER y disfrutar de verlos y estar allí presentes en cuerpo y alma para cuando nos necesiten, nos pidan y así puedan tener la certeza de que jamás estan solos sino que compartimos la misma vida pero no la vivimos de la misma manera.
Los niños que piensan por si mismos se las arreglan, también, por si mismos. Son más autónomos, más independientes, llegan a tener más recursos, saben pedir ayuda cuando la necesitan o rechazarla cuando no la quieren o no la han pedido Si no controlamos lo que piensan tampoco hace tanta falta controlar su comportamiento. Cuando uno ES y dejado SER no tiene tanta necesidad de aprobación, admiración… uno se siente más seguro. En resumen, cuando nos sentimos bien nos comportamos, también, bien. Un niño que se siente mal, automáticamente, se porta «mal». Querer cambiar la conducta de un niño sin primero averiguar la causa que ha provocado ese comportamiento no lleva a nada positivo. Si eliminamos la causa eliminaremos, también, el comportamiento indeseado. Ya no habrá motivo para comportarse así. Conclusión: Si le hacemos sentir bien se portara bien. Parece que no pueda ser tan simple, ¿verdad? Pues, es así de simple pero casi siempre queremos que hagan o dejen de hacer sin ni siquiera preocuparnos por lo que puedan estar sientiendo o necesitando en ese mismo instante. Es (siempre) más importante lo que nosotros queremos y sentimos en ese momento.
Fuente: Yvonne Laborda