Emmanuel Rincón nos explica la fórmula de los Estados comunistas para dominar a la población, robar todo el dinero y consolidarse en el poder.
Para destrozar la economía de un país hace falta mucho más que solo incompetencia.» El editor-at-large en El American, Emmanuel Rincón, dedica la decimotercera entrega de Culture War a analizar la fórmula revanchista de resentimiento y envidia con la que los Estados socialistas arruinan países enteros.
Para que los distintos grupos de poder, las fuerzas militares, empresarios, partidos políticos y sociedad civil sean incapaces de hacer frente de forma articulada al robo de recursos, este debe hacerse organizadamente. El mejor ejemplo de esto, según nos cuenta Emmanuel, es el chavismo y su régimen dictatorial en Venezuela.
«No hay en la historia de la humanidad un grupo político más eficaz que el liderado por Hugo Chávez en destrozar todo un país de forma escalonada», dice Rincón. Según su planteamiento, el chavismo concibió «la fórmula idónea» para empobrecer y dominar a la nación más rica en recursos naturales de toda Suramérica.
Parte indispensable de esa fórmula es empobrecer a la ciudadanía para mantenerlos ignorantes e indefensos ante los atropellos del enorme Estado. Sin embargo, ese no es el primer paso. Nos dice que «no puede haber un saqueo exitoso si antes no se ha generado en la opinión pública la idea de que se vive en una sociedad injusta, dividida entre oprimidos y opresores».
La fórmula del revanchismo, la envidia y el resentimiento
No puede haber una revolución sin un enemigo. Luego de engendrar resentimiento en la opinión pública, lo siguiente es ubicar un antagonista a quien culpar de todos los males de la sociedad. Los comunistas invocan guerras de todo tipo para señalar al «factor desestabilizante» que oprime al pueblo.
«El estado de guerra o de calamidad generará la necesidad de aceptar las decisiones colectivistas», dice Emmanuel. Para eso, el comunismo se inventa guerras económicas, eléctricas y, por supuesto, armadas. El enemigo natural del sistema socialista es el empresario, así como todo grupo político e intelectual que promueva el individualismo y las libertades por encima del bien colectivo.
Para atacar a estos enemigos se les deshumaniza y se abre paso a la división, la segregación y al odio. Y, por supuesto, para lograr el éxito de todo lo dicho es necesario señalar al pueblo como una víctima de esos enemigos que necesita que el Estado la proteja.
Cuando el Estado se haya apropiado de todos los medios de producción, el ciudadano, que ha sido convertido en víctima, no podrá revelarse. Así se cumplirán los objetivos a largo plazo de los comunistas: robarse el dinero de todos mientras el Estado se consolida fuerte e indestructible.
Fuente: El American