El juego es muy importante para los niños, pues contribuye al desarrollo de sus cualidades y a la maduración de su mundo emocional.
Los juguetes existen hace millones de años y son producto de las circunstancias culturales y sociales de los pueblos. Empecemos por la reina de los juguetes: la muñeca, la que no habla ni tiene movimiento; es un excelente juguete, ya que se convierte en un elemento versátil; tanto como la dueña.
La muñeca entra profundamente en el mundo de la niña que asume jugar con ella. Al observar a un grupo de niñas que juega a representar una escena de la cotidianidad familiar, vemos que las muñecas se convierten en enfermeras, cocineras, doctoras, amas de casa… una lista de roles tan larga como la experiencia de los participantes; es decir, la versatilidad del juguete consiste en la apropiación que la dueña pueda hacer de ella.
Juguetes como la tradicional muñeca posibilitan la creatividad infantil de manera amplia, permitiéndoles la vivencia de sus espacios afectivos, sociales y psíquicos.
El juguete suele ser el protagonista de los sueños de los niños, de sus más profundos deseos. Es muy recomendable el uso de juguetes sencillos, ya que los sofisticados o costosos terminan guardados para evitar su destrucción. ¡Qué sentido tiene comprar juguetes y luego limitar o prohibir su uso!
Una de las mejores formas de educar es convertir en juego la vida cotidiana, para darle emoción y hacer una aventura de cada evento: al irse a la cama, al comer juntos, al arreglar el cuarto… Basta un poco de imaginación y entusiasmo para motivar al niño y ayudarle a jugar realizando sus propios deberes. Todo ello depende en gran parte de la creatividad de los padres.
El mundo del juego le ofrece al niño algo esencial: confianza en sí mismo y seguridad. En ese mundo ficticio, él es quien marca las reglas. Pero también habrá momentos en que se enoje porque las cosas no han salido como quería y debe aprender a manejar la frustración. Esto es bueno porque aprende que en la vida no todo sale como queremos o cuando lo deseamos.
A los niños pequeños les gustan los juguetes grandes. Uno de los motivos de esta preferencia es que les gusta el poder y ejercerlo. Por ello encuentran satisfacción al dominar un objeto más grande que ellos mismos.
A continuación compartimos algunas de las características que conviene considerar a la hora de elegir los juguetes:
• Que sean sólidos, no frágiles.
• Que sean acordes con la edad del hijo (en muchos casos se puede jugar con un margen de dos años sobre la edad que marca el fabricante).
• Que no sea de uso exclusivamente personal.
• Que le permita dejarlo en cualquier momento y volver después con él.
• Que no requiera que se juegue con él varias horas forzozamente.
• Que sea grande cuando el niño es pequeño, y pequeño o mediano cuando el niño es grande.
• Que no tenga como principal factor la suerte o el azar a la hora de jugar con él.
• Que reclame el uso de su imaginación.
A la hora de comprar el juguete los padres debemos pensar en el niño y no en nosotros. Los dos criterios clave son: elegir el juguete que le guste a tu hijo y que le ayude a desarrollar su madurez, personalidad y aptitudes, de acuerdo con su edad.