No sufra y acepte que es usted un intolerante, por Álex Navajas

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Ya sabe que hay quienes toleran todo excepto a aquellos que no toleran todo. Pero no se preocupe: se puede –y se debe- vivir con ello sin perder un gramo de paz. Usted a lo suyo. El favor y la aprobación de la izquierda cultural y autoritaria nunca lo va a conseguir. Por tanto, ¿por qué preocuparse?

Les voy a contar un secreto que les va a aliviar: puede usted considerarse un buen ecologista si es respetuoso con el medio ambiente –no solo de palabra, sino especialmente cuidando los detalles pequeños del día a día- aunque no comparta los dogmas que tratan de imponernos los agoreros de la histeria climática que están reunidos estos días en Madrid. 

Otro alivio más: puede usted considerarse feminista y respetuoso con las mujeres y, a la vez, criticar las ideologías de género y cuestionar todo el adoctrinamiento que nos pretenden hacer tragar desde que somos niños.

Uno más: puede usted mostrar su más rotunda repulsa al maltrato intrafamiliar a la vez que dice eso tan sensato y razonable de que la violencia no tiene género y que hay que condenar con la misma severidad al que cometa el delito sea varón, mujer, alto, bajo, nacional, inmigrante, joven, viejo, de una etnia u otra, sin que le llamen machista, machirulo, racista y demás. 

Y otro: puede usted seguir comiendo carne, llevar zapatos de piel o asistir a los toros sin tener que soportar que le llamen asesino. 

También puede –y debe- respetar y tratar con delicadeza y cortesía a las personas que se presenten como homosexuales, bisexuales, trans, no binarias, binarias, koliosexuales, sapiosexuales, no conformes, de género fluido, intergénero, lithsexuales, FTM y así hasta los 112 géneros que ha determinado la ONU que existen (por ahora) y, a la vez, estar plenamente convencido de que sigue vigente aquello de “hombre y mujer los creó”. 

HAY UNA PARTE DE LA DERECHA BLANDITA Y ACOMPLEJADA QUE SIGUE TRATANDO POR TODOS LOS MEDIOS QUE LA IZQUIERDA LE CONCEDA GRACIOSAMENTE EL CARNET DE TOLERANTE Y DEMÓCRATA. Y SE HUMILLA LO QUE HAGA FALTA 

Le adelanto algo: por supuesto, la izquierda cultural le va a negar el carnet de ecofeminista, de abierto de mente o de gay-friendly y le despachará con aquello de homófobo, tránsfobo, fascista, ignorante, negacionista, intolerante, la derecha reaccionaria y de la caverna y demás lindezas. Ya sabe que hay quienes toleran todo excepto a aquellos que no toleran todo. Pero no se preocupe: se puede –y se debe- vivir con ello sin perder un gramo de paz. 

Mire, usted ya sabrá que los equipos marrulleros de fútbol o de rugby se dedican a embarrar el terreno de juego antes de que empiece un partido para dificultarle las cosas al oponente. Eso es exactamente lo que hace la izquierda a nivel mundial: se ha apropiado de una serie de campos que ha enfangado a base de inventar “un Himalaya de falsedades” (como reconocería el pasado siglo precisamente un insigne socialista, Julián Besteiro) para que la derecha no pueda jugar en ellos. 

A la izquierda le interesa la mujer… dependiendo de qué mujer sea. Ésa es la cruda realidad aunque algunos no la quieran ver. Si es una política de un partido conservador la que es abucheada o vejada, la izquierda hablará de libertad de expresión, pero si es al revés, saldrán en tromba a defender a la política de izquierdas exigiendo respeto. 

Lo mismo pasa con la homosexualidad. El historiador Fernando Paz recuerda que, “para Engels, la homosexualidad resultaba «abominable» y «despreciable». Además, era una «monstruosidad moral». Para Marx, la alteración de las relaciones humanas fuera de la pareja monógama era una aberración, (…) «la relación de un hombre con una mujer es la relación más natural de un ser humano con un ser humano». Lenin diría algo semejante años después”. El Ché Guevara era más pragmático: a los homosexuales los encerraba directamente en campos de trabajo.  

Hay una parte de la derecha blandita y acomplejada que sigue tratando por todos los medios que la izquierda le conceda graciosamente el carnet de tolerante y demócrata. Y se humilla lo que haga falta, e hinca la rodilla, y comulga con ruedas de molino y se lanza al terreno de juego enfangado. Por supuesto, la izquierda, que juega en casa, le gana de goleada. Pero ahí sigue esa derechita cobarde haciéndose perdonar por el marxismo cultural.

Mire, no se preocupe. Sea usted una persona cordial, abierta de mente, educada, tolerante, acogedora, que escucha, que se pone en la piel del otro, que no prejuzga y, a la vez, no renuncie a la búsqueda de la verdad y propóngala valientemente. Y lo que digan los otros… pues que no le inquiete. Usted a lo suyo. El favor y la aprobación de la izquierda cultural y autoritaria nunca lo va a conseguir. Por tanto, ¿por qué preocuparse?