Por: M. Salud Conde Nieto
Queridos chicos, queridos jóvenes: ¡Amen cada vez más a Jesucristo! Nuestra vida es una respuesta a su llamada y ustedes serán felices y construirán bien su vida si saben responder a esa llamada. — Papa Francisco
Para quienes dedicamos nuestra vida a los jóvenes y niños, y a veces nos sentimos confundidos y rebasados, el año comienza de la mejor manera: con una guía que orienta y un empuje que nos impulsa hacia adelante.
Es una orientación universal pues, de una u otra manera, todos tenemos una presencia o relación con las nuevas generaciones, ya sea como padres, maestros, mentores, jefes, etc. Es una responsabilidad que no debemos rehuir ni podemos voltear hacia otro lado; pues hay un compromiso con los chicos; el Papa Francisco nos lo ha remarcado con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud, en Panamá, y la guía es muy clara: educar con y en el amor.
Y el amor se esconde en cada momento de la vida diaria. “Los jóvenes, y también los mayores, tenemos que sentir la presencia del Señor en nuestra vida. Él está cerca de cada uno de nosotros, como compañero, como amigo, como padre, como hijo, como maestro; se sienta al lado, nos habla, nos ayuda a comprender y nos alienta en los momentos difíciles. Nunca nos abandona”, nos explica el Papa Francisco.
¡Qué bueno que nos lo recuerda! Porque, muchas veces, con tantas preocupaciones, se nos olvida: Dios te busca, aún si tú no lo buscas; Dios te ama, aún si tú te has olvidado de Él. Cuando los hijos sienten que nadie los entiende, Él los entiende; cuando los papás se desesperan, Él los espera; cuando los estudiantes se preocupan, Él los apoya; cuando los maestros se cansan, Él los fortalece. Sólo hay que pedírselo, como un niño o un joven, a su padre. El propio Papa Francisco lo confirma: “Para orar, que es hablar con Él, bien hay que tener un corazón de niño”. No dudemos en pedirle, como un hijo a su papá; ésa es la guía, el impulso con el que empezamos el año.
Uno de los ocho santos patronos de esta Jornada Mundial de la Juventud, en Panamá, ha sido San Juan Diego. Como todos los jóvenes, tenía una gran transparencia, confianza, honestidad, sencillez, fuerza, buen ánimo y, sobre todo, creía en algo mejor, que los sueños podrían ser realidad. Y, la Santísima Virgen, siempre joven, le respondió, como nos responde a todos los que creemos que así será.
Ésa es una de las primeras lecciones de este año, y creo que no hay mejor forma de comenzarlo, ahora que tanto se habla de incertidumbre, equivocaciones, problemas, crisis. Una guía que nos orienta e impulsa.
El tesoro mayor
Con Dios todo lo podemos lograr. — Madre Trinidad