Para la mayoría de los que iniciamos una familia, no suena descabellado decir que mucho del sacrificio que realizamos día con día se hace por y para los hijos. Todos deseamos –de corazón– el poder brindarles las herramientas necesarias para que logren un desempeño exitoso y que, al mismo tiempo, puedan ser felices en su edad adulta. Desafortunadamente, en ocasiones, aunque la meta es a largo plazo, nuestras acciones se enfocan en lo inmediato.
En Estados Unidos, aproximadamente una tercera parte de las familias de clase media y una cuarta parte de clase baja inician un sistema de ahorro para la educación universitaria de sus hijos. En nuestro país todavía es muy bajo el número de familias que consideran un sistema de ahorro para la educación superior de los hijos, cuando la realidad nos hace ver que un título universitario poco a poco se está convirtiendo en un requerimiento mínimo indispensable para poder ser partícipe de una sociedad productiva cada vez más competitiva.
Las universidades no son ajenas a esta situación y han tenido que diseñar sistemas de apoyo financiero que atraigan el talento egresado de la educación media superior, sin embargo, esto no es suficiente. Al mismo tiempo, las universidades tienen que enfrentar costos para poder mantener el paso de instituciones de primer mundo.
En el caso de la UDLAP, la infraestructura en tecnología y comunicaciones que se instala cada año va de la mano con la demanda de estudiantes de todos los continentes que visitan nuestra institución y acorde a los requerimientos necesarios para la investigación coparticipe con otras instituciones.
Ante este panorama, es importante recurrir a sistemas de ahorro que permitan, a medida en la que se aproxima el momento, cubrir con la inversión de una educación superior de calidad.
Los instrumentos que se tienen a la mano para generar esquemas de ahorro con objetivos a mediano y largo plazo son seguros y robustos financieramente hablando con diferentes riesgos para diferentes perfiles. Si estamos dispuestos a incurrir en deudas por bienes en el corto plazo con tasas muchas veces altas, ¿por qué no íbamos a invertir de manera inteligente en aquello que consideramos lo más importante en casa?
“El hábito y los beneficios tangibles que se derivan
de un instrumento de ahorro no sólo representan una
inversión, al mismo tiempo es una enseñanza a
nuestros hijos de la importancia de pensar a largo
plazo y planear financieramente los objetivos de
forma inteligente.”
Autor: Dr. Luis A. Barroso
Director de Posgrado de la
Escuela de Negocios y Economía.
Universidad de las Américas Puebla.