El deseo de ser dioses al margen de Dios en la Nueva Era: LUCIS TRUST

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Vicente Jara

El deseo de ser como Dios, hacer lo que me dé la gana, es el fundamento sobre el que se construye la Nueva Era, pues es el cimiento de la magia, el dominio al margen de Dios. Dentro de esta corriente de la “New Age”, en concreto desde la Teosofía, surgió la fundación “Lucis Trust” de Alice Bailey, un organismo con presencia en las estructuras de las Naciones Unidas, cuyo fin no es otro que entronizar el deseo humano de ser como Dios al margen de Él tal y como hizo Lucifer.

El surgimiento de “Lucis Trust” desde las creencias de la Teosofía

La Teosofía es uno de los pilares para explicar el mundo y la sociedad en la que vivimos, impregnada de la corriente de la Nueva Era. Esta organización se encuentra en el origen de la situación actual de desbordamiento de espiritualidades de todo tipo, corrientes sincretistas orientales y occidentales, de progreso espiritual y crecimiento personal, búsqueda de la conciencia, meditación, contactos con seres superiores, magia, neo-paganismo, terapias alternativas, etc.

La fundadora de la Teosofía fue Helena Petrovna Blavatsky, y podemos dar la fecha de 1875 como fundación de la Sociedad Teosófica en New York. Junto a ella estaban Henry Olcott y William Judge. Tras la muerte de los dos primeros la dirección pasó a Annie Besant.

Una de sus miembros, Alice Bailey, tras pasar algunos años en la organización, se marcharía por diferencias en el planteamiento de las doctrinas y formaría su propia agrupación, al tiempo que escribiría una serie de obras que influirán en multitud de aspectos de la actual corriente de la Nueva Era, desde el cristianismo esotérico, el neo-gnosticismo, el neo-paganismo, a la ecología, la magia, las curaciones espirituales o el feminismo.

La gran organización fundada por Alice Bailey es la llamada “Lucis Trust”, la fundación de la luz, o fundación Lucifer. Esta fundación está conformada por otras entidades menores: la Escuela Arcana, la agrupación Buena Voluntad, y los diferentes Triángulos.

Decir que Alice Bailey dijo que tenía contacto con seres superiores, entidades iluminadas, maestros, como el que también se comunicó, según dice ella, con la señora Blavatsky, una entidad que nunca nadie vio, denominada Koot Hoomi. Pero la principal entidad superior de Alice Bailey es el llamado “el tibetano”, otra entidad inteligente, superior, Djwhal Khul. Son los maestros ocultos, que según la Teosofía revelan sus secretos a ciertas personas, como ellos, aspecto propio de las doctrinas esotéricas.

La Voluntad por encima de todo

Para ellos Lucifer no refleja tanto el significado de Satán o Satanás, como adversario del hombre ante Dios, aquel que delata el pecado humano ante la divinidad, sino la figura luciferina, prometeica, la que pretende ponerse en el lugar de Dios. Lucifer es la imagen del hombre que desea alcanzar la divinidad por sí mismo. Es robar a Dios la Luz, la Sabiduría, para colocarse él mismo, el ser humano, en el trono divino.

Sin embargo, esta organización presenta un rostro más amable, lo cual se puede apreciar viendo lo que denominan la Gran Invocación, el mantra que ellos consideran esencial para llegar a esta situación.

 “Desde el punto de Luz en la Mente de Dios/ Que afluya luz a las mentes de los hombres/ Que la Luz descienda a la Tierra./ Desde el punto de Amor en el Corazón de Dios/ Que afluya amor a los corazones los hombres/ Que Cristo retorne a la Tierra./ Desde el centro donde la Voluntad de Dios es conocida/ Que el propósito guíe a las pequeñas voluntades de los hombres/ El propósito que los Maestros conocen y sirven./ Desde el centro que llamamos la raza de los hombres/ Que se realice el Plan de Amor y de Luz/ Y selle la puerta donde se halla el mal./ Que la Luz, el Amor y el Poder restablezcan el Plan en la Tierra”.

Este mantra, esencial en “Lucis Trust”, presenta tres elementos: la Luz, el Amor y la Voluntad. A cada uno de estos elementos le corresponden la Mente de Dios, el Corazón de Dios, y la Voluntad de Dios. El Amor fue identificado inicialmente con Cristo, que no es el verdadero Jesucristo, sino el Cristo esotérico, tanto que hoy, y para ser políticamente correctos, esta llamada Gran Invocación ha sido cambiada, pudiéndose poner en lugar de Cristo a Buda, o a quien desees, porque no es el Jesucristo de los cristianos , sino una entidad elevada, una figura simbólica hermética.

Con este mantra, que ellos difunden, se busca restablecer un plan trascendente y no dejar que el mal entre en el mundo. No nos confundamos, porque todos estos grupos de la Nueva Era hablan de Cristo pero es una forma de llamar al ser humano autoconsciente, en meditación, iluminado, como un Buda. Nada más, no es el verdadero Jesucristo, el predicado por la Iglesia.

Queda claro que para la “Lucis Trust” lo fundamental es el deseo, la Voluntad. No es ni la Inteligencia (que más bien es inteligencia práctica, técnica, expresada en la magia que pretende alcanzar todos los deseos) ni el Amor (que no es la caridad cristiana, sino una fraternidad globalista y colectiva). Por esta razón no hay oración verdadera para sus miembros, sino la meditación, entendida como un medio, una técnica, de canalizar energía.

Ligado a este núcleo voluntarista está la disolución del cristianismo y con ello lograr un sincretismo religioso realizado por el ser humano. Afirman que cuando alcancemos la unidad entre todos se fusionará Occidente con Oriente, lo que se expresará en tres festividades: La fiesta de Cristo, la Pascua, en la primera luna de la primavera, uniendo lo judeo-cristiano por un lado, con la fiesta de Buda o segunda festividad, en la luna llena de mayo. De esta manera se unifica lo crístico con lo búdico, cristalizaciones ambos de la misma energía divina, personificaciones del Amor (Cristo) con la Iluminación (Buda). Y ambas unificadas con la tercera fiesta, la principal y primordial, la festividad de la Voluntad, en el plenilunio de junio.

¿Qué respuesta podemos dar a ello?

Esta mezcolanza de Oriente y Occidente, la entronización de la voluntad propia, la falsedad sobre Jesucristo y otras figuras históricas, donde la fantasía y el deseo se imponen a la realidad y la verdad, no pueden sino llevar a lo que hoy se denomina “religión a la carta”, donde cada cual se hace su religiosidad a su medida y capricho, tomando de aquí y allá según apetencias y con escasas exigencias morales. Así, la propia voluntad, el antojo, se ha convertido en la gran diosa a la que adorar. En el pensamiento de la magia lo primero es la voluntad, el deseo para conseguir algo. Si quieres algo solo tienes que desearlo con fuerza.

Ante ello la respuesta nos la dio el mismo Jesucristo, pero el de verdad, el que existió. El Jesucristo que encontramos en los Evangelios y predicado en la Iglesia que él mismo instituyó. Es en la oración del Padre Nuestro donde nos dijo cómo rezar a Dios Padre: “…hágase tu voluntad en la Tierra como en el Cielo….”; que es lo mismo que encontramos en su propia vida, siempre viviendo según la voluntad de su Padre Dios. Jesucristo, Dios Hijo, sometido a la voluntad de Dios Padre. Un programa radicalmente diferente al de la fundación “Lucis Trust”, y que incluso la misma Virgen María vivió al completo como “esclava de Dios”, aquella que pidió que en su vida se hiciera la voluntad divina, no la suya.

El problema fundamental de la humanidad, tal y como relata el libro Génesis, es la historia de la decisión del Paraíso, que cuenta en ese bello relato la esencia del ser humano y su relación con Dios: ¿el hombre unirá su voluntad a la de Dios o comiendo del árbol prohibido construirá su propia voluntad que acabará divinizando? En definitiva, ¿seguirá el hombre la voluntad de Dios o la de Lucifer?

Fuente: Aleteia