Dos mil millones de personas en el mundo no tienen acceso al agua potable. Y en el mar, según el Woods Hole Oceanographic Institution, hay unos 1,332 millones de kilómetros cúbicos de agua salada, agua que no se puede usar para el consumo humano.
Cientos de investigadores han tratado de buscar la forma de potabilizar el agua de mar, y entre ellos se encuentra el mexicano Jorge Lechuga Andrade, quien ha logrado ya patentar un sistema reconocido en México y Estados Unidos como un sistema de potabilización de agua de mar “original, innovador y sustentable”.
Según cuenta Maleny Morfen en Huffpost México, Lechuga Andrade cuenta con un doctorado y dos maestrías, lo que le ha permitido diseñar un sistema de desalinización del agua de mar para que ésta sea apta para consumo. Este sistema de potabilización del agua de mar implica una menor inversión en costo de producción y un 80 por ciento menos en energía eléctrica, con respecto a otros sistemas similares.
“Además, contribuye a reducir impactos ambientales en flora y fauna marina, ya que aprovecha el agua de rechazo para que ésta sea reenviada al mar después de un filtrado de ósmosis”, según narra el reportaje de Morfen.
Un invento con futuro
Lechuga Andrade cuenta con 33 años de experiencia en la industria privada y 28 años de docencia en la Facultad de Ingeniería Química de la Universidad Autónoma de Yucatán (México), donde también ha fungido como director.
Después de realizar dos maestrías en el área de ingeniería química y una en el área de administración, desarrolló innovaciones en el proceso de desalinización del agua por ósmosis inversa centrífuga por generación de vórtices de Dean durante su doctorado, por lo que recibió el Premio Nacional del Instituto Mexicano de Ingenieros Químicos 2015.
“En el doctorado me enfoqué básicamente en el proceso de desalinización y de mejora del agua, a partir de lo que se hicieron tres innovaciones importantes. La primera tenía como fin abaratar los consumos de energía, que es lo más preocupante en el proceso de salinización; la segunda era disminuir costos de producción; y la tercera era generar la auto limpieza de las membranas, que son la base primordial de la salinización”, indicó Lechuga Andrade a la revista del Consejo Mexicano de Ciencia y Tecnología.
Lechuga Andrade, quien prácticamente ha hecho este proceso siguiendo métodos caseros (él mismo montó su laboratorio) diseñó un sistema en el que agua entra de abajo hacia arriba, pasa por las membranas que giran por revoluciones centrífugas, se filtra el “agua buena”, se rechaza el “agua mala” y ambas son almacenadas en recipientes.
El agua de mar tiene 35 gramos de sales por litro, mientras que el agua de residuo tiene de 50 a 60 gramos de sal por litro, lo que podía resultar problemático para el ambiente en donde se depositase, ya sea mar o tierra.
Para evitarlo, Lechuga Andrade diseñó un post tratamiento basado en las prácticas de Europa y Medio Oriente, que consiste en construir plantas duales o híbridas, en el que la planta A puede tener desperdicio de materia prima que es útil para la planta B.
En el caso de la ósmosis inversa, el desperdicio es el agua de rechazo que tiene altos niveles de sal, pero al utilizarse una planta donde se recuperan elementos residuales como el magnesio, que tiene una demanda alta en el mercado, se crea una planta dual donde se evita el desperdicio. Esta fue una de las propuestas principales para evitar los impactos ambientales.
El de Jorge Lechuga Andrade se suma a una ola de inventos desarrollados por investigadores mexicanos que han puesto a México, como país, en el panorama de la innovación a nivel mundial.
Conacyt