Venezuela continúa exportando un producto preciado alrededor del mundo: maestros y brillantes intérpretes de la música clásica y popular.
Los fabrica y los exporta porque son un producto altamente apreciado alrededor del mundo. Varios de ellos se han distinguido de manera importante como Giancarlo Castro, director de Orquesta y compositor, quien dirigió su propia obra “Rhapsody for Talents” en el auditorio de la Radio de Francia, composición por la cual recibió la Medalla de Oro como compositor en los Global Music Awards en San Diego, California (USA)
Mariana Vega, compositora y cantautora, ganó el Latin GRAMMY por mejor nuevo
artista. Ese premio fue un estímulo y un impulso muy grande para seguir trabajando y abriendo camino. Daniel De Sousa, Guitarrista de La Vida Boheme, se enorgullece de haber abierto concierto a Los Fabulosos
Cadillacs frente a 60 mil personas, o a los Arctic Monkeys en Ciudad de México.
Yasmil Marrufo, Productor y Compositor, graba con los más destacados, autor del famoso tema “Yo me quedo en Venezuela”. Una vez escuchó y pudo ver un video donde miles de personas, en una manifestación, coreaba su canción. “Eso fue genial, definitivamente para eso trabajamos. Escuchar tu canción cantada por la gente”. Ha querido dejar claro que uno de los momentos más impactantes de su vida musical lo vivió cuando el Papa Juan Pablo II visitó Venezuela: “Yo tocaba esa tarde con Soledad Bravo –destacada cantautora venezolana de origen catalán-, y cuando salimos a la tarima y vimos el mar de gente fue muy emocionante. Sales a la tarima y te ves de frente con tantas personas… Yo nunca en mi vida había estado en un concierto donde haya habido tantas personas. De hecho temblaba de emoción o de nervios, no sé, y ese fue la experiencia más importante que me ha tocado vivir como músico en un concierto”.
Alfredo Matheus, Ingeniero de grabación y cantautor, va directo a su momento más intenso: “Fue en los premios Billboard latinos del año 2005 en Miami. Recuerdo que estaba en Nashville esa semana produciendo el disco de Tony Melendez, un cantante católico bendecido que nació sin brazos y toca guitarra con sus pies. Recibimos una llamada del organizador del evento, porque el Papa Juan Pablo II acababa de fallecer, y necesitaban prepararle un tributo. Escribimos un tema precioso dedicado a Su Santidad y lo cantamos en ese evento. Jamás había sentido tanto amor, tanto orgullo, y tanta misión de vida. El público hizo una ovación muy larga al final. No lo olvidaremos. Tengo muchos recuerdos lindos, pero ninguno como éste”.
Nani Goncalves es Vocalista de Lefem se formó musicalmente en su casa, con sus padres “sembrándome el amor a la música, en los festivales de música tradicional de mi país Venezuela y con mi esposo escuchando cosas nuevas”. Recorrieron Europa en gira para promocionar su disco “Sueño Tour”. Y no pararán.
El baterista Diego Maldonado ejerce de músico en una ciudad tan competitiva como Nueva York. “Creo que mi mayor logro es que a pesar de las adversidades he podido salir adelante, seguir tocando y persiguiendo mis sueños”. Su lado solidario está “enfocado en mi proyecto como líder de unos programas educativos que quiero poner en marcha para Venezuela y América Latina”.
La Pía Páez, pianista y cantante, hace poco abrió el show de Erika de la Vega en NYC, cantó acompañada del grande Jorge Glem en un bar en Brooklyn y participó en el concierto Tributo Sinfónico a Pink Floyd lo que valora así: “Para mí ha sido lo más grande”.
La más reciente adición al creciente cuadro de talentos de primera clase que salen de Venezuela es Rafael Payare, quien fue nombrado esta semana director musical de la Sinfónica de San Diego tras una búsqueda de dos años. Con apenas 37 años, ha dirigido en las salas de concierto más prestigiosas del mundo y actualmente encabeza la Orquesta Ulster en Irlanda del Norte. Pero el músico dice que su designación como director de la Sinfónica de San Diego es una enorme sorpresa, pues llega apenas dos meses después de su debut como director invitado con el centenario conjunto californiano.
Muy amigo desde la infancia de Rafael Dudamel -el ya famoso director clásico de proyección internacional y sonados triunfos- cuando estudiaron dirección de orquestas juntos. Payare, por años, tocó trompeta bajo la batuta de Dudamel en la trotamundos Orquesta Juvenil Simón Bolívar.
La misma orquesta ha dado origen a un montón de directores venezolanos de menos de 40 años que han encontrado recientemente éxito en el exterior con contratos de largo plazo y residencias en algunas de las orquestas más renombradas del mundo. Estos incluyen a Diego Matheuz, director principal de la ópera La Fenice en Venecia; Christian Vásquez, quien encabeza conjuntos en Noruega y Holanda; y Domingo Hindoyan, quien el mes pasado hizo su debut con la Ópera Metropolitana de Nueva York ante el aplauso de la crítica.
La Simón Bolívar es la muestra principal de lo que se conoce como El Sistema, la famosa red de orquestas juveniles de Venezuela. El programa se jacta de haber conectado a 900.000 niños venezolanos con la música en sus cuatro décadas de existencia, muchos de ellos de orígenes humildes como Payare, quien es hijo de una maestra y un empleado municipal de Puerto La Cruz.
No habría manera de poner fin a las menciones de talentos musicales consumados si consideramos a la gran pianista Gabriela Montero, muy lucida en la inauguración de la presidencia de Barak Obama, permanentemente comprometida en visibilizar, a través de su arte, la lucha de sus compatriotas por la libertad; o al fabuloso tenor Aquiles Machado, ya estrellas rutilantes del escenario internacional, por solo mencionar algunos de los que testimonian una realidad innegable: aun en medio de una crisis política, social y económica atroz, Venezuela continúa exportando un producto preciado alrededor del mundo: maestros y brillantes intérpretes de la música clásica y popular.