Ser organizados es una cuestión de costumbre que es bueno adquirir de pequeños
No es una ilusión óptica, no. Es real. Al llegar al colegio, niños de 3 y 4 años se quitan el abrigo, lo dejan en el suelo, cogen una percha, la meten dentro, cierran el primer botón y lo cuelgan en un armario accesible a su estatura. Hay testigos que verifican que esto sucede cada mañana.
Pero al llegar a casa, esos mismos niños han sufrido una especie de “amnesia” que les ha hecho olvidar esta capacidad que tienen. Y eso no depende tanto de ellos como de si los padres han pensado en estos “superpoderes” que tienen sus hijos, han dejado una percha a su altura y han elegido un lugar apto para que ellos mismos dejen su abrigo al llegar a casa.
Enseñarles a ser ordenados desde pequeños no solo significa un respiro en nuestra ajetreada vida; es también una de las mejores herencias que les podemos dar. Les ayudará a ser personas ordenadas en todos los ámbitos de su vida, de su interior y por supuesto de su exterior.
Silvia Llorens y Beth Comabella aportan en su libro “Por fin vas a ordenar tu casa” una serie de consejos que puedes aprovechar para inculcarles el hábito de colocar cada cosa donde corresponde:
Ordenar su habitación
Algunos trucos para motivar a tu hijo y que le resulte entretenido este proceso:
- Escuchar su música favorita.
- Al ordenar a fondo, hacer descansos. Enfocar ese día como una ocasión especial y añadir un incentivo como pedir pizza por teléfono para comer.
- Durante el proceso, háblales sobre tus recuerdos. Les encanta y se les pasa el tiempo más rápido.
- Salir a merendar al terminar ¡es una buena recompensa!
- Donar juguetes que no usan: si les cuesta, que los pongan en una caja separada y que peguen un cartelito con un símbolo de interrogación. Llega con ellos al acuerdo de que si en un tiempo no han jugado ni un solo día con ellos, entonces podrás regalarlos a quien los necesite.
- Las cajas de juguetes a la altura de tus hijos. Se trata de hacer que los niños sean lo más autosuficientes posible a medida que crecen. Lo mismo sucede con la ropa. Si no alcanzan a colgarla en las perchas o les cuesta abrir y cerrar los cajones, no podrán recogerla ni prepararla para el día siguiente. Coloca en las zonas más altas todo aquello que utilicen de vez en cuando.
Rutinas para los niños
Como nos indican Silvia Llorens y Beth Comabella, “las rutinas les enseñan hábitos saludables, les aporta seguridad porque saben lo que viene después, les ayuda a desarrollar su reloj biológico, como las horas del sueño y las de las comidas, desarrollan su sentido de la responsabilidad porque saben que hay tareas que deben hacer y aprenden a gestionar los tiempos”.
Según la edad, recomiendan:
- A los dos o tres años pueden guardar sus juguetes en su caja y colocar libros en una estantería.
- A los cuatro o cinco, hacer su cama.
- A los seis o siete, preparar la mochila del colegio y la ropa del día siguiente.
- A los ocho o nueve, meter la ropa sucia en la lavadora, poner y recoger la mesa o ayudar en la cocina.
- A los diez u once, limpiar ciertas áreas de la casa, ayudar a sus hermanos más pequeños, sacar la basura, barrer y fregar el suelo o vaciar el lavaplatos.
- A los doce o trece, cuidar de los hermanos pequeños, salir a comprar con una lista o limpiar las ventanas.
En cuanto a la gestión de un día, recomiendan que cuando lleguen a casa después del colegio, les enseñemos a dejar su mochila directamente en su habitación y a dejar su abrigo en el armario o en un gancho en la pared a su altura.
Si juega o bien hace las tareas del colegio, que recojan al terminar. Y al bañarse, que dejen bien colgadas la toallas y los juguetes en su sitio.
Al acostarse, deben dejar preparada su ropa, según la edad y preparar lo necesario para el día siguiente.
Antes de salir de casa por la mañana es conveniente que haga la cama y no olvide recoger su pijama y zapatillas.
Y por último, el consejo que dan para no desanimarse al inculcar el orden desde que son pequeños es: “La constancia es el gran secreto. Que tus hijos acaben siendo organizados y con control de su espacio, de sus pertenencias y de su tiempo puede parecer una misión imposible, pero normalmente se recogen los frutos. La capacidad de organización a veces puede tardar hasta los veinticinco años en manifestarse, sí, pero más vale tarde que nunca”.
Sofía Gonzalo
Fuente: Aleteia