El cuento de la Economía
noviembre de 2017
El consumo es el arma más importante en una economía, y en la economía mundial, el consumo externo lo es aún más. Esto quiere decir que si como economía consumen tus productos no sólo a nivel nacional, sino también a nivel internacional, es que estás haciendo las cosas bien, al menos económicamente hablando, dicha acción traerá consigo un superávit en la balanza comercial y aumento en el ingreso proveniente del exterior, lo que puede traducirse en mayor inversión y/o en ahorro y, por ende, un crecimiento económico, y si ese crecimiento va acompañado de una repartición equitativa de los ingresos, salarios bien pagados, políticas públicas sanas, podríamos hablar hasta de desarrollo económico. Tan difícil no se lee. Sin embargo, el papel cambia cuando no se producen las cosas a nivel nacional y se recurre al comercio internacional para satisfacer esa demanda, debe importarse dicho producto; se provoca un déficit comercial, aumenta la dependencia hacia el exterior. Y, claro, pasa todo lo que se está viviendo en México actualmente, gran perdedor del TLCAN.
Teóricamente algo estamos haciendo mal, nos debe importar más lo que estamos importando, debemos reorientar la esfera nacional y tener la capacidad de producir y consumir las necesidades básicas; los productos y servicios que realmente no tenemos la capacidad instalada para realizar, debemos importarlos pero bajo las mejores tarifas que beneficien al consumidor y no que se basen exclusivamente en la ganancia del oferente.
Desafortunadamente, la economía real no funciona así, son las personas las que deciden bajo qué esquemas se firman acuerdos comerciales o se salen de ellos; tal es el caso actual de la “renegociación” o “salida anunciada” de Estados Unidos del TLCAN. El discurso ha cambiado constantemente en ese sentido, la idea oficial era que renegociaría para el beneficio de los tres países y ahora se lee entre líneas que no pasaría nada si se sale el vecino del norte del acuerdo. Ya hasta se están viendo otras opciones (diversificación del comercio, le llaman); pero la solución al problema no va por ahí, no se trata de dejarle de importar a Estados Unidos y ahora importarle a China lo que no podemos producir, sino de producirlo nosotros mismos, y bajo ese esquema ver si le damos la importancia que se merece a lo que importamos.
Uno como consumidor (informado) compara precios y toma decisiones de conformidad a la restricción de ingresos que tenemos, pero no es así a nivel nacional, tal pareciera que estamos supeditados al capricho y a las decisiones viscerales de un gobernante. El papel del canciller mexicano denota que no sabe nada de relaciones internacionales, porque ha cambiado su discurso en cuanto a la importancia del TLCAN para México.
El TLCAN nunca tuvo la intención de conformar una gran área comercial entre los tres países, no pasó de decisiones comerciales; impensable tocar puntos como la libre movilidad de los factores (mano de obra), eso tal vez hubiese hecho más competitivo el salario en México, y no tener su “plan b” de reforma laboral (salarios bajos) que sustentan la entrada de capitales. El TLCAN no trajo integración económica, como dice la teoría en los pasos a seguir en el comercio exterior y su integración económica.
No podemos seguir en espera de lo que quieran hacer o no los otros países para participar en el comercio exterior, debemos tener un esquema de producción nacional, de conformidad a los insumos que se generar internamente y la mano de obra que se necesita; y ya después realmente conocer lo que nos saldría más barato importar que producir, eso es lo que dice la teoría que debemos hacer y que no estamos haciendo. Caso concreto es la gasolina, “producimos” una gasolina que es por demás barata en otros lados, pero tiene tintes políticos la venta y por ende muchos beneficios que no son en ese esquema en el que se maneja.
El comercio debe favorecernos a consumir lo que necesitamos y que no producimos o producimos a mayor precio, pero no dice que debemos consumir casi todo del exterior, sin embargo, es algo que se está haciendo como algo ya muy común. No podemos seguir interpretando a contentillo lo que dice la teoría, debemos realmente o dejarla funcionar (eso jamás ha pasado) en el mercado, o que realmente nos importe lo que estamos importando.
Es lamentable que la idea de intervenir en la economía no se da en favor de la sociedad, sino en unos cuantos (que en la pirámide del ingreso, sean los que tienen mayor porcentaje sobre el mismo); hablamos de unas cuantas familias que lo concentran, y en temas políticos seguimos con la tradición de los grandes caciques que delegan el poder de generación en generación. Por eso debería ser importante, que los puestos de elección pública fueran de personas realmente preparadas y sin opción de ocupar más de una vez el puesto o uno similar.