Mientras hablaba con la clienta, él notó que el divorcio tal vez no fuera la mejor solución para ese matrimonio. Y lo que hizo después fue simplemente increíble…
Como es habitual en mis consultas, anoto los documentos necesarios para la presentación de la acción en mi cuaderno de anotaciones y solicito que el cliente traiga la documentación. Pero este caso era diferente… Oí pacientemente a la clienta sobre los motivos que la llevaron al divorcio, y como en la mayoría de las acciones de ese tipo, era perceptible la relación de la pareja y el amor que aún existía entre las partes.
Se trataba de un momento de conflicto único y aquella decisión, a mi parecer, era precipitada. Pero ¿quien soy yo para interferir en la vida ajena? ¿Quién soy yo para meter la cuchara en la relación de la pareja? ¿Quién soy yo para juzgar la decisión de ambos? ¡Soy el abogado! Y aprendí en la universidad que debo resolver conflictos, orientar a las partes antes de ir por el ámbito jurídico. ¡Así lo hice!
Hice un pequeño cuestionario tras solicitar los documentos y pedí que la mujer respondiera ante sí misma a 4 preguntas. Si tras responder y analizar la situación con calma, lejos de la vorágine de informaciones que le estaban pasando por la cabeza en ese instante, aún así se quisiera divorciar, bastaba que me trajera la documentación y yo pondría fin a esa historia.
Las preguntas eran simples:
¿Qué es lo que usted ha hecho para salvar su matrimonio? La mayoría no hace absolutamente nada… y eso va en desacuerdo con los motivos que le hacen llegar hasta aquí. El divorcio debe ser la última opción, en todos los casos. Piense en los hijos, en la convivencia, en los primeros meses de relación. Si ya han pasado por tantos problemas, ¿por qué se va a dejar abatir por esta situación? (Cada caso es un caso).
¿El divorcio es la mejor opción hoy? Puede incluso serlo. Pero ¿sería la mejor opción de aquí a dos semanas, cuando la cabeza estuviera fría, los problemas se mitiguen y los motivos queden más claros? No haga nada con la cabeza caliente. Decisiones precipitadas destruyen historias.
¿Cuáles son sus mayores influencias hoy? ¿Amigos? ¿Parientes? ¿Amantes? Tomar decisiones influenciados por personas que no participan en su rutina es un error. Si la persona no pretende participar en su vida por el resto de ella, no debe manifestarse sobre ello. Los hijos son una buena influencia en esta cuestión. Escúchelos.
¿Cuántos momentos han superado juntos y cómo se conocieron? Puede ser que incluso nunca hayan pasado por un momento así, pero no cuesta recordar las crisis, peleas, separaciones de la época del noviazgo y el compromiso. Si en esa época ustedes lograron superarlas, ¿por qué no ahora? Se conocieron por algún motivo y tienen la certeza que nada sucede por casualidad.
Terminé preguntando si ella tenía la expectativa de encontrar a alguien que le diera todo lo que el marido no le estaba dando en ese momento. Ella afirmó con la cabeza. Concluí diciendo que, cuando el césped del vecino estuviera más verde, no sería necesario ir a visitarlo y probarlo, bastaría con regar el nuestro. En la vida es lo mismo. Antes de cambiar, intenta arreglar.
Por increíble que parezca, la pareja volvió, devolvió mi anotación, prescindió de mis servicios y agradeció los consejos.
En resumen: Perdí al cliente, pero gané a una pareja de amigos. Son cosas simples de la vida que valen la pena. Y que esa historia dure el tiempo de Dios.
Lee también: ¡Si hubiera podido leer esto antes de casarme…!
Fuente: Facebook/Rafael Gonçalves