Alguna vez leí un proverbio muy interesante: «el espacio en donde vivimos es el reflejo de nuestro interior».
Por Claudia Torre
Pasó el tiempo y mi profesión me llevó a asimilarlo de una forma muy personal. Soy organizadora profesional de espacios desde hace 5 años, transformo los espacios de las personas y los ayudo a pasar del caos al orden en sus casas, oficinas, bodegas, mudanzas, etcétera.
Después de ayudar a cientos de personas a liberarse de las cosas que no aportan nada a su vida, he llegado a entender de forma más directa que todos (me incluyo) tenemos apegos importantes en nuestra vida. Ya sea a cosas o personas, y ello nos impide ser libres.
Me impresionó mucho la historia que contó Elena sobre sus tías abuelas y la cantidad de cosas que encontró en esa casa, así que me puse a pensar en que si ella entró años después a descubrir todas esas reliquias fue gracias a que sus tías las consideraban un tesoro.
Debió ser complicado mantener una casa con tantas cosas que cuidar, además de la inversión que representó adquirirlas. Intento imaginar las experiencias que pudieron haber vivido fuera de casa si no hubieran pasado todo ese tiempo coleccionando y cuidando esas cosas.
Las cosas que entran a tu hogar no lo hacen por casualidad. Cada una debió ser comprada o aceptada, en caso de ser un regalo. A pesar de que adquirir y recibir cosas suele ser emocionante, hay que pensar que cada objeto necesita mantenimiento, cuidados, limpieza y aportar algo positivo a tu vida. Cuando estamos apegados a las cosas no nos hacemos preguntas de gran importancia, como: ¿realmente lo uso?, ¿en verdad lo necesito?, ¿lo amo y no podría vivir sin él?, ¿aporta algo a mi vida?, ¿vale la pena el espacio que está ocupando?, ¿ocupa el espacio de algo que realmente necesito?, y no logramos diferenciar las cosas de lo que realmente es un tesoro para nosotros. Vivimos nuestros días inmersos en la rutina y dejando que los objetos se acumulen más y más, sin reflexionar sobre su permanencia en nuestro espacio y lo que nos aportan. No nos ponemos a pensar si es que dándoles otro destino, su ausencia aportaría más a nuestra vida que su presencia.
En organizARTE, cuando nos contratan para organizar un espacio, lo primero que hacemos es conocer al cliente y su situación. Es necesario saber de dónde viene el desorden y la acumulación para poder abordarlo adecuadamente. También es necesario saber cuál es la visión del cliente sobre su futuro, cómo quiere que quede su casa después de nuestra intervención. Después de investigar esa información nos enfocamos en sacar las cosas que no aman, no usan, no necesitan ni los hacen felices y les damos diferentes destinos: la basura, el reciclaje, regresar con amigos o familiares, la venta y, la más importante, donación. Esa es nuestra aportación más valiosa, ayudarlos a separar las cosas que ya no aportan a su vida de las cosas que si son funcionales y así tener una vida armoniosa y práctica; y, sobre todo, honrar las cosas que realmente son un tesoro y no un apego.
Las cosas deben estar a nuestro servicios, no nosotros al servicio de las cosas. Muchas veces dejamos de vivir experiencias, de compartir momentos preciados con la gente que amamos, por dedicarle ese tiempo y energía a los apegos a nuestro alrededor.
¿Cuántas veces hemos querido hacer algo pero nos hemos detenido porque tenemos que limpiar los muebles, desempolvar todas las decoraciones de la casa, lavar, planchar y colgar las decenas de prendas de ropa? ¿Hace cuánto que no nos damos tiempo de leer uno de los cientos de libros que tenemos en el librero? ¿Recuerdas la última vez que jugaste un juego de mesa o que practicaste tu pasatiempo favorito? Recuerdo con claridad a una mujer que se había mudado (sin depurar nada) de una casa grande a una más pequeña para su retiro. Cuando le pregunté que cómo lo estaba disfrutando hasta el momento, ella con cara cansada me dijo que cuál retiro, si se pasaba una hora al día quitando todo lo de su vitrina, desempolvando cada cosita que había ahí y volviendo a meter todo. Una vez que trabajamos juntas depurando y organizando toda la casa, lo que más agradeció fue haberse dado cuenta de que llevaba años desempolvando y limpiando “apegos”. Nunca se había puesto a pensar si las cosas que sacaba, limpiaba y metía tenían valor en su vida o le aportaban algo positivo. De hecho, al quitar todas las cosas que “estorbaban” recordó que en un principio esa vitrina iba a ser su caja de tesoros para lo más importante que tenía: una colección de nacimientos que amaba y por estar llena de cositas, chucherías y recuerditos, ya ni siquiera lucían, se había olvidado de ellos y no los disfrutaba. Ahora, esa hora que gastaba en sacar, limpiar y meter cositas, la usa para realmente disfrutar de su nueva casa, haciendo lo que le gusta y viviendo en armonía su retiro.
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Claudia Torre
Organizadora Profesional de Espacios Certificada.
Fundadora de la primera empresa de organización profesional de espacios en México, organizARTE…del caos al orden® y de la Academia Claudia Torre® en la cual da cursos, talleres y diplomados para las personas que quieren aprender a organizarse o entrenarse y capacitarse para convertir su pasión por la organización en su profesión.