El mundo del deporte es fantástico; la realidad de la vida, espléndida; el encanto del futbol, simplemente, es indescriptible. Personas apasionadas y talentosas; personas con una determinación admirable; personas con un espíritu de lucha incansable; personas con un deseo de triunfar incomparable. Jugadores competitivos, auténticos, entregados. Con un arrojo inigualable y una voluntad insuperable. Valientes por fuera y sensibles por dentro. Defienden su pasión, y respetan su profesión. |
Por María Fernanda Riveroll
Son referentes. Sus enseñanzas no se olvidan, se implementan. Cuando hace falta encontrar aliento, sentir consuelo, hallar valor, renovar energía, o recordar motivos, hay que recurrir a ellos.
Hablar de ídolos renueva las ilusiones, y engrandece las aspiraciones. La magia sucede en un instante. No se trata de una elección forzada, sino de un reconocimiento perceptivo; de una identificación sensible.
Con sus guantes y en su portería, enfrenta la vida con la misma valentía con la que salía de frente a un mano a mano.
Con sus guantes y en su portería, encara las dificultades con la misma determinación con la que se paraba debajo de los tres postes para detener un penal. Con sus guantes y en su portería, defiende a su familia y amigos con el mismo ímpetu con el que defendía su arco. Con sus guantes y en su portería, sabe pedir ayuda con la misma humildad con la que pedía a sus compañeros formar una barrera ante el peligro de un tiro libre. |