Por Jesús Mendiolea
1. Vete a la cama a tiempo.
Esto puede tomar a muchos por sorpresa, pero pensándolo bien no debería. ¿Por qué? Si no conseguimos suficiente descanso para nuestro cuerpo, este se cansa; vamos a estar arrastrándonos en el día. Lo más probable es que vayamos a estar impacientes y terminando por ser parcos y molestando a la gente, especialmente a aquellos con quienes vivimos. Nuestro cuerpo es el templo del Espíritu Santo, y debe ser tratado adecuadamente a través de un descanso adecuado.
2. Al despertar ofrece tus primeros pensamientos a Dios, y consagra el día a su servicio.
Hoy podríamos llamar a esto el ofrecimiento de la mañana. En esta oración ofrecemos todo a Jesús, a través del Inmaculado Corazón de María. Que todas nuestras palabras, obras, e incluso intenciones para hacer sean para el honor y la gloria de Dios y para la salvación de las almas.
3. Come para la honra y gloria de Dios.
San Pablo lo dice de esta manera: “Ya sea que coman o beban hagan todo por el honor y la gloria de Dios.” Cuando comemos nunca podríamos ser movidos por la pasión y la gula, sino siempre ser dirigidos por la fe y la razón.
4. Con respecto a los pensamientos inmorales e impuros – todos luchamos con ellos de una forma u otra -, deben ser rechazados inmediatamente.
Muchos se preguntan si es malo el solo tener pensamientos pecaminosos. Una vez un sacerdote le preguntó a un hombre si se entretenía con malos pensamientos. El hombre respondió rápidamente: “No, ellos me entretienen”. Tan pronto como seamos conscientes de pensamientos impúdicos o indecentes debemos rechazarlos y expulsarlos de nuestra mente lo más rápidamente posible a través de una breve y ferviente oración y un fuerte acto de la voluntad.
5. Una visita eucarística ferviente mantiene el corazón inflamado por el amor de Jesús.
6. Rezar el Rosario todos los días.
Los santos, los Papas y Nuestra Señora misma, todos han recomendado vivamente el rezo diario del Santísimo Rosario. En 1917, la Virgen de Fátima apareció en seis ocasiones a los tres niños pastores: Lucía, Francisco y Jacinta. Cada vez que los visitó, Nuestra Señora exhortó a rezar el Rosario diariamente. San Juan Pablo II en su carta “La Santísima Virgen María y el Rosario” alienta asimismo orar el Rosario y por dos intenciones específicas: Para la paz mundial y para la salvación de la familia. El Padre Patrick Peyton citaba que “La familia que reza unida, permanece unida”.
7. Por último, trata de hacer los deberes comunes de la vida diaria con un amor extraordinario.
Si esto se hace con fe y sobre una base diaria tienes un programa corto y la receta para la santidad.
Ésta es la esencia de la espiritualidad de Santa Teresa de Lisieux. Dios no presta tanta atención a la grandeza de la acción exterior, sino más bien a la pureza de intención por la que la acción se lleva a cabo. Santa Teresa también afirmó este concepto espiritual con estas palabras: “Recoger un alfiler por amor puede convertir un alma.”
Recuerda que Jesús puso más atención y elogió la humildad de la viuda que entregó dos pequeñas monedas de cobre (con muy poco valor económico) que las enormes sumas de dinero entregadas por el vanidoso, orgulloso y egoísta.
Esta receta simple puede servir de motivación para buscar la razón de nuestra existencia: la santidad en esta vida que terminará en la felicidad eterna en el cielo.
Dios te bendiga.