Pusieron sus barbas a remojar, aprendieron en cabeza ajena, pierde el populismo: Rutte vence al islamófobo Wilders en las elecciones holandesas.
Por Juan Sanhermenaldo
Tras la victoria inesperada del brexit y de Donald Trump en Estados Unidos, el auge del populismo se ha topado con el primer dique de contención en Holanda. El líder islamófobo y antieuropeo Geert Wilders y su Partido por la Libertad (PVV), que durante meses lideró los sondeos, ha cosechado un sonoro fracaso en las elecciones parlamentarias de este miércoles al ser derrotado por el actual primer ministro, el liberal Mark Rutte, que previsiblemente repetirá por tercera vez en el cargo.
El Partido por la Libertad de Wilders logra 20 escaños. El líder populista, que propugnaba la desislamización de Holanda y su salida de la UE, se ha desinflado en la recta final de la campaña. Aunque consigue cinco representantes más que en las últimas elecciones, queda lejos de su máximo de 24 en 2010.
Wilders ha dicho a la prensa que tiene sentimientos contradictorios. Por un lado, admite que querría haber quedado el primero. Pero a la vez destaca su subida. «Soy uno de los grandes ganadores», ha señalado. La próxima vez, será el número uno, ha escrito en Twitter.
En todo caso, los líderes europeos han recibido con alivio los resultados en Holanda y han felicitado efusivamente a Rutte mucho antes de confirmarse los datos definitivos. Temían un efecto contagio a las próximas elecciones de Francia y Alemania que pusiera en riesgo la supervivencia de la UE. Tanto la líder del Frente Nacional francés, Marine Le Pen, como la de Alternativa por Alemania, Frauke Petry, comparten con Wilders la retórica antisistema, el rechazo a los inmigrantes y el deseo de destruir la Unión.
La victoria de Rutte es un voto a favor de Europa y en contra de los extremismos, ha dicho el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker. Tanto Francia como Alemania han celebrado que Holanda «ha frenado el auge de la extrema derecha», en palabras del ministro de Exteriores galo, Jean-Marc Ayrault.
LOS QUE GANAN Y LOS QUE PIERDEN
Entre los grandes ganadores de la noche están también los democristianos (CDA), con 19 escaños (seis más). Se trata de uno de los partidos tradicionales de Holanda, aunque en esta campaña han adoptado a veces la retórica identitaria de Wilders, por ejemplo con una propuesta para que el himno nacional se cante en las escuelas.
Los otros triunfadores de la noche son dos fuerzas europeístas y proinmigración: el D66 empata con la CDA con 19 escaños (siete más) y los Verdes pasan de 4 a 14 escaños. El líder de los Verdes, el carismático joven Jesse Klaver, se ha convertido en la nueva estrella de la política holandesa y ya se le ha bautizado como el Justin Trudeau europeo. Su partido es el más grande en Ámsterdam. «El populismo todavía no está roto», ha avisado a sus seguidores.
Le sigue el partido de la Izquierda Radical (SP, 14 escaños). Los grandes perdedores de la noche son los socialdemócratas (PvdA), el partido del presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, que se desploman de 38 a 9 escaños. «A partir de mañana empezaremos la reconstrucción», ha dicho Dijsselbloem, cuyo puesto está ahora en riesgo. El presidente del Eurogrupo tiene que ser obligatoriamente ministro de Economía de su país. Su inminente salida vuelve a situar al español Luis de Guindos en la carrera para este alto cargo de la UE.
Las elecciones han acentuado la tradicional fragmentación del paisaje político holandés. Un total de 13 partidos logran representación. Entre los más pequeños destacan los cristianos progresistas (CU), con 5 escaños; los defensores de los animales (PvdD), con 5; el partido de los pensionistas (50PLUS), con 4; los rigoristas de la Biblia (SGP), con 3; y los promusulmanes (Denk), también con 3.
La jornada electoral ha estado marcada por un fuerte aumento de la participación, especialmente en las grandes ciudades como Ámsterdam, Rotterdam o La Haya. Al final de la jornada, ascendía al 81%, la más alta en 30 años. En muchos colegios electorales, los votantes debían colas de hasta media hora y se han tenido que reponer las papeletas de votación tras agotarse.
¿QUÉ PASA AHORA?
Ni Rutte ni el resto de líderes políticos han querido hablar este miércoles de coaliciones. Pero dado que todas las fuerzas tradicionales se han comprometido a no pactar con el populista Wilders, se necesitarán entre cuatro y cinco partidos para formar un Gobierno.
Las negociaciones se prevén difíciles y largas, según todos los analistas. Desde la Segunda Guerra Mundial, los partidos holandeses han tardado una media de 72 días en formar Gobierno, pero los plazos podrían alargarse esta vez por la complejidad de los resultados.
El primer paso será un debate en el nuevo Parlamento, que debe seleccionar a un informador, es decir, un político veterano respetado. Él será el responsable de reunirse con todos los líderes políticos para sondear su disposición a pactar. Una vez que se identifique una posible coalición, el informador nombrará a un formador de Gobierno, que normalmente es el dirigente de la fuerza más votada, aunque no es obligatorio. Su tarea será negociar el programa de coalición y convertirse en primer ministro.