Bajo el sol ardiente del Desierto Chihuahuense yacen los restos de una antigua civilización. Sobre el desplante se yerge un laberinto que a la vez resguarda y descubre la riqueza de la región de Casas Grandes.
Paredes de adobe y pasillos conectados por puertas en forma de “T”, de las que se dice son angostas en la base para que solo se pudiera meter un pie a la vez, y muy bajas para que se tuviera que entrar inclinado; de esa manera, si eras enemigo, te decapitaban con mucha facilidad al entrar.
Este gran centro comercial y ceremonial revela la forma de vida de los que por mucho tiempo fueron llamados “sin cultura”. Paquimé fue el eje rector de las sociedades del norte y puerta obligada del comercio entre Norteamérica y los grupos mesoamericanos.
«Los primeros pobladores de la zona arribaron a los Valles de Casas Grandes alrededor del año 900 d.C. Sus casas estaban semienterradas, con techos de ramas y recubiertas con lodo. Hacia el año 1200 d.C., Paquimé alcanzó su máximo esplendor convirtiéndose en el centro social, económico y religioso más importante de la zona norte del país.»
Pioneros en la construcción de condominios, los habitantes de Paquimé construyeron sus casas unas sobre otras y conectadas por un sistema complejo de pasillos y rampas. Estos “departamentos” llegaban a medir entre tres y cuatro pisos de alto.
En la árida tierra del desierto, intrépidos, criaban guacamayas para el placer de quien pudiera pagarlo. Un gusto exótico en una región donde abundaban la turquesa, el cobre, las conchas y la sal. En los años setentas, la cultura Paquimé le dió un nuevo regalo al mundo: la cerámica Mata Ortíz, tradición que mantiene el pueblo del mismo nombre, Juan Mata Ortiz. Estas piezas son muy demandadas por los coleccionistas de arte del mundo, ya que logra conjugar las épocas más relevantes de una cultura que floreció en un peculiar accidente de la Historia. Solo la tradición hace posible que un objeto del pasado cobre vida en el presente. Si metes la mano al interior de una vasija Mata Ortiz, puedes sentir los dedos del artista que la moldeó; la máxima comunión en el arte.
Paquimé fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad en 1998, junto con los sitios llamados Cueva de la Olla y Cuarenta Casas, excepcionales construcciones que muestran a una civilización dispuesta a fundir su arquitectura con el áspero terreno; construcciones que se ocultan temerosas del implacable tiempo, resguardándose a sabiendas de que tanto el viento como el frío de la noche están al acecho para derrumbarlas.
«La zona arqueológica de Paquimé se encuentra en el municipio de Casas Grandes, Chihuahua. A 267 km de Ciudad Juárez y 321 km de la ciudad de Chihuahua.»
Fotografías por Lauro Bautista