Una latina que lo reúne todo para triunfar: talento, belleza, carácter y unos principios a prueba de todo.
Nací en México, pero desde pequeña viví en los Estados Unidos. Descubrí mi fascinación por los escenarios cuando estudiaba high school y viví mi primera experiencia profesional a los 18 años, dando las noticias del clima y los espectáculos en una estación de radio. Luego participé en dos noticieros, uno en Univision y otro en Fox. No obstante, cuando las cosas comenzaron a ponerse feas en la frontera, dejamos Laredo y nos mudamos a San Antonio, Texas.
Seguí estudiando, pero me daba un poco de alergia la escuela. Siempre me ha gustado aprender, pero no era lo que quería, no estaba construyendo personajes, no era arte. Entonces, estando en Miami, fui a una clase de actuación con Sebastián Ligarde.
Mi aventura no fue convencional. Tenía que demostrar que no era una excusa tipo: “Ana Lorena no quiere estudiar”. Ya que, después de todo, había ciertas inseguridades porque soy la primera actriz en la familia.
Me empezaron a gustar tanto las clases de actuación que le pedía a Sebastián libros complementarios, más actividades, recomendaciones de películas. Tenía varios años de no entregar una tarea en la escuela, pero ahí la hacía toda.
Seis meses después me habló mi mamá porque un amigo suyo en Telemundo insistía mucho en que fuera a hacer castings. Yo decía: “Las telenovelas no son lo mío, las prohibieron en mi casa toda la vida”.
Nunca vi una telenovela, aunque recuerdo que a los cinco años me enamoré de Juan del Diablo porque Eduardo Palomo era para mí algo así como la cosa más hermosa que había visto en el planeta.
Total, hice el casting y quedé como la protagonista juvenil de Relaciones peligrosas. Es el personaje más complicado que he hecho. Era el más controversial y el que tenía mayor presión por parte de los productores. En ese tipo de proyectos suele haber escenas que no son justificables o que se usan nada más para escandalizar y es en donde entra tu ética profesional.
Tiempo después vine a vivir un rato a México, realicé un cortometraje llamado Aegis, éramos dos personajes nada más y el director fue mi amigo Cristian Pros. También, decidí estudiar en el CEA, pero solo duré tres meses en el curso porque me hablaron para ser protagonista de una novela que hizo Venevisión: Cosita Linda. Fue una de las novelas más importantes que ha producido Venezuela. Surgió cierta polémica porque el villano de la historia recordaba de una manera subliminal a Chávez.
Pasas por un montón de pruebas de fuego. Ahí entendí que mi carrera depende de cuánto me prepare. Y más en el mercado latino y de la televisión, porque no es que en Hollywood no exista, pero ahí, desde mi punto de vista, se aprecia mucho más el talento que el físico.
Para lograr sobrellevar a estos personajes más reales, imagino que el desgaste emocional es grande, ¿cómo manejas ese tipo de presión?
Aprendes técnicas y mañas para resolver las emociones inmediatas. Cada quien tiene su manera de llegar a las emociones y comunicarlas. Tú puedes quitar crear una emoción más no lograr transmitirla. Yo puedo percibir que estás triste, pero a lo mejor no me afecta. Howard Fine, un maestro en Los Ángeles, dice: “Al final de tu carrera como actor debes de ser el ser humano más empático del planeta, porque justificaste cualquier acción e investigaste el ‘por qué’ de la vida de tus personajes”.
Por ejemplo, en las narconovelas. En cuanto a valores sociales, no me gustaría que siguieran fomentando o idolatrando a estos personajes de la sociedad. Sin embargo, como actor debes de cuestionar la historia de tu personaje y asimilarlo, pensar: “A lo mejor esas personas –no todos–, entraron a ese negocio porque no tuvieron ni las mismas herramientas, ni la misma educación, ni las mismas oportunidades; o hay gente que nace en ese sistema. ¿Quién pidió nacer ahí?, creces viendo eso toda la vida”. Claro, está la excepción de la persona que sale y lo rechaza.
Los medios están cambiando, Internet está jugando un papel cada vez más importante en la producción y difusión de películas y series. De alguna manera, ¿eso incide en tus planes como actriz?
No lo creo. Ahorita las televisoras están pasando por una crisis. Netflix, por citar un caso, está produciendo series y películas con personajes más reales. El mundo está globalizado y la tecnología nos abre la ventana a lo que sea que queramos conocer. Ya no aplica aquella idea de que “la gente es tonta, le podemos dar lo que queremos”.
Hasta ahora, has logrado superar tus obstáculos profesionales gracias a tu ética y valores.
Sí. Ha sido un proceso a través del cual siempre acabo redescubriéndome. Tener una familia que me brinda valores y apoyo (hagas las cosas bien o mal) ha sido muy importante en mi carrera, la cual juega constantemente con tu psique y tu autoestima. Tener esa base es importantísimo.
¿Qué es lo que no estás dispuesta a perder por una carrera?
Mi dignidad. Quiero verme al espejo todos los días y sentirme orgullosa de lo que he hecho. Debo tener la fortaleza de ser fiel a mí misma.
Más allá de tu carrera artística, ¿cuál es tu objetivo como persona?
Me gustaría sentir que mi trabajo contribuyó para el bien de la gente y quiero tener una familia. Antes de ser actriz siempre quise ser mamá. Mi mamá ha sido un ama de casa feliz y yo quiero vivir eso. Sé que los cimientos que me ayudan a ser fuerte se crearon porque tuve papás presentes en mi vida y quiero ser una madre presente en la vida de mis hijos. Si logro tener una familia unida y seguir compartiendo mi arte de alguna manera, yo sería feliz.
Por otra parte, siento que la fama te da una plataforma para compartir ideas. Le da a tu opinión un peso real. Me gustaría compartir y crear consciencia social hacia los derechos humanos. En México hay ironías que todavía no logro conciliar, la riqueza que tiene y lo mal distribuida que está, no sólo a nivel monetario. Tenemos las instalaciones más avanzadas de medicina con los CRIT, pero pareciera que las personas con alguna discapacidad existen una vez al año en el Teletón y no los volvemos a ver. Hay muchas cosas que podemos hacer.
Su talento merece brillar en ambos lados de la frontera y más allá. Sin duda, Ana Lorena Sánchez tiene todavía mucho que dar como actriz y como ser humano.
Fotografía: Lauro Bautista
Coordinación de Moda: Mónica Quintero. Business Boutique
Vestuario: United Colors of Benneton
Maquillaje: Irving Díaz. Makeup Artist de Sephora
Estilista: Lucy