Los niños son piezas frágiles, cual cera en la que grabamos cada instante. Por ello, la manera en la que nos relacionamos con ellos dejará marcas en su alma, en su vida, en su futuro. Cada niño representa una nueva oportunidad de cambiar las cosas, de hacerlo mejor, de forjar en ellos sentimientos, en cuanto más amor se le entregue a un niño, mayor alegría se dejará en su corazón.
«A veces damos consejos, pero no enseñamos con nuestra conducta.» François Alexandre
Muchas veces no nos percatamos de cómo hablamos con nuestros hijos o con los niños en general, hacemos promesas que jamás cumplimos, siempre decimos “ahora no, después», gritamos, despreciamos e incluso negamos amor y atención a nuestros niños bajo cualquier justificación, no nos damos cuenta de lo importante que somos para ellos, de lo valiosos que somos en su vida, del ejemplo que somos en su camino y de que para ellos cada oportunidad que tienen de escucharnos es mágica.
Ojala tuviéramos un poco más de tacto cuando le hablamos a un niño, cuando nos dirigimos a ellos, cuando grabamos palabras en sus pensamientos y sentimientos en sus almas. Seguramente si pudiéramos ver por una pequeña ventana como actuamos con nuestros hijos, sabríamos lo que debemos cambiar.
Debemos ser cuidadosos y, ante todo, cuidar la manera en la que le hablamos a los niños, para manifestarle nuestras angustias, nuestras molestias y nuestro amor. No es únicamente cuidar como se les reprende, también como se les ama y se les hace saber que son lo más importante en nuestra vida, porque de lo sutil del amor a lo terrible de la manipulación solo hay un paso, de allí tantos niños que manipulan con su comportamiento, se vuelven caprichosos, arrogantes e incontrolables, entonces queremos culparlos, los reprendemos, castigamos y le hacemos saber mil veces que nos decepcionaron, que no deseamos estar con ellos, sin embargo, somos incapaces de reconocer que nunca cuidamos las palabras que salieron de nuestra boca, como les hablamos, tanto para amar como para corregir.
«El tipo más elevado de hombre es el que obra antes de hablar, y profesa lo que practica.» Kung FuTse, Confucio
Aunque no lo parezca, los niños siempre están atentos a todo, las conversaciones externas, las discusiones de sus padres, las ofensas de la gente manejando, los gritos de las personas y los gestos de amor entre las personas, se dan cuenta de todo lo que ocurre a su alrededor, pero no con nuestra visión adulta, no con la malicia o la desconfianza, sino con la inocencia plena y simple de un niño, como un recipiente que recibe, que almacena y que tarde o temprano reproducirá, esto puedes experimentarlo tú mismo con algún recuerdo que haya marcado tu niñez.
Si bien no debemos acostumbrar a nuestros niños a vivir en burbujas de cristal donde todo es perfecto y donde se mantengan ajenos al dolor, al sufrimiento y a las caídas, tampoco es menester enseñarles la crudeza de las cosas sin cuidar la manera. Cada palabra sale de nuestra boca representa todo un panorama para ellos, de allí que se pueda desviar tan fácilmente la vida de un niño, por su inocencia y fragilidad.
«Nada tan peligroso como un buen consejo acompañado de un mal ejemplo.» Madame de Sablé
Nunca es tarde, cuida siempre como le hablas a un niño, recuerda que serás responsable de lo que se graba en él, aporta amor a su vida y siempre da un buen consejo, de esos que te acompañan siempre y se agradecen.
FUENTE: rincondeltibet