A partir de un biosensor que detecta niveles de glucosa en la sangre surgió la idea de la investigadora de la Universidad de Zacatecas (UAZ), Marlen Hernández Ortiz, de crear un dispositivo electrónico que entregue casi de inmediato el resultado ante posible riesgo de la presencia del virus del papiloma humano, factor determinante para el desarrollo de cáncer cervicouterino.
Por el trabajo que realiza, “Nanotubos de carbón de pared sencilla como sustrato de inmovilización de ADN para biosensores electroquímicos del VPH”, la científica zacatecana, es una de las cinco mujeres ganadoras de la beca L’Oréal Unesco Conacyt, en la categoría Ciencias Exactas Aplicadas a la Nanotecnología.
Hernández Ortiz, quien es postulante a doctorado en la Unidad Académica de Ingeniería Eléctrica de la UAZ, aclara que la ventaja del instrumento que desarrolla es que facilitará el procedimiento de diagnóstico para la detección del Virus del Papiloma Humano, y no requerirá que las mujeres acudan a un hospital ni de equipos especiales, pues se trata de un procedimiento práctico e inmediato.
“Para la realización de los biosensores se utilizan diversos nanomateriales, es decir, materiales compuestos de diminutas partículas que no se pueden percibir a simple vista, las cuales se colocan en diferentes dispositivos electrónicos que ayudan a detectar los virus”, detalla.
El prototipo se encuentra ahora en la prueba de los materiales para detectar el virus, y para su conclusión empleará la beca L’Oréal Unesco Conacyt, la cual consiste en 100 mil pesos.
Boleto para abordar la ciencia
La formación de la investigadora zacatecana fue como matemática, y reconoce que al involucrarse con la ciencia ha realizado el sueño de su vida. “Mi interés surgió cuando era pequeña jugando con la calculadora, pero más tarde me di cuenta que más que las matemáticas me gustó la física y la química, y decidí estudiar una maestría en Ciencias Nucleares.
“Cuando inicié el proyecto, el doctor Víctor Castaño Meneses, mi asesor externo en el doctorado me dijo ´acabas de tomar el tren de la investigación´, y en la dedicatoria de la tesis agradecí el haberme entregado el boleto para emprender este viaje fascinante”, declara Marlene Hernández.
“Mi camino en la ciencia ha sido muy satisfactorio, y nunca he tenido problemas de género, pero definitivamente hay que abrir puentes para que mujeres que todavía están en un ambiente restringido logren desarrollar aquellas curiosidades que a la larga tendrán beneficio para nuestro planeta”.
Desde 2007, la beca L’Oréal Unesco Conacyt se ha entregado a 44 jóvenes investigadoras mexicanas. En esta edición se recibieron 72 trabajos científicos, de los cuales se seleccionaron cinco ganadores, provenientes de 19 estados de la República y 30 instituciones. La convocatoria establece que las candidatas deben ser menores de 40 años, y en esta ocasión el promedio de edad de las participantes fue de 33.8 años.
Durante la ceremonia de premiación, Enrique Cabrero Mendoza, director general del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), destacó que en 1984, cuando surgió el Sistema Nacional de Investigadores (SIN), solo había 283 mujeres adscritas, y hoy son más de ocho mil, y que del total de ingresos del presente año, 41 por ciento corresponden al género femenino.
De las 59 mil becas entregadas a la fecha por Conacyt, 46 por ciento han sido para mujeres, y también ha beneficiado a 3 mil 25 madres solteras y a 826 indígenas con becas de investigación.
Según datos de la Unesco, recabados en el 2012, las mujeres empleadas en ciencia e investigación a nivel mundial representan una minoría, en Asia 19 por ciento; Europa, 34 por ciento; Latinoamérica y el Caribe, el promedio es de 45 por ciento.
FUENTE: La Jornada