Nuestra vida está cargada de momentos, cada uno de ellos puede ser tan trascendente y sublime como esté cargado de intensidad. Todo dependerá de qué tipo de energía le impartamos a nuestras vivencias… Si vamos solamente marcando días en el calendario, definitivamente se nos hará difícil tener aquello que podemos llamar: un día perfecto…
Un día perfecto, no necesariamente es aquel en el que todo nos sale bien, en el que reaccionamos de forma apropiada a lo que nos ocurre y obtenemos los mayores beneficios, esto puede ser un día fructífero, pero un día perfecto es ése que impregnamos de energía, de vitalidad, en el que hacemos las cosas que nos gustan y las hacemos con amor… ése que se siente desde el corazón.
Sabemos cuándo hemos tenido un día perfecto cuando posamos nuestra cabeza sobre la almohada y no nos queda más que sonreír y agradecer… luego a posterior, podemos recordar lo vivido y saber que ese día no fue un día cualquiera, sino que fue uno de esos que atesoramos en nuestro corazón y podemos recurrir a él para revivir esa sensación de bienestar.
Usualmente no sabemos cómo utilizar bien nuestros recuerdos, los malos parecen tener protagonismo y resaltar entre muchos buenos, se nos hace más fácil evocar aquello que nos lastimó o con lo cual no nos sentimos satisfechos, precisamente por la carga emocional que llevan… Y más dramático aún es el hecho de que cuando recurrimos a un recuerdo hermoso, tenemos la capacidad de transformar el efecto esperado por uno negativo, cargado de nostalgia, de sensación de pérdida, de añoranza del pasado.
Debemos ser agradecidos por lo que vivimos, a fin de cuentas: nadie nos quita lo baila´o, además que tenemos que saber cómo utilizar nuestros recuerdos a favor, utilizarnos para que nos carguen de energía, para que veamos de qué somos capaces, para agradecer, no para entristecernos o decaernos y menos pensar que lo mejor de nuestras vidas se encuentra ubicado en el pasado.
Cada día trae su propio afán, debemos ver nuestro pasado como gasolina y no como un desgaste de energía, centrémonos en nuestro presente que es un regalo, del cual podemos hacer otro recuerdo hermoso para lo que nos quede toda la vida y pensemos siempre que lo mejor de nuestra vida comienza en este momento, que por más importantes que hayan sido nuestros días del pasado, lo mejor está por venir.
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