Las guerras del mundo son un reflejo de la guerra que cada uno de nosotros vive, son emanaciones de nuestra propia energía trastornada, conflictuada y densa, cada vez que un ser humano muere producto de una guerra en cualquier parte del mundo somos absolutamente responsables de ello.
La forma de sanar esto es sanando en nuestro interior toda manifestación de conflicto, aprendiendo a vivir en paz contigo, con los demás, con los animales y la vida misma, con tu pasado y con el todo. No hay otra forma de instaurar la paz en este planeta mas que llenándonos de paz y de amor incondicional cada uno.
Deja de pelear, deja de discutir, deja de descalificar, deja de juzgar, deja de ser inmisericorde con los demás, atrévete a perder ese deseo loco de defender tu importancia personal, entrega las armas que habitan en tu corazón para que seas motivo, causa y alimento de un planeta en donde todo ser sensible y conciente tenga ya una vida digna. Que toda guerra se transforme en sabiduría infinita.