Y salió, con su fuerte personalidad y presencia. Había dicho antes de viajar que en estos Juegos iba a conseguir el respeto de todo el mundo…como si no lo tuviera ya.
María saltó al Kiong Ki Chang (Área de combate) con serenidad pasmosa y quizá hasta mucha confianza, como si no recordara que Zheng Shuyin, su rival china de 1.88 metros de estatura, siempre ha sido su némesis con esas largas piernas que usa como arma principal para mantener a sus rivales a distancia. El resultado, todos lo sabemos.
Pero hoy, lo más justo es decir que María del Rosario Espinoza Espinoza, la originaria de Guasave, amante de la música de banda, de 28 años de edad y 1.73 metros de estatura y miembro activo de la SEDENA, grabó su nombre en la historia olímpica y del deporte en México. Se unió a dos leyendas como los únicos atletas que han ganado mínimo 3 medallas en Juegos Olímpicos y sí, la primera mujer. Humberto Mariles, en Ecuestres (Londres 1948), ganó 2 oros y un bronce, 3 en total en los mismos juegos, Joaquín Capilla en clavados (Londres 1948, bronce), (Helsinki 1952, plata), (Melbourne 1956, oro y bronce), 4 en total y María del Rosario Espinoza (Pekín 2008, oro), (Londres 2012, bronce), (Río 2016, plata). Así de simple. Así de mágico. Así de claro.
La cortesía, integridad, perseverancia, autocontrol y espíritu indomable, son los principios de esta disciplina de origen coreano que busca enseñar a través del balance y la reacción, la manera de defenderse sin el uso de las armas.
Así ha sido ella, congruente con estos principios. Siempre atenta, disciplinada, altamente perseverante y sobre todo con un espíritu a prueba de obstáculos en su vida personal y profesional.
Reconocida por todas sus rivales, entrenadores, jueces y aficionados en el mundo, ojalá sea profeta en su tierra y reciba un poco de valoración más allá de la obvia que vendrá en los siguientes días…ojalá que dure y espero que a ti, aunque pronto olvides este día de grandes emociones vividas con su ejemplo de lucha en combates al límite, motives cada uno de tus días con la sonrisa tácita que hoy esta gran mujer y atleta orgullosamente mexicana nos ha regalado, sin pedir nada a cambio, disfrutando de la alegría que brinda el saber que lo has dado todo.