Río de Janeiro despidió este domingo sus Juegos Olímpicos con una fiesta llena de color en el que el carnaval y la samba, dos de los símbolos de la ciudad, fueron protagonistas.
Río se despidió con la fiesta de la «alegría» para dejar un buen recuerdo tras los primeros Juegos celebrados en Suramérica.
«Fue una fiesta para lavar el alma de todo el mundo», resumió el director de ceremonias del comité organizador, Leonardo Caetano.
«Lavar el alma» tiene un especial significado si se tiene en cuenta el contexto en el que se realizó la cita olímpica, en un país lastrado por la crisis económica y dividido por la crisis política que, según Caetano, ha demostrado que «se pueden superar obstáculos que parecían insalvables».
Una fiesta que sirvío también para reconocer la «manera brasileña de hacer las cosas», y en el caso de Río, el «jeitinho carioca», como localmente se conoce a la capacidad de improvisar para seguir adelante.
La ceremonia, que se desarrolló en el estadio de Maracaná, contó con más de 3.000 voluntarios y 300 bailarines.
La escenógrafa Rosa Magalhaes, reconocida por su trabajo como directora de las mejores escuelas de samba del país, fue un acto «muy brasileño» y que cuenta con el desfile de la comparsa Cordao da Bola Preta, la más popular del carnaval de Río.
También hubo un espacio para la presentación de Tokio, sede de los Juegos 2020.
Los Juegos se inauguraron el pasado día 5 con una vistosa ceremonia dirigida, entre otros, por el realizador Fernando Meirelles, que repasó la historia del país y concedió protagonismo a la música brasileña, desde la bossanova a la samba sin olvidar el funk.
Tras la ceremonia, el presidente interino, Michel Temer, inauguró formalmente los Juegos en medio de un sonoro abucheo en Maracaná.
Temer, que sustituye desde el pasado mayo a la presidenta Dilma Rousseff, apartada temporalmente del poder por el Congreso, no ha vuelto a aparecer en los Juegos de Río pero eso no ha evitado los abucheos en su contra en algunas de las competencias e incluso en el parque olímpico.
Ajena de la crisis política, la fiesta de clausura pretende demostrar que «el momento de apagar la llama es un nuevo comienzo. Vamos a mostrar lo que el brasileño tiene de mejor, la alegría», resumió el escenógrafo Abel Gómes.
FUENTE: http://www.vanguardia.com/deportes/juegos-olimpicos/370239-adios-rio-nos-veremos-en-cuatro-anos-en-tokio