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Carta abierta a mi hijo en estos momentos difíciles

Querido Erik:

Mientras escribo esta carta tú ya estás en la cama. Las sirenas de la Policía de Múnich ya se han callado, igual que el zumbido de los helicópteros. Tengo la sensación de que hay más silencio de lo normal.

Hace unos días, la ciudad en la que naciste hace tan solo un año sufría una sacudida. Un joven de 18 años mató a nueve personas en un centro comercial antes de acabar con su propia vida.

Y esto pasó pocos días después de que otro joven atacara a los pasajeros de un tren con un hacha. Y una semana antes de que un terrorista acabara con la vida de 84 personas en Niza, arrollando a una multitud con un camión. En Bruselas y en Estambul se han dado situaciones similares.

Mientras tanto, los británicos han votado que quieren abandonar la Unión Europea, Turquía ha experimentado un golpe de Estado fallido y el Partido Republicano de Estados Unidos ha elegido a un loco como candidato a la presidencia.

Querido Erik, el mundo que estás empezando a descubrir es un caos.

Mi smartphone, que tanto te gusta coger, vibra varias veces al día con noticias de última hora cuyas consecuencias nos afectarán durante muchos años.

Aunque las causas que hay detrás de muchos de estos sucesos son independientes, en Alemania, en Francia y en Estados Unidos muchos intentarán encajarlos dentro de una narrativa más amplia que habla de un mundo que se derrumba, de que el único remedio es establecer normas más severas, fronteras y vallas y excluir todo lo que venga del exterior.

Querido Erik, esas fuerzas quieren acabar con el mundo que ha hecho posible que tú estés aquí. Eres hijo de una india británica y de un alemán de Hamburgo.

Lo que más me preocupa es que en un mundo como el que muchos desean no habría sido posible que existieras.

Aún no entiendes los titulares. No sabes decir mucho más que «hola» y «adiós». Pero lo que sí puedo afirmar con certeza es que no te gustan los límites. Como todos los niños, eres curioso.

Sobrepasar los límites es parte de tu rutina diaria. Y no hay nada mejor que querer conquistar el mundo, con todas sus palas, sus cubos y sus castillos de arena. Si no me doy prisa, por las mañanas te encuentro con las sandalias puestas frente a la mayor frontera de tu vida: la puerta de nuestra casa.

Pero, de repente, el mundo que hay al otro lado de esa puerta es muy diferente al mundo en el que yo crecí.

Estoy seguro de que hablaréis del año 2016 cuando des Historia en el colegio, dentro de unos años.

A veces el mundo me recuerda a la tetera hirviendo que tanto te gusta contemplar. Otras veces, me preocupa que la tetera pueda explotar.

En una Europa de fronteras cerradas que no da la bienvenida a los forasteros, tus abuelos nunca habrían podido comenzar una vida juntos. Y yo nunca habría podido conocer a tu madre.

Hay personas que escriben en internet comentarios llenos de odio sobre otras personas y que se dedican a meter cizaña. Las hay que incluso prenden fuego a una casa solo porque los que viven en ella tienen la piel más oscura. Como tú.

Lo que más me preocupa es que en un mundo como el que muchos desean no habría sido posible que existieras.

Eres hijo de una madre inglesa con raíces indias y de un padre alemán. Tus abuelos llegaron a Inglaterra en los ochenta porque había una gran demanda de personal médico. Se suponía que iba a ser un trabajo temporal para tu abuelo, pero se quedó. Y ahora su hijo y su hija son más británicos que muchos británicos.

Por ejemplo, viajan un montón. Y así fue como pude conocer a tu madre: en un curso de idiomas en Ecuador. Durante años, viajamos entre Inglaterra y Alemania para vernos. Fue muy emocionante. Vivíamos en dos países a la vez.

Y después viniste tú, querido Erik. Con tu pasaporte británico y alemán eres la personificación del mundo al que ahora no dejan de cuestionar.

En una Europa de fronteras cerradas que no da la bienvenida a los forasteros, tus abuelos nunca habrían podido comenzar una vida juntos. Y yo nunca habría podido conocer a tu madre.

En clase de Historia, dentro de unos años, hablaréis de por qué esa gente estaba tan asustada. Pero no sé cómo será el mundo en el que te tocará vivir, querido Erik. No sé si esa gente que está tan asustada habrá cambiado las cosas.

Lo que sí sé es que, si las cosas van a peor, seremos cómplices. Tus padres, tus abuelos y todos nuestros amigos; porque eso significará que habremos fracasado en nuestro intento por vencer al falso terrorismo.

Ya sabes, querido Erik, que tu madre y yo hemos tenido mucha suerte de poder vivir en un mundo con las fronteras abiertas. Hemos vivido en países diferentes, hemos hecho amigos en muchos puntos del mapa y hemos viajado mucho.

Aun así, hay mucha gente que cree que no se gana nada con un mundo abierto como este, que tiene miedo de que las personas de otros países les roben el trabajo o les arrebaten algo.

Nosotros -las personas como tu madre y yo- debemos aprender a ayudar a aquellos que tienen miedo y que de verdad han perdido algo. Y debemos aprender a demostrarles que el mundo es un lugar mucho mejor para ellos.

Hoy en día hay gente con miedos totalmente infundados. Hay personas que tienen miedo de la gente como tu madre, tu padre y tú, querido Erik. Debemos combatir esos miedos. Porque los que quieren levantar muros están luchando. Quieren acabar con todo lo que nos ha hecho felices: un mundo libre que ha hecho posible que tú existas.

Es difícil entender a ese tipo de gente, Erik, porque viven en un país rico en un momento en el que las cosas están mejor que nunca. No obstante, de alguna manera tenemos que ser nosotros los que salgamos ganando; me refiero a mí, a tu madre y a la gente que piensa como nosotros. Si no quieren hablar con nosotros, tendremos que luchar también, incluso aunque se nos haya olvidado cómo hacerlo. Quiero que vivas en un mundo tan libre como en el que vivimos tu madre y yo.

Te seré sincero: aún no sé si funcionará. Muchas personas que odian el concepto de mundo abierto no escucharán. Quizá tengamos que encontrar la forma de volver a estar felices todos juntos. Los adultos llamarían a esto «idea»; la imagen que debe dar el país, una visión común de futuro. De momento parece que vivimos en el mismo país, pero en mundos diferentes.

Espero que hayamos encontrado respuestas para cuando puedas leer esto,

Tu padre.

Este post fue publicado originalmente en la edición alemana de ‘The Huffington Post’ y ha sido traducido del inglés por Lara Eleno Romero.

FUENTE: http://www.huffingtonpost.es/sebastian-matthes/carta-a-mi-hijo_b_11237124.html

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