Muchas mujeres optan por el teletrabajo, y es una buena solución, pero también tiene sus riesgos.
Hace ocho años que trabajo desde casa, delante de un ordenador durante todo el día. El teletrabajo es una de las opciones que se están imponiendo en algunas profesiones como solución para conciliar la vida familiar y laboral, especialmente para las mujeres.
En mi caso, como mamá de familia numerosa, trabajar desde casa supuso una bocanada de aire fresco después de años – y depresiones – de luchar cotidianamente para mantener en condiciones aceptables el hogar, criar a los niños y al mismo tiempo, cumplir con las obligaciones laborales en horarios y objetivos. Yo sé lo que es salir sin desayunar o deshacerme continuamente en disculpas por llegar tarde al cole un día, y el siguiente, y el otro…
La opción de trabajar desde casa es buena y debería potenciarse. Mamá está en casa cuando hay un niño enfermo o cuando hay que hacer tareas, no es necesario recurrir a los comedores escolares y no es necesario madrugar una hora más, ni correr para llegar a todo.
Sin embargo, lo que parece una buena solución tiene también lados negativos que hay que saber gestionar. A nivel psicológico, puede causar soledad y aislamiento, así como la sensación de “no desconectar nunca”. Incluso la autoestima puede verse comprometidas, afectando a la salud de toda la familia. Los niños no comprenden que mamá, aunque esté en casa, no está disponible en cualquier momento, y sus requerimientos añaden una presión que puede llegar a ser insoportable.
Después de tantos años de experiencia en teletrabajo, recomiendo que quien esté barajando esta opción sopese muy bien los pros y los contras, especialmente con su pareja –sin su apoyo es imposible– , antes de tomar una decisión:
- No eres Elastigirl, la flexibilidad tiene un límite. Lo más importante: poner las cosas claras desde el principio a tu familia: estás trabajando aunque estés físicamente en casa. Eso significa, por ejemplo, que tu madre no puede venir a tomar café sin avisar, o pretender que vayas de compras con ella a cualquier hora de la mañana.
Significa también que si tienes 8 horas para trabajar, no puedes estar haciendo labores domésticas al mismo tiempo, ni tareas escolares. Si estás trabajando, tienes que concentrarte en lo que estás haciendo. Aunque estés en casa, si tu horario no te permite hacer labores de la casa, contrata a alguien o pide ayuda. No puedes cargar con todo.
- Tener un lugar en la casa dedicado al trabajo, independiente y que se pueda cerrar con llave, con sus propias herramientas y aparatos, si es posible su propio teléfono. Tu ordenador, tu escritorio, tus útiles, son tu herramienta de trabajo, no un juguete ni material escolar de emergencia. Y tu escritorio no es lugar donde dejar trastos. No dejes que los niños accedan a tus documentos. Si por cualquier razón tus hijos comparten tu espacio (están enfermos, por ejemplo) que tengan su propia mesa y silla, y que sepan cuál es su espacio y cuál el tuyo.
- Establecer un horario, respetarlo y hacerlo respetar. Éste es seguramente el más difícil, porque al no tener que desplazarte para trabajar, no “desconectas”: el trabajo tiende a invadir todo el tiempo. Pero estar en casa no significa estar siempre disponible para tu empresa. Si estás enferma o de baja maternal, no debes prestarte a trabajar. Cuando has cumplido con tu horario de trabajo, apaga el ordenador y pon el contestador al celular.
También es importante hacer comprender a los niños que no pueden disponer de ti en cualquier momento. Una de las batallas más importantes con mis hijos es hacerles entender que cuando mamá cierra la puerta de su despacho, es porque no se puede entrar. Tenemos un horario pactado, de manera que cuando hay alguna emergencia dentro de mi horario de trabajo, ese periodo tienen que devolvérmelo después. Y al contrario, si yo trabajo más de la cuenta, tengo que devolverles ese tiempo.
Pactar un horario a ti te ayuda a no hacer jornadas laborales interminables, y a los niños les ayuda a entender que si no les haces caso inmediatamente, no es porque no les quieres o porque sus problemas no te importan, sino porque te lo han dicho en el momento equivocado. Recuerda, tu familia necesita tiempo y tiempo de calidad. Si has aceptado trabajar en casa es porque ellos son lo más importante, que no se te olvide.
- Nunca trabajar en pijama. Parece una tontería, pero es vital para la autoestima ese tiempo dedicado a desayunar, asearte, peinarte y vestirte adecuadamente, incluso te diría, ¡maquíllate y ponte tacones si es necesario! Necesitas tiempo para ti, necesitas verte bien antes de empezar a trabajar. Cuidarte implica también comer bien y hacer ejercicio. Muy importante: si lo primero que haces al levantarte y/o lo último al acostarte es mirar el email en el celular, es que tienes un problema.
- Tener actividades que te obliguen a salir de casa. Una de las sensaciones más agobiantes de trabajar en casa es la de no desconectar nunca, y sobre todo, de no interactuar con el exterior. En vacaciones, intenta viajar o cambiar de ciudad. Dedica unas horas a la semana a tomar café con alguien, a ir de tiendas o simplemente a pasear. No rompas relaciones con tus amigos, si te es posible apúntate a un gimnasio o a alguna actividad solidaria, no te “acostumbres” a encerrarte en casa.
- Evita el silencio. Si te es posible, pon la radio, escucha otras voces, oye música. Llama por teléfono a alguien. Es muy importante combatir la sensación de soledad.
- Pon una fecha límite a esta situación. Trabajar desde casa es una situación temporal, que puedes aceptar por el bien de tu familia, pero si no te sientes cómoda, ponte un tope. No tienes que trabajar así siempre. Buscar otro empleo o renegociar el actual también puede ser un aliciente para no quedarte estancada a nivel profesional.