Nunca vuelve quien se fue, aunque regrese
El silencio no es vacío, a veces la mejor manera de comunicarse es callando. En la vida hay momentos que incluso por sobrevivencia es necesario poner punto final a los puntos suspensivos, enfrentar nuestros demonios aunque éstos nos pidan un infierno más grande. Principio y fin se entremezclan en la nostalgia que produce la ilusión; imagen sugerida por los sentidos, esperanza que carece de fundamento en la realidad. Se intentó, lo intentamos, simplemente no coincidimos.
Nunca pudiste comprender que la libertad es el amor y el respeto en todas sus vertientes, que yo elijo los amaneceres, los comienzos y también los finales. Me inclino por lo bonito y estar con quien me hace sentir bien. Que he decidido volar aun con las alas rotas, contra el viento, contra la maldad, contra la traición y la intriga, pero siempre volar. Que mi fuerza se basa en la honestidad y transparencia, en no pretender, en aceptarme y continuar la lucha. Que he soltado lo que me pesa, despedirme de los ‘te quiero’ fallidos, de las puertas cerradas y los amores condicionados. Entendí que para amar debo comenzar por amarme. Que en el amor el lastimar no tiene cabida. Que soy como soy y no necesito que me cambien, que el único que conoce mi verdad, esencia y dolor soy yo, no tengo que probar mi valía, sé lo que tengo; soy especial y único por el simple hecho de estar vivo y poderme dar. Quien me ame me aceptará sin condiciones y nuestro amor se traducirá en convertirnos ambos en mejores personas de lo que éramos antes de conocernos. El amor debe sumar, jamás restar.
He aprendido a no preocuparme por quien decidió irse, dejar de mirar al pasado, sanar las heridas, dejar de juzgarme, dejar de mentirme, dejar de fingir. Le he perdido el miedo a la vida, alejándome de los interesados, la soberbia y la mentira, de la envidia y la melancolía, del odio y las pesadillas, de la habladuría. He decidido seguir caminando aun sin caminos, perdonarme primero para poder perdonar a otros, no caer en la tentación de la crítica falsa y destructiva. Mi prioridad es creer, sonreír, ser yo, siempre auténtico, soñador, poeta y transparente. Bailo mi canción y no la que me tocan, me pongo el Sol al hombro y aprovecho para admirar el cielo azul. Mi prioridad es amarme, respetarme, aceptarme, reconstruirme si es necesario, empezar de nuevo si es preciso, perderme cuando sea oportuno para después encontrarme. Creo en ayudar, ser sincero, congruente, ser oídos y brazos para otros. Yo elijo vivir, elijo la vida, elijo ser feliz. Conozco mi viejo refrán, mi manantial, mi barco y me red, la fe que perdí, mi camino gris, mi sueños de ayer, mis paisajes.
Estoy convencido de que la risa vendrá mañana para los que lloran la noche, pues me consta que al llegar el anochecer siempre salen las estrellas. Se dice que el amor duele, pero eso no es cierto. La soledad duele, el rechazo duele, la traición duele, la decepción duele, perder a alguien duele, la envidia duele, a veces incluso la verdad duele. Se confunden esas cosas con el amor, pero la realidad es que el amor verdadero es la única cosa en este mundo que cubre todo el dolor y hace sentir a alguien maravilloso y único otra vez. No, el amor no duele. Pero el amor no se encuentra, no se regala, no se busca o se compra, el amor se construye y por ello la importancia de los cimientos, del respeto, la confianza y la empatía.
Cada quien escribe su historia y es el arquitecto de su propio destino, nadie tiene la culpa de dónde estamos y cómo estamos, sólo nosotros mismos. La madurez de la vida implica actuar en consecuencia y hacernos responsables de nuestras decisiones, de nuestro modo de vida. Dejar ya de echar culpas y aceptar que has actuado como en su momento creíste que más convenía; al final uno cosecha lo que siembra. Estás en donde te mereces estar, cada quien decide el lugar que le corresponde.
Creo en la magia y estoy destinado a encontrarla, me siento afortunado porque sé irme cuando llega la hora y no me quedo estirando manos, alargando brazos, regalando vidas, empeñando sueños y mendigando amor. No me conformo con migajas, pues busco un universo. El amor debe ser entrega y respeto ante todo, siendo capaz de anhelar un amor nuevo porque he logrado, escribiendo, expirar el espíritu de los viejos. Vengo de un lugar donde mis heridas se han secado al sol, donde mis lágrimas han bailado bajo la lluvia, he bajado tantas veces al infierno que conozco el camino al cielo con los ojos cerrados, reinventando mi vida cada día, partiendo de cero, con todos los miedos del mundo y con la mirada limpia. Reconozco también que mi frustración se convirtió en indiferencia al despertar demonios por el dolor de amarte tanto, cuando tu volatilidad de nuevo conspira en tu contra. Forjar es arduo y difícil, la destrucción puede ser casi inmediata.
Efectivamente, me dueles y nada me consuela, extrañaré tus risas y tus luces brillantes, rescato lo rescatable, pero entiendo que los cierres de los ciclos siempre vienen acompañados de una fuerte sacudida. No es el fin del mundo. Es el inicio de uno nuevo. Ya no hablo de venganzas ni perdones, el olvido es la única venganza y el único perdón. Se ha cerrado el círculo.
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