Como padres, muchas veces nos gustaría resguardar a nuestros hijos en un lugar donde nunca puedan experimentar el dolor, la pérdida, el fracaso, la tristeza y la soledad. Sin embargo, con el correr de los años, nos damos cuenta de que la libertad es el mejor regalo que podemos darles: la posibilidad de realizar sus logros, de vivir sus sueños, de descubrir sus pasiones, de equivocarse y volver a empezar, de caminar de acuerdo a sus ideales, y de elegir el camino que desean recorrer. Lo único que nos toca hacer es darles las bases, el amor, y la formación que necesitarán para zarpar hacia su propio destino…