Una serie de eventos (muy) afortunados
Así empieza todo…
Era Agosto, justo a la mitad del tercer año de universidad. Carrera de Economía. Interesante, pero algo me faltaba.
Para ser honesta, si tenía un día más de clases iba a explotar. Necesitaba un descanso. Y no me refería a: ya no haré nada y dormiré 14 horas al día, sino a un descanso de la rutina, a una oportunidad para explorar, crear, aprender y hacer más cosas que disfruto, e incluso, aquellas que aún no sabía que disfrutaba.
En algún momento sentí que lo único que me mantenía a flote era la idea de irme muy lejos, pronto.
Tenía el plan perfecto:
Ir al lugar más lejano y diferente que pudiera encontrar.
Encontrar algo que hacer durante 6 meses.
Viajar, comer y conocer a toda la gente que pudiera.
Hong Kong parecía la opción ideal: 14 horas de viaje, todo en chino, un lugar hermoso para viajar. Sin embargo, sabía que debía terminar mis estudios en algún momento, así que decidí aplicar a un programa de intercambio. Llevaría dos o tres clases muy fáciles y disfrutaría el resto del tiempo. O al menos eso pensé.
¡Sorpresa! A mediados de noviembre tenía el boleto de avión en mano y mis planes resultaron un desastre absoluto. Estudiar en el extranjero ya no era opción y un boleto sencillo a Hong Kong pasó de ser una fuente de entusiasmo a una de pánico. Tenía que resolver esto pronto. Comencé a buscar un plan B y después de un montón de ideas absurdas y otras que no sonaban tan alocadas, un internado en la empresa “Passkit”, una empresa de software de automatización de marketing, era una gran idea. Siempre quise saber cómo trabaja en verdad una compañía y el hecho de que pudiera hacer eso en Hong Kong le dio un poco de sabor.
No sabía en lo que me metía.
Corte a: estoy a la mitad de exámenes y tengo mi primera entrevista en la vida.
Planeé muy cuidadosamente mi tiempo para poder estudiar y prepararme para la entrevista, pero por supuesto, había olvidado que allá hay una gran diferencia de horario con México. De la nada, a la mitad de la biblioteca mi alarma se activa: Mi entrevista es en diez minutos y mi nivel de preparación es un gran CERO.
Entré en pánico. No sabía qué iba a decir en la entrevista y la competencia distintiva de PassKit era un concepto muy vago en mi cabeza. Traté de no volverme loca y hacer parecer como que todo estaba bien. Fue en ese momento cuando conocí a Wendy. Honestamente no recuerdo qué fue exactamente lo que pasó en esa llamada de tan nerviosa que estaba, sólo recuerdo que cuando terminó, tenía un buen presentimiento.
Tres semanas después, estaba sola del otro lado del mundo, viviendo con personas que no conocía y sí, todo estaba en chino (¡exactamente como lo quería!). Mi primer día de trabajo, como todo evento que me llevó a ese lugar, pasó muy rápido. No tuve ni siquiera cinco minutos para procesarlo todo y, antes de que me diera cuenta ya estaba trabajando en un análisis competitivo, absorbiendo toda la que podía.
Como pueden ver, PassKit fue la última cosa que pasó por mi cabeza al planear un viaje al extranjero, pero, terminó por ser la mejor decisión que no sabía que tomaría.
No fue para nada como lo imaginaba. PassKit nunca se sintió como una oficina: los estudiantes no eran realmente estudiantes, el trabajo fue muy emocionante y el estrés, una motivación. En realidad, era como una familia. Una familia en la que las personas que te rodean aman su trabajo y no dejarían pasar un momento sin un momento sin compartir esa emoción contigo. Ellos nunca están realmente trabajando, ellos están cambiando el mundo y se divierten muchísimo haciéndolo.
PassKit fue el golpe de vida que necesitaba: Ahí no importa de dónde vengas, qué edad tengas o qué hayas hecho antes. Lo que realmente importa es que pongas la mente y el alma en algo de valor.
No sé cómo o en qué momento dejé de ver esto sólo como un trabajo en Hong Kong y lo entendí como una gran oportunidad para aprovechar al máximo mi desarrollo personal. Supongo que en la vida el cambio llega de lugares inimaginables, en momentos inesperados y por razones imprevistas. Pero cambio es de lo que está hecha la vida.
Si la cosmovisión de una mexicana como yo cambió por accidente al terminar trabajando en una compañía de tecnología en Hong Kong, cualquier cosa podría llegar y sacudir mi mundo en cualquier momento.