La jornada laboral es de por sí larga, pero la tecnología la alarga aún más. Al final del día, cuando por fin llegamos a casa, nuestro celular comienza a sonar al caer los intermitentes correos y mensajes de personas que esperan respuestas inmediatas.
El autor Travis Bradberry, publicó un artículo en el que destaca las principales muestras de que una persona sufre por su trabajo.
Un estudio conducido por la APA (Asociación Americana de Psicología) arrojó que más del 50% de las personas checan su correo antes y después del horario de trabajo, durante el fin de semana y hasta cuando están enfermas. Peor aún, el 44% revisa los correos del trabajo durante sus vacaciones.
Otra investigación realizada por la Universidad del Norte de Illinois muestra cuán pernicioso es este nivel de conectividad. La creencia de que la gente necesita responder sus emails fuera del trabajo produce una respuesta de estrés prolongada que los expertos llaman ‘telepresión’. La telepresión asegura que no seas capaz de relajarte ni desconectarte del trabajo. Este estado de estrés prolongado es terrible para tu salud. Aparte de incrementar el riesgo de enfermedades cardiacas, depresión y obesidad, el estrés disminuye el desempeño cognitivo.
Destaca, en seis sencillos puntos, que necesitamos establecer límites entre nuestra vida profesional y nuestra vida personal porque, cuando no lo hacemos, nuestro trabajo, nuestra salud y nuestra vida personal se ven afectados.
Algunos de estos puntos son:
- Tu salud
Es difícil saber cuándo establecer límites en lo que concierne a tu salud en el trabajo, ya que el declive es muy gradual. Permitir que se acumule el estrés, perder el sueño y pasar el día sentado sin ejercitarte, suman factores de riesgo.
Antes de que te enteres, estarás masajeando tu adolorido cuello con una mano y tus ojos de zombie con la otra, mientras miras tus recién adquiridas lonjitas. Piensa qué debes hacer para mantenerte saludable, haz un plan y aférrate a él sin pretextos.
- Tu familia
Es fácil dejar que nuestros seres queridos sufran por nuestro trabajo. Muchos lo hacemos porque lo vemos como un medio para mantener a la familia: “Necesito ganar más dinero para que mis hijos puedan ir a la universidad sin endeudarse,” pensamos. Aunque es algo bien intencionado, este tipo de pensamientos pueden dejarle a tu familia la deuda más grande de todas: la falta de tiempo de calidad contigo. Cuando estés en tu lecho de muerte no vas a recordar cuánto dinero hiciste para tus hijos, sino los recuerdos que hayas creado con ellos.
- Tu cordura
Mientras todos tenemos niveles propios de cordura, ni un poco de ella le pertenece a tu jefe. Un trabajo que toma aunque sea un poco de tu cordura, está tomando más de lo que debería. Tu cordura es algo que a tu jefe le cuesta comprender, debes monitorearla por tu cuenta y poner límites para mantenerte sano. A veces, la vida fuera del trabajo es la que hace que no te vuelvas loco. Cuando has tenido un día (o una semana) llena de trabajo y tu jefe quiere más, lo más sano que puedes hacer es decir NO, y luego ir con tus amigos o disfrutar de tus hobbies. De esta manera, vas a regresar al trabajo fresco y desestresado. Puedes tomar horas extra en el trabajo si tú lo quieres, pero es importante tener las agallas de decir que no a tu jefe cuando necesitas un tiempo fuera.
- Tu identidad
Mientras tu trabajo es parte importante de tu identidad, es peligroso dejar que el trabajo se convierta en TODA tu identidad. Sabes que has aceptado esto cuando te preguntas qué es importante para ti y lo único que te viene a la mente es el trabajo. Tener una identidad fuera del trabajo es algo más que sólo divertirse, es algo que te ayuda a liberar el estrés, a crecer como persona y evitar volverte loco.
- Tus contactos
Sí le debes a tu jefe tu mayor esfuerzo, pero no le debes a él contactos que hayas hecho a lo largo de tu carrera. Tus contactos son producto del esfuerzo y arduo trabajo y, aunque pretendas compartirlos con tu compañía, te pertenecen a tí.
- Tu integridad
Sacrificar tu integridad causa que experimentes una cantidad masiva de estrés. Una vez que te das cuenta de que tus acciones y tus principios no tienen que ver, es tiempo de poner las cuentas claras con tu jefe y decirle que no vas a hacer las cosas a su manera. Si ese es un problema de tu jefe, tal vez sea momento de dejarlo.
En ésta época, es difícil encontrar los límites entre el trabajo y uno mismo, ya que parece que éste se ha transformado en una parte, no de la vida, sino de uno mismo. Darle nuestra vida al trabajo no es algo sano y es muy probable que nosotros mismos nos estemos guiando al fracaso personal por medio del estrés que pudimos haber evitado.
Fuente: themuse.com