Hay medicamentos que se toman a la ligera. Como las aspirinas o el ibuprofeno: al más mínimo dolor, se ingieren, sin pensar mucho. Son tan habituales en nuestra vida que les hemos perdido completamente el miedo. Los antiácidos también pertenecen a esa categoría. Pero no deberían
Así lo advierte un estudio publicado en la Revista de la Sociedad Americana de Nefrología, en el que se ha demostrado que las medicinas que se consumen para combatir la acidez o el reflujo pueden aumentar significativamente el riesgo de padecer problemas en los riñones.
Para llegar a esta conclusión, los investigadores han revisado el expediente médico de 173.321 personas que tomaban habitualmente medicamentos como Prevacid, Prilosec, Nexium, Protonix, Aciphex y otros, y a los que a los 5 años de empezar a tomarlas se les ha revisado su salud.
En un gran porcentaje de los casos, los pacientes sufrían problemas en los riñones, como piedras o insuficiencia renal.
Los investigadores advierten sobre un tipo de antiácido concreto: todos aquellos que contengan inhibidores de la bomba de protones, cuya acción principal es la reducción pronunciada y duradera de la producción de ácido en el jugo gástrico.
El estudio no establece una relación de causa y efecto entre el tomar antiácidos de manera habitual y tener problemas renales, pero sí que existe una alta correlación: los que consumen más de estas sustancias tienen hasta un 96% más de sufrir en estos órganos algún tipo de dificultad aguda y un 28% de tener un problema crónico.
Se estima que en Estados Unidos 15 millones de personas toman antiácidos de manera habitual. De todos ellos, el 70% los consumen de manera inapropiada -en una cantidad más elevada que la recomendada o muchos días seguidos- y solo un 25% de los que las consumen pueden dejar de tomarlas y no sufrir acidez.
Es decir, que su consumo incorrecto provoca una especie de adicción y un efecto rebote que hace que los que la tomen la necesiten de por vida.
Los resultados del trabajo señalan el camino a seguir para los investigadores médicos: ahora deben estudiar de qué forma los antiácidos dañan a los riñones, y así demostrar que son la causa de estos trastornos. Hasta entonces, mejor tomar los antiácidos bajo supervisión médica.