En la actualidad, Polanco es sinónimo de estilo. En sus calles confluyen lujosos centros comerciales, los mejores restaurantes, galerías de arte y varias embajadas.
Pero no siempre fue así. Esos terrenos pertenecían a la Hacienda de San Juan de Dios, que formó parte de las tierras donadas en el siglo XVI a Hernán Cortés por el Rey de España, dependientes de la jurisdicción de Tacuba, según lo prueban documentos fechados en 1784.
En la época colonial, parte de estas tierras se destinaron a la siembra de moreras para la cría de gusanos de seda, de ahí que se le conociera como Hacienda de los Morales. La demanda de espacios urbanos propició que terminada la Revolución se fraccionaran.
Lo que hoy es la avenida Presidente Masaryk era entonces el camino principal a la Hacienda de los Morales. Las actuales avenidas de Homero y Horacio eran apenas caminos de tierra que limitaban con sembradíos de maíz. Sobre la calle de Arquímedes sólo había establos y Campos Elíseos era el cauce del río Polanco, nombrado así en memoria del jesuita español Juan Alfonso de Polanco, quien fuera secretario de San Ignacio de Loyola.
La colonia Polanco nació aprovechando la prolongación que se hizo del Paseo de la Reforma en 1927. La flamante entrada a la Colonia, desde esa avenida, era por la calle de Edgar Allan Poe -donde sigue existiendo el Obelisco-, calle ancha con camellón que conduce al Parque Lincoln.
Lo mismo que el Parque México o el Parque España en la Colonia Condesa, el Parque Lincoln de Polanco fue concebido para una “ciudad jardín”, dado que el desarrollo de estas colonias estuvo a cargo de la sociedad De la Lama Basurto. Si bien la Condesa es un poco más antigua que Polanco, ambos desarrollos tuvieron el objetivo de servir de ensanche de la ciudad para las clases medias-altas y altas. En el caso de Polanco, fue el arquitecto Enrique Aragón Echegaray el artífice de la arquitectura del paisaje del Parque Lincoln, concebido con dos estanques, un aviario, la Torre Palomar y un teatro al aire libre.
Alrededor del Parque Lincoln se construyeron las primeras casonas de Polanco, algunas de las cuales se conservan hoy en día. Su estilo merece una mención especial:
Antes y durante el desarrollo de Polanco, se dio en México y en varios países de América el surgimiento de ideologías de exaltación de la identidad nacional mestiza; en nuestro caso, se retomaron las raíces coloniales españolas en las artes, la literatura y de manera importante, en la arquitectura Neocolonial.
La corriente Californiana en auge en ese momento, llamada Spanish Colonial Revival, terminó por conocerse aquí como Colonial Californiano. Esta corriente arquitectónica tuvo su auge principalmente en las colonias Condesa, Polanco y Lomas de Chapultepec, dado que se trataba de un estilo de construcción caro por su elaboración y materiales, que iba en correspondencia al nivel económico de las familias que se mudaron del Centro de la Ciudad para vivir en la periferia, y que en su mayoría pertenecían a las comunidades española, judía ashkenazi, alemana y libanesa. Aún se encuentran en pie muchas de aquellas hermosas casonas, si bien la mayoría ya han sido tristemente demolidas, dando paso al voraz crecimiento urbano vertical.
La típica casa de estilo Colonial Californiano se caracteriza por una rica talla en Barroco Rococó sobre cantera rosada que enmarca vanos y dinteles de puertas y ventanas. Por dentro, un espacio de doble altura resguarda una magnífica escalera de caracol que lleva a las habitaciones. Es común uno o dos torreones con techos de teja. La herrería es retorcida y decorativa. Pisos y lambrines de madera con vigas en el techo decoran comedores, salones y bibliotecas. Se usaban los sillones fraileros con sendos clavos sujetando los forros de piel; trinchadores y comedores de madera labrada al barroco Rococó rematados por yelmos, armaduras y, quien lo poseía, escudo nobiliario.
El magnífico “Pasaje Comercial” de Polanco, que data de 1938 y resultó toda una innovación en su época, se conserva exactamente igual hasta la fecha. Se ubica entre el Parque Lincoln y la avenida Masaryk. Son característicos su reloj de sol, así como sus exclusivas boutiques, donde se encuentran artículos y prendas que no hallarás en otras tiendas.
No se puede pasar por alto la iglesia de San Agustín, en la calle de Horacio, justo en el parque de América. Esta inmensa obra neocolonial, de portada abocinada, tiene tres características de la arquitectura Colonial religiosa, si bien llevados aquí de forma anacrónica: el primero es la fachada plateresca, que combina ricas tallas afiligranadas en estilo Tequitqui alrededor de la puerta, con la sobriedad de los muros lisos que se salpican de altorelieves en cantera, en este caso de Agustinos en actitud de adoración; el segundo es la espadaña que remata la fachada, que en el barroco se utilizó para contener las campanas; y, finalmente, los pequeños torreones que rematan los costados de la fachada, que no son campanarios, sino son en realidad dos “capillas posa”, como las de Huejotzingo o Calpan, llevadas del piso a lo más alto del templo:
Con los sesenta llegaron los aires de cambio y surgió el estilo funcionalista. Algunas casonas coloniales comenzaron a ser demolidas para dar paso a los primeros edificios de tipo habitacional, con lo que Polanco empezó a perder su imagen urbana, su entorno y su historia. El Funcionalismo fue traído a México en 1929 por el arquitecto Juan O’Gorman, el cual alternó con la corriente arquitectónica Colonial Californiana. La iglesia de San Ignacio de Loyola (1962), del arquitecto Juan Sordo Madaleno, se erigió en la calle de Horacio en estilo funcionalista-orgánico:
A comienzos de la década de los setentas se dio un ligero despoblamiento de la zona, que se incrementó con el terremoto de 1985, lo que fue aprovechado por constructores para levantar más edificios. De ser un área residencial, Polanco se volvió un punto comercial y empresarial, por lo que muchos de los primeros habitantes se mudaron al poniente de la ciudad.
No obstante, desde finales de los años 90 surgió un boom inmobiliario y comercial que le devolvió vida y plusvalía a la zona. Aquí conviven hoy en día familias tradicionales, una creciente comunidad de ejecutivos extranjeros y jóvenes profesionales independientes, junto a sedes corporativas de grandes empresas, embajadas y consulados, galerías de arte, las boutiques más exclusivas, así como bares y restaurantes para todo tipo de gusto y presupuesto.
Hoy, además de ser el enclave de un peculiar sincretismo arquitectónico, Polanco es un referente para el Bon Vivant. Esta es la zona con la mejor oferta gastronómica de la ciudad. Aquí se pueden encontrar desde locales de gran tradición, hasta los restaurantes más exclusivos.
Si eres amante de la buena mesa, te recomendamos el Emilio, propiedad del Chef Alberto Ituarte; tampoco te pierdas los platillos especiales de Jaso, de los chefs Sonia Arias y Jared Reardon (sus postres son legendarios); ambos restaurantes se cuentan entre las mejores cocinas de México.
Tanto de día como de noche, Polanco se ha convertido en una zona de mucho ambiente gracias a los restaurantes con terrazas al aire libre que abundan a orillas del Parque Lincoln, en las calles aledañas a éste y a lo largo de Masaryk. Al igual que en los barrios de la Condesa y la Roma, la vida nocturna en Polanco ha despertado en los últimos años.
Cuando las tiendas cierran, abren las discotecas y los centros de espectáculos. Fat Crow y Voila, por ejemplo, son lugares exclusivos y seguros dentro del centro comercial Antara, en los que suelen presentarse en vivo cantantes y grupos de pop y rock, así como los mejores exponentes de Stand Up Comedy en México.
A pesar del auge comercial, Polanco sigue siendo una de las zonas residenciales más codiciadas en la Ciudad de México. Es en sí misma una verdadera ciudad dentro de la ciudad, pero aún conserva el encanto de un barrio tradicional en el que se pueden realizar la mayoría de las actividades caminando.
Su ubicación privilegiada junto al Bosque de Chapultepec y a las principales avenidas de la Capital, como Reforma o Masaryk (el Rodeo Drive mexicano), hace inevitables las comparaciones con zonas residenciales en Nueva York alrededor del Central Park, el XVI arrondisement de París cerca de los Campos Elíseos o el Paseo de la Castellana en Madrid. Tiene la virtud de encontrarse cerca de otras zonas relevantes, como el Corredor Reforma-Lomas, sede de las oficinas corporativas de grandes empresas multinacionales y de las zonas residenciales más exclusivas de la Ciudad de México.
La avenida Ejército Nacional es una de las cuatro arterias que delimitan Polanco, junto con Paseo de la Reforma, Anillo Periférico y Mariano Escobedo. Hace un par de décadas, cruzando esta avenida se encontraba una zona industrial en la que operaban importantes fábricas como la armadora de GM y la Colgate. Al ser reubicadas la mayoría de las industrias, esos terrenos fueron destinados a la construcción de importantes desarrollos inmobiliarios y comerciales. En esta nueva zona, conocida como ‘Polanquito’ o ‘Nuevo Polanco’, se construyó el museo Soumaya:
Y ya que hablamos de museos, concluimos este artículo recordando que, si bien la Ciudad de México es la ciudad con más museos del mundo, en Polanco se encuentran tres de los más interesantes. Precisamente sobre el Paseo de la Reforma, frente al Bosque de Chapultepec, están el Museo Nacional de Antropología, el Museo de Arte Moderno y el Museo Tamayo Arte Contemporáneo.
Te recomendamos venir sin prisa y dedicar todo el día a recorrer a pie la zona tradicional de Polanco, de preferencia un sábado o un domingo desde temprano (así evitarás el tráfico y las horas pico que suelen haber entre semana). Lo vas a disfrutar muchísimo.
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Créditos:
Autor: Fernando Guerra Villasana
Dirección: Elena Goicoechea
Fotografías de modelos: Lauro Bautista
Modelos: Emily Cross y César Cotait / Agencia Paragon
Coordinación de moda: Mónica Quintero / Business Boutique
Vestuario y accesorios: United Colors of Benneton
Maquillaje y peinado:
Emily Cross por María Hoyos de Glam2Go
César Cotait por Macarena Saavedra