El viernes 11 de marzo se llevó a cabo en la Universidad Pontificia de México, el Foro informativo sobre la marihuana. Lejos de ser un espacio en el que se pretendiera juzgar y recriminar el uso de esta droga, el foro contó con ponentes de varias áreas para poder tener así, una visión objetiva de la iniciativa para legalizar la marihuana en México. Desde la visión médica hasta la legislativa, se proporcionó un panorama lo suficientemente completo como para que los presentes se formaran su propio juicio al respecto.
La Dra. María Elena Medina Mora, directora del Instituto Nacional de Psiquiatría “Ramón de la Fuente”, habló sobre las generalidades de la marihuana y sus efectos. La marihuana es un producto natural proveniente de la planta cannabis sativa, cuya principal sustancia química activa es el delta-9-tetrahydrocannabinol, responsable de los efectos embriagantes que buscan aquellos que la usan de manera recreacional. La planta, además de este químico, tiene cientos más que, si se consumen de manera prolongada y continua, pueden llegar a ocasionar un leve, pero significativo daño cognitivo.
Desde el punto de vista médico, a veces, el consumo de esta droga puede tener que ver con razones externas al individuo como depresión, inseguridad, entre otras cosas. Éstas se ven exacerbadas si el individuo tiene una predisposición genética a ser adicto a estupefacientes ya que puede haber personas que consumen marihuana, pero que no necesariamente se hacen adictas a ella. El 9% de la población sufre de dependencia a este producto natural y la mayor parte de los usuarios comienza a consumir en la adolescencia, lo cual conlleva problemas más severos debido a que, en este momento de la vida, el cerebro sigue en desarrollo y, por ende, es más vulnerable.
Actualmente se sabe que no se puede aislar a la droga de su contexto. Es la combinación de la vulnerabilidad de la persona con los efectos de la marihuana lo que la hace más dañina. Se ha encontrado también que muchas de las personas que consumen, presentan problemas de conducta, sin embargo, esto no se ha visto relacionado con la droga misma sino con el entorno en el que viven estos individuos.
Es aquí donde se observa que no solamente el consumo es el que incide en el usuario sino la misma política de drogas, que llega a afectar desde fuera.
Aclaró que el nivel de peligrosidad de la marihuana sí es menor que la del tabaco o el alcohol debido a que el índice de muertes por consumo de marihuana es más bajo. Sin embargo, la regulación o legalización parcial de la droga con uso medicinal en algunos lugares como Colorado, ha hecho que este índice de muertes aumente debido a que la gente comienza a consumirla, por ejemplo, al manejar, sin considerar la privación de la capacidad de reacción y
la modificación de la percepción del tiempo y el espacio.
Debe plantearse el debate sobre la libertad y la salud individual frente a la salud pública, así como la manera en la que la población está viviendo, no solamente una persona.
Por otro lado, el S. E. Mons. Gustavo Rodríguez Vega, arzobispo de Yucatán, asegura que, a pesar de que se diga que la marihuana tiene efectos benéficos para la salud, no hay salud en consumirla sin conciencia o sin conocimiento, ya que eso es hacerle daño al cuerpo y, la base de la religión, es el amor tanto a los otros como a uno mismo. A su vez, la Iglesia puede representar, para el dependiente de la droga, una salvación, una oportunidad para cambiar su percepción sobre la vida, sobre sí mismo y sobre el hombre.
El Arzobispo apuntó que es urgente, al ver las consecuencias que el consumo de la droga trae al individuo, una sabiduría en la forma de consumo con una conciencia de los valores morales. Debido a que los efectos de la marihuana en muchos casos pueden ser irreversibles a nivel psicológico, neurológico y conductual, el usuario necesita de un apoyo externo, sobre todo, familiar, que le haga crear una resistencia natural al consumo.
El senador Robero Gil Zuarth dio algunos ejemplos para poder vislumbrar aquello que está detrás de la discusión sobre la regulación de la marihuana y para poder analizar las soluciones que existen desde el punto de vista de la política pública. El azúcar, el tabaco, el alcohol y la sal son sólo algunos de los productos que afectan no sólo al individuo sino también a la sociedad, ya que hay que pagar por sus consecuencias. En todos estos productos hay diferentes tipos de regulación tales como restricciones de la oferta, el aumento del precio, las restricciones de la demanda, las motivaciones internas (imágenes en la cajas de cigarros), etc.
Ahora bien, en efecto, la marihuana es un producto que indudablemente perjudica las capacidades cognitivas y motrices, aunque sea en un grado mínimo. Además, el 9% de los consumidores terminan dependiendo de ella y, en los lugares donde se ha legalizado, los accidentes automovilísticos asociados a su consumo, han aumentado. El tipo de regulación que tiene la marihuana es básicamente la prohibición y persecución penal por venderla. La pregunta es si realmente ese tipo de regulación cumple con los objetivos de la misma, que son para empezar, disminuir el consumo y después, reducir los costos sociales.
Nadie en su “sano juicio”, comentó el senador, entraría al debate entre si se debe legalizar totalmente la marihuana o no. El punto está en qué tipo de regulaciones deberían te-ner las drogas en nuestro país en función del daño que su consumo le hace al individuo y el consecuente daño a la sociedad. Está muy claro que las regulaciones actuales están agravando el mercado negro. Lo que en realidad se necesita es un cambio en la regulación para disminuir los efectos del mercado negro, evitar que el consumidor se acerque a la oscuridad de lo ilícito, a la amenaza de extorsión y a la clandestinidad. Esto, inevitablemente, disminuiría la violencia y la exposición que tienen nuestros jóvenes a la misma.
El punto es pensar como sociedad sobre qué es lo que nos conviene. Por un lado, los efectos de la marihuana en el organismo son relajantes y han fungido como grandes aliados en el tratamiento de enfermedades tan graves como la esclerosis múltiple, la epilepsia o el glaucoma; y, por otro lado, se encuentra la parte negativa: el mercado negro, la ola de violencia y los peligros diversos que ésta conlleva. Posiblemente no es cuestión de legalizarla porque es sabido que cuando una droga es legalizada, instantáneamente llega otra a ocupar su lugar y ni la violencia ni el mercado negro son erradicados.
Posiblemente sólo se trate de crear una conciencia alrededor del consumo de la marihuana, sobre cuáles son sus efectos y sus consecuencias. No es raro que la mayor parte de los consumidores sean adolescentes, ya que en esta etapa de la vida la curiosidad aumenta y esto, aunado a la desinformación, provoca inevitablemente un consumo irresponsable. Si se crearan la conciencia y regulaciones debidas al respecto, es posible que los índices de consumo irresponsable disminuyeran de manera considerable y, con ello, el costo social que éste provoca.
Cada quien puede tener sus argumentos a favor o en contra, sin embargo, la realidad es que no se puede adoptar un punto de vista desde la desinformación. Informémonos al respecto y decidamos qué es lo mejor para nosotros como individuos y para nosotros como sociedad.