Foto: Yaxkin Restrepo |
Desde una vista de pájaro, podemos adentrarnos y conocer la situación mundial del agua; todo está ahí, a simple vista, codificado en el paisaje podemos ver claramente la sed del mundo y la tormenta perfecta que viene en camino. Todo está muy claro si sabemos leerlo: las manchas urbanas del ya tan común y dominante hacinamiento humano; las interminables zonas agrícolas, que han acaparado casi cualquier terreno plano, dejando sólo las zonas montañosas y una que otra región plana generalmente muy aislada sin afectar; las presas, los ríos mayores, acaparados por las ciudades, muchos de los cuales desaparecen al ser entubados y vuelven a surgir sólo como canales de aguas residuales.
Veamos con atención nuestro territorio nacional, todo está ahí y es evidente, el asfalto y la tierra seca avanzan y acechan los bosques, las manchas de aridez crecen, falta verde. El agua está escaseando no solo en México sino en el mundo. El agua está siendo talada; sí, talada.
La amenaza más peligrosa: la deforestación
¿Qué está pasando en el Amazonas, en Madagascar, en la selva Lacandona, en los Chimalapas, en el bosque de niebla de Veracruz y Oaxaca? Los pulmones de la Tierra están siendo recortados de forma implacable, los escasos bosques que quedan (cerca de la mitad de los originales del planeta) están siendo talados. Y tenemos que recordar que no solo los bosques, sino en general cualquier tipo de vegetación, son más que pulmones que liberan oxígeno. También son la principal fuente de agua. Solo ellos logran frenar y captar efectivamente el agua de lluvia para hacer que se escurra a la velocidad adecuada y se filtre al subsuelo. Muchas veces no tenemos presente que la lluvia es la principal fuente de agua en tierra firme. Prácticamente, toda el agua que tomamos proviene de la lluvia, ya sea la que escurre en los ríos, la que se capta en lagos y presas o la que se filtra a los mantos. Si no dejamos que las plantas cumplan su función de retener la lluvia ¿cuál es el futuro de la humanidad?
Las plantas, las purificadoras y depositarias del agua
Quienes vivimos en esta cultura para salvar el agua, o sea nuestra vida, necesitamos revalorar a unos de los seres más poderosos que existen en el planeta: las plantas. Ellas son, ante todo, seres conectados a los cuatro elementos (agua, tierra, aire y fuego) y son capaces como ningún otro de integrar y potenciar esta conexión para mantener la vida: captan y transforman la omnipresente y poderosa energía solar mediante la fotosíntesis, purifican enormes cantidades de aire al captar CO2 y liberar oxígeno y además inyectan parte del carbono resultante de este proceso al suelo, y en el suelo el carbono no sólo favorece la vida microbiana sino que es el principal elemento que retiene el agua en la rizosfera (la capa del suelo donde están las raíces de las plantas).
Esquema de bosque comestible |
Está comprobado que las plantas, muy especialmente los grandes árboles, emiten un finísimo polvo, “polvo de hadas” que funciona como generador de nubes. Y por si fuera poco, las plantas frenan las escorrentías del agua de lluvia para retenerla. Por todo esto no solo el futuro del agua, sino el del aire y los suelos depende completamente de que la vegetación retome lo más posible la superficie del planeta.
Los ciclos al revés
Todos hemos escuchado del ciclo del agua, pero no todos conocemos el ciclo del carbono y mucho menos sabemos algo del ciclo de nutrientes, y esto a pesar de que la salud del mundo incluyendo la del agua y la nuestra depende de ellos ¿y si no los conocemos, si no sabemos qué les estamos haciendo, cómo los vamos a sanar y restaurar? Aquí lo veremos de forma muy breve, y entenderemos como los hemos alterado…
El ciclo del agua, el gran distribuidor de la vida, evapora del mar billones de litros para llevarlos a los continentes en forma de lluvia, donde el agua al caer queda retenida en el suelo, en los seres vivos y en los mantos freáticos, y el resto fluye por los ríos para regresar al mar. Suena bien ¿no? si todo fuera así, pero en realidad no es toda la historia, los humanos hemos convertido este ciclo en algo más: un ciclo destructor, ¿cómo? Al arrancar las plantas originales y dejar el suelo arado y desprotegido la lluvia no es retenida, cada gota de agua se vuelve una arma que al caer a hasta 30 km/h destroza la microbiología, y al no ser retenida fluye rápidamente formando grandes caudales que arrastran enormes cantidades de la capa fértil de suelo, capa que tardó en formarse cientos de años y que en una sola tormenta puede ser gravemente mermada. Así que cuando veas inundaciones, deslaves y ríos de aguas color café, sabrás que es el humano quien lo causó, que es el ciclo del agua alterado y podrás recordar una palabra: erosión. Millones de kilogramos de tierra fértil que ahora están en el fondo marino.
El ciclo del carbono inicia con las erupciones volcánicas que llevan del manto a la atmósfera millones de toneladas de bióxido y monóxido de carbono. Una parte de ese carbono es absorbido por el mar, donde lo aprovechan los seres vivos para formar estructuras orgánicas. Y una parte muy importante es absorbida por las plantas que lo usan para formar sus troncos y tallos, y lo inyectan al suelo donde es un componente fundamental para la microbiología y la captación de agua.
Tras millones de años, los grandes depósitos de carbono orgánico en fondos marinos y los continentes quedan sepultados bajo nuevas capas de tierra para ser finalmente devorados por los movimientos de las placas tectónicas que lo regresan al manto.
El ciclo humano del carbono está funcionando así: la industria extrae las extensísimas capas de carbono orgánico: el petróleo lo quema y manda a la atmósfera; la deforestación evita que los árboles lo capten y lo manden al suelo, y el mar se acidifica por el exceso de carbono que está absorbiendo de la atmósfera. Esto tiene tremendas consecuencias sobre la vida marina, especialmente en los organismos con estructuras calcáreas (corales, animales con concha) las cuales se disuelven ante tales concentraciones de acidez.
¿Y cómo se relaciona al agua en los continentes? Menos carbono en el suelo significa menor captación de agua y menos plantas.
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El ciclo de nutrientes: el gran desconocido. Todos comemos, pero pocos sabemos la vital importancia del movimiento de los indispensables nutrientes: minerales, vitaminas, etc. A nivel planetario, éstos están en movimiento y lo pueden hacer recorriendo enormes o pequeñas distancias. En pequeñas distancias, por ejemplo, las hojas de un árbol caen al suelo donde se reabsorben y los componentes son reintegrados; los herbívoros, que comen pastos que salieron de la tierra, retornan este material al suelo en forma de estiércol que igualmente se reintegra al suelo.
En mayores distancias operan las grandes migraciones animales, como la de los peces que recorren verticalmente varios kilómetros o la de los ñus que se desplazan grandes distancias comiendo hierba y regando estiércol que fertiliza la tierra. También están los salmones que suben a tierra firme a devolver al bosque toneladas de nutrientes completando un ciclo que comienza en el fondo marino donde fueron arrastrados por la lluvia.
El ciclo humano de nutrientes: el humano ha deshecho este ciclo por no entenderlo. Un humano occidental ingiere en su vida una cantidad de comida cercana a las 34 toneladas las cuales, en vez de ser devueltas a la tierra, generan aguas negras que terminan en el fondo del mar (arrastradas por el drenaje y los canales de desagüe) o en fosas sépticas y rellenos sanitarios.
Los nutrientes que nos alimentan no retornan a donde se requiere, a su fuente: a los suelos agrícolas, lo que provoca una necesidad artificial que es cubierta con fertilizantes químicos los cuales contaminan grandes volúmenes de agua.
Las soluciones más poderosas a nuestro alcance
Ante tal desorden hay que recurrir a las soluciones más poderosas que conocemos:
- Los bosques comestibles: una forma natural y totalmente distinta de hacer agricultura. En vez de devastar un terreno y ocuparlo con monocultivos generalmente dos veces al año, genera un ecosistema variado de plantas y animales que produce comida todo el año y tiene una gran resilencia a condiciones adversas, como las sequías. Recordemos que la mayor parte del agua (70 por ciento) y la superficie útil de la tierra firme (¡más del 50 por ciento!) es consumida actualmente por la agricultura. Por esto es indispensable rediseñar nuestro método de hacerla.Consulta en: bosquedeniebla.com.mx
- Método keyline (línea clave). Creado por P. A. Yeomans (Australia, 1904-1984) y precursor de la permacultura. Es un método muy poderoso, capaz de cambiar totalmente un terreno erosionado reconfigurando el patrón de flujo de escorrentías. En español simple: la forma en la que corre el agua de lluvia. Este método logra que un terreno con pocas o casi sin plantas, llegue a captar millones de litros de agua por hectárea y que la erosión por lluvia se detenga, lo que genera aumentos en la vegetación (producción agrícola) que pueden llegar al 200 por ciento. ¿Cómo? marcando en el terreno una serie de líneas relacionadas con la topografía similares a las curvas de nivel pero con una variación que permite el flujo lento y ordenado del agua, logrando que salga de las vertientes (donde normalmente se junta) y se distribuya a las laderas, de donde normalmente sale sin detenerse.Consulta en: ridgedalepermaculture.com/
- El baño compostero. El ser humano ya debe entender la importancia de devolver a la tierra lo que come. Las aguas negras no sólo son innecesarias sino dañinas, provocando enfermedades gastrointestinales, una de las mayores causas de muerte infantil a nivel mundial. El baño compostero puede ser colocado en cualquier espacio, urbano o rural, por sus pequeñas dimensiones y bajo costo. Se basa en la recolección conjunta de heces y orina y su posterior procesamiento en una unidad de compostaje. Sólo requiere como insumo materiales altos en carbono (aserrín, hojas secas, paja, fibra de coco, etc.) y algo de restos de comida. Con esto se logra la mezcla ideal para un compostaje termofílico (de alta temperatura) capaz de sanitizar (eliminar todos los patógenos) y revitalizar (llenar de microorganismos benéficos) el material resultante que equivale a tierra fértil utilizable en la agricultura de forma segura.
Las soluciones existen ¿qué nos falta?
El panorama más importante: nuestro interior
A vista de pájaro hay un detalle en el paisaje que resulta imposible de ver: el interno de la conciencia humana. Un paisaje no puede ser ignorado pues es donde se está definiendo el futuro del agua, de los suelos, de los bosques y la diversidad. Y es en ese paisaje interno en mayor medida donde hay que trabajar, donde debe estar enfocado nuestro mayor esfuerzo, ¿por qué?, porque es ahí, y no afuera, donde se encuentra el origen mismo de la desertificación y solo es ahí donde puede ser frenado.
La unidad de la vida
Un sinnúmero de campañas del agua se han centrado en el tema puntual de su ahorro, recalcando que es un recurso que debemos usar con medida. ¿Pero qué más hay? ¿Qué deberíamos entender para realmente conservar el agua? La respuesta es simple pero no tan obvia. Lo primero es quitarnos la idea del agua como un recurso o elemento separado y retornar a una visión integral que la vea como parte de un sistema mayor del que todos formamos parte: la vida. El agua más que un recurso es simplemente vida: conforma, traspasa y recorre a todos los seres vivos, los cuales no sólo la beben sino que la absorben por la piel de la humedad atmosférica, sin posibilidad alguna de retenerla de forma definitiva la captan y liberan de forma continua.
El agua recorre el aire en enormes cantidades: los ríos del cielo (las corrientes cargadas de humedad) que son mayores a los de la tierra firme pasan desapercibidos porque son invisibles hasta que pequeñas partes de ellos forman las nubes. ¿Cuántas veces nos hemos percatado de este hecho tan simple?
Y por último está el mar, cubriendo la mayoría de la superficie del planeta, conteniendo la mayor parte de la vida y cumpliendo una función fundamental: las corrientes marinas son indispensables para la vida; no sólo evitan que el agua se estanque sino que funcionan como un enorme sistema de distribución y estabilización térmica, sustrayendo calor de donde sobra y llevándolo a donde se requiere. Basta saber que Europa estaría bajo una gran capa de hielo si no fuera por estas corrientes.
¿Cómo podemos concebir el agua separada de los seres vivos, del aire o el suelo? Al ver el agua en toda su complejidad, en conjunto, queda clara una cosa: la salud del agua está en la salud del sistema natural, en el conjunto. No hay forma de separarlos y como tal debe ser tratada la problemática del agua, como una del conjunto de la vida en la que entra otro factor crucial: los ciclos.
Foto: Yaxkin Restrepo
FUENTE: http://www.jornada.unam.mx/2016/04/04/eco-c.html