Haz lo que te gusta. No siempre es un buen consejo.
“Si haces lo que te gusta nunca tendrás que trabajar”
dice el refrán. A los millennials nos han aconsejado una y otra vez que sigamos nuestra pasión.
Hacerlo, nos dicen, servirá no sólo para sentirnos realizados y felices, sino para pagar nuestras cuentas, inspirar a otros y hacer de éste un mundo mejor —todo mientras cantamos Kumbaya.
No nos malentiendan, algo encierra eso de cierto, ya que habremos de pasar casi un tercio de nuestra vida adulta construyendo nuestra carrera. Como consecuencia, tenemos todo el derecho de disfrutar la profesión. No obstante, ante una oferta de carreras cada vez más amplia, es conveniente un poco de excepticismo en eso de “seguir tu pasión”. Aunque es un consejo bien intencionado, es incompleto. No hay que olvidar que la vida real es experta en atravesarse y retar nuestros ideales.
Como dice Mike Rowe, “No persigas tu pasión. Atrapa las oportunidades.” El presentador del programa de TV Dirty Jobs es realista al afirmar: “Estadísticamente, no la vas a hacer. ¿Sabes por qué? Porque hay solamente como cien astronautas.” Soñar con ello no significa que podrás lograrlo.
No te lo decimos para destruir tus esperanzas y tus sueños. Ambas hemos encontrado trabajos que amamos (Julia es psicoterapueta y Maria es cofundadora de Kandid.ly, una start-up de servicios de fotografía). A veces, nuestras carreras realmente nos llenan de vida. En general, nos hacen felices. Pero no todos los días tenemos ganas de trabajar y la mera pasión no da para contrarrestar ese sentimiento.
En una ocasión le preguntaron a Tim Ferriss, autor de 4-Hour Workweek (entre otros libros), si ‘seguir tu pasión’ era un consejo profesional realista. En ese momento, Maria se hallaba en una encrucijada en su carrera. Se preguntó: “¿debo abandonar esta empresa y seguir mi pasión de ser una escritora creativa en una agencia de publicidad?”
Le fue de mucha utilidad escuchar lo que dijo Ferris: “Definitivamente, no. Es común fantasear con el ‘trabajo soñado’ y envidiar a aquellos que han escapado de lo establecido para encontrar la carrera ‘nirvana’, pero ¿cómo se sienten en verdad los que han encontrado ‘la tierra prometida’? Lo cierto es que convertir las pasiones en trabajo es la manera más rápida de matarlas. Surfear un rato el sábado para desestresarse de una semana ajetreada puede parecer el cielo, pero levantarse a las 6 de la mañana todos los días para dar clase a clientes torpes o difíciles, cuarenta horas a la semana, es algo muy distinto.”
La pasión implica una emoción febril. Como un nuevo amor, es temeraria e intensa, capaz de devorarte entero, desorientándote con burbujas color de rosa. Sin embargo, por su naturaleza, la pasión no puede durar. Es demasiado intensa, te quemaría. Mientras tanto, puede cegarte y distraerte de las oportunidades reales que están a tu disposición.
Sí, hay que dedicarse a algo acorde con nuestros talentos, pues implícitamente lo vamos a disfrutar. Sin embargo, ¿es suficiente el talento para construir una buena carrera?
Mike Rowe recomienda que en vez de usar como única guía nuestras pasiones, usemos las oportunidades: “Busca una necesidad que tengas el talento de resolver.”
Pone como ejemplo a un hombre emprendedor que detectó la necesidad de servicios de fosas sépticas y ahora dirige un exitoso negocio. Limpiar fosas sépticas podrá no ser el negocio de sus sueños, pero le da la oportunidad de resolver una necesidad de su comunidad con las habilidades técnicas únicas que posee.
Aprovechar el binomio ‘Talento – oportunidad’ nos da la libertad de buscar las oportunidades que surgen sin preocuparnos de si se ajustan al esquema rígido del ‘trabajo soñado’. Perseguir oportunidades más allá de nuestras pasiones porque nos permite descubrir y acoger nuestra multifacética y talentosa personalidad, ahí donde ésta puede florecer.
El trabajo no es lo único que nos define como personas. Más allá de ser una psicoterapeuta, Julia es escritora, voluntaria, amiga e hija. Maria no sólo es cofundadora de una start-up, también es esposa, hermana, escritora y más.
Si dejamos que la pasión sea nuestro único norte, nos perderemos con facilidad de otros elementos de nuestra vida que le dan significado y la hacen plena. Pero si removemos la pasión de la ecuación, se pierde el balance. El trabajo no debe ser antagónico con la vida personal. Al final del día, es preferible ser reconocido como padre, madre o esposo, que como médico o investigador. Nuestras necesidades cambian dependiendo del punto de la vida en el que nos encontremos, de modo que tener claras nuestras prioridades es importante.
Disfruta tu trabajo, pero no como si fuera la base de tu valor como persona. No te dejes arrastrar por tu pasión, pero llévala siempre contigo. La meta es reconocer las maravillosas posibilidades que se encuentran ahí donde tus pasiones y las oportunidades se intersectan.