Steven Greydanus, miembro de la Online Film Critics Society, explica las características que han hecho de la trilogía original de George Lucas una obra “mítica”, que abrió el camino a grandes franquicias cinematográficas como: Star Trek, Indiana Jones, Jurassic Park, o incluso Matrix. Sin embargo, a juicio de Greydanus, “ninguna de estas películas alcanza a Star Wars en ofrecer lo que puede llamarse, en el sentido pleno del término, una nueva mitología, una muestra de lo que Tolkien llamó mythopoeia”.
Cuentos de hadas galácticos
Treinta años antes del estreno de la primera entrega de Star Wars, en la lejana Inglaterra, J.R.R. Tolkien escribió un texto donde buscaba dar con la esencia de los cuentos de hadas. Según el escritor inglés, la “fantasía” o “magia” ha de tener un papel central en todo cuento de hadas. Junto a la magia, el cuento de hadas contrapone claramente el bien y el mal, dando paso, en un inesperado giro final, a la victoria del primero sobre el segundo. En efecto, a todo cuento de hadas le corresponde un final feliz, que Tolkien llamaba Eucatástrofe. Es lo más distintivo de estos cuentos, y viene a colmar un deseo profundo del corazón humano: la victoria sobre la muerte.
“Star Wars –explica Greydanus– se presenta, admirablemente, como un cuento de hadas: un héroe huérfano criado en lo oculto, un mago mentor, una espada mágica, una princesa encerrada, un señor oscuro, una temible fortaleza, una victoria mágica”. En este sentido, podría decirse que Star Wars es un “cuento de hadas galáctico”.
“Esta mezcla de ricos mundos imaginarios con la sencillez de un cuento de hadas es crucial para el inmenso impacto cultural e imaginativo de Star Wars. Las películas de Star Wars son lo suficientemente simples para conquistar las mentes de los niños, lo suficientemente ricas para ocupar la efervescente imaginación de los adolescentes, y lo suficientemente bien elaboradas e imaginativas, a pesar de debilidades y limitaciones innegables, para entretener a los adultos”.
El poder de la “Fuerza”
La “magia” referida por Tolkien aparece en Star Wars bajo en nombre de Fuerza: “En el corazón de la mythopoeia de Lucas está la Fuerza (…). Descrita por Ben Kenobi como un campo de energía ‘generado por todos los vivientes’ que nos ‘rodea’ y nos ‘penetra’, la Fuerza es el lugar del misterio y el sentido en esa galaxia, muy muy lejana. Es objeto de fe, incluso fe religiosa: la fe religiosa que está en declive en una cultura mayormente secularizada”, apunta Greydanus.
Curiosamente, la fe vence al escepticismo en la nueva entrega dirigida por J.J. Abrams. Incluso Han Solo, el mercenario oportunista y escéptico, confiesa finalmente su fe: “Es cierto. Todo ello. El lado oscuro, los Jedi. Son reales”. En estas escenas –sostiene Greydanus–, la Fuerza actúa esencialmente como metáfora del salto de fe, de la confianza en algo que va más allá de lo empírico.
La desmitificación no sale rentable
La simplicidad de cuento de hadas es uno de los ingredientes clave de los que carecen los episodios I, II y III. Aquí el protagonista de los primeros episodios, futuro Darth Vader, queda injustamente desmitificado. “Darth Vader es uno de los tres mayores villanos del cine de todos los tiempos, junto con la Bruja Mala del Oeste [de El Mago de Oz] y Hannibal Lecter. La historia de sus orígenes necesitaba ser la trágica caída de un gran hombre”. Pero no fue así. Parecía como si Lucas quisiera –parafraseando a Tolkien– relegar los cuentos de hadas al cuarto de los niños, introduciendo personajes supuestamente cómicos –como Jar-Jar Binks– o desmitificando la leyenda de los caballeros Jedi.
“Por suerte, El despertar de la fuerza ha emprendido el camino para rectificar esto”. El crítico de cine dice no estar convencido de que este episodio tenga “el sabor de cuento de hadas de la trilogía original”, pero añade que “quizá sea demasiado pronto para poder afirmarlo con seguridad”.